Cuando Netflix quería ser Blockbuster

El que hoy es la gran plataforma de series y películas online empezó como un videoclub por correo postal

Reed Hastings, fundador de Netflix Reed Hastings, fundador de Netflix

Al 2006 Netflix todavía no era la plataforma líder en la distribución de contenidos audiovisuales que es ahora, pero ya llamaba la atención de los medios por el que podía ser y por las acciones que impulsaba y que prometían cambiar su industria. Aquel año, la compañía fue noticia por el Netflix Prize, un concurso en el que la compañía premiaba con un millón de dólares a quienes consiguiera mejorar su algoritmo de recomendaciones en un 10,06%. Para hacerlo posible, la empresa puso a disposición de todo el mundo que lo quisiera intentar un total de 100.480.507 valoraciones referentes a 17.770 películas cualificadas por 480.189 usuarios. Más de 40.000 equipos abordaron el reto, pero no fue hasta tres años después de que la pequeño consultora de big data, Opera Solutions, se hizo con el premio.

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La aplicación y mejora constando del algoritmo ha sido una de las claves en el éxito de Netflix como plataforma digital de contenidos, pero el curioso de esta historia es que, al 2006, la compañía ni siquiera contaba con un servicio de streaming. Según el cofundador de la empresa, Marc Randolph, la idea que tuvieron el 1997 era "crear un Amazon de algo", por el que sustituyeron los libros por los DVD. Una idea que chocaba frontalmente con las grandes cadenas de videoclubes que todavía funcionaban.

De hecho, el origen de Netflix tiene mucho que ver con el ánimo de venganza contra las políticas de la principal empresa de alquiler de películas, como era Blockbuster. A finales del '90, el otro fundador de la empresa, Reed Hasting, utilizó su carné de socio de un local de Blockbuster para alquilar la superproducción Apollo 13. Cuando llegó el día de volverla, Hasting fue incapaz de encontrar el disco, por el que, unos días después, tuvo que pasar la vergüenza de volver a la tienda, reconocer que había perdido la película y pagar la multa de 40 dólares que le impusieron.

Una película al buzón

Pleno de rabia, Hasting se puso como reto crear un sistema alternativo, en el que los subscriptores pudieran tener sus contenidos sin pasar por un local y volverlos cómodamente también desde casa suya, sin límites de tiempos. La solución que encontró fue el envío por correo postal de DVD.

Y así empezó la empresa. Los menos de 10 millones de subscriptores que Netflix tenía en los Estados Unidos pagaban una cuota fija mensual y podían pedir cualquier de las películas del catálogo de la compañía. 24 horas después las recibían en casa suya y podían volverlas sin compromiso temporal.

Hasta el 2007, la empresa tuvo un crecimiento constante, pero todavía estaba lejos de suponer una amenaza por Blockbuster. De hecho, el gigante de los videoclubes despreció su nuevo competidor. Al año 2000, Netflix se puso en contacto con el CEO de la cadena, John Antioco, para proponerle la incorporación de la startup al gigante y empezar una línea de negocio basada en el alquiler de películas por correo. Antioco entendió que aquello no iba en ninguna parte y pidió a los visitantes que no volvieran por sus oficinas.

El que no sabía Antioco era que, además del alquiler por correo, Netflix trabajaba en la creación de un servicio de películas en streaming que cambiaría por siempre jamás el mercado. El 2007, la empresa lanzó su plataforma online y, en sólo tres años duplicó el número de subscriptores, llegando a los 20 millones.

El que antes era un competidor insignificante para Blockbuster se había convertido en su principal amenaza, hasta el punto que la cadena tuvo que cerrar sus puertas el 2010. Hoy, Netflix cuenta con unos 105 millones de usuarios repartidos en 190 países de todo el mundo. El Apollo 13 fracasó en su misión a la luna, pero Netflix sí que hizo su gran paso por el audiovisual.

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