"Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo"

Kristen Ghodsee explica cómo el capitalismo influye a las mujeres en negativo y hace un repaso magistral por la historia para acabar haciendo apuntes de futuro sobre igualdad

La independència econòmica influye en los hàbits de las mujeres La independència econòmica influye en los hàbits de las mujeres

¿Por qué el capitalismo es malo para las mujeres? Esta es la pregunta a la cual da respuesta el libro Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo lo socialismo y otros argumentos a favor de la independencia económica escrito por la profesora norteamericana Kristen Ghodsee, que analiza como el neoliberalismo salvaje de los sistemas capitalistas actuales son perjudiciales para todo el mundo, pero, sobre todo, para las mujeres. Y lo hace con todos los argumentos en mano, relatando la evolución histórica de la situación de las mujeres gracias a su especialidad en el estudio de la vida cotidiana bajo el socialismo y el postsocialismo.

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Partiendo de la base de que "el capitalismo no regulado es malo para las mujeres" y que si "adoptamos algunas de las ideas del socialismo su vida mejorará", la autora sostiene que "cuando se lleva a cabo de forma adecuada, el socialismo fomenta la independencia económica y mejora las condiciones laborales, la conciliación de la vida laboral y familiar y, sí, incluido las relaciones sexuales". Bajo el capitalismo, el libre mercado "discrimina a las trabajadoras" y ya durante la Revolución Industrial se vio como los de arriba "discriminaban a las mujeres" y sólo las contrataban "porque salían más baratas que los hombres".

Este libro nace de un artículo publicado en el New York Times que tuvo una respuesta brutal porque expresaba muchas cosas que las mujeres habían callado durante años: "el problema está en el capitalismo, no en nosotras". Después de hacer un repaso magistral por la historia para acabar haciendo apuntes de futuro, Ghodsee advierte que, a pesar de los progresos conseguidos, "cualquier adelanto hacia la garantía laboral requerirá una expansión significativa del sector público", cosa que comportará que también tenga que promover la igualdad y, por lo tanto, se acabe con la brecha de género. Si los estados no se ponen en marcha para liderar este cambio, será muy difícil que llegue a ser una realidad.

Entre sábanas (económicas)

La teoría es bonita, pero aplicarla ya cuesta más. La paradoja que encuentra la autora es que, mientras que el socialismo hizo a las mujeres igual de dependientes del Estado que los hombres habiendo reducido su dependencia económica del sexo masculino, "en una economía capitalista, nuestro futuro tecnológico podría hacernos igual de dependientes de la generosidad de nuestros amos robóticos".

La autora, que recuerda que "a diferencia del capitalismo que distribuye la riqueza en función de un modelo competitivo basado en la supervivencia del más fuerte, el socialismo defiende una ideología igualitaria", pone especial atención también en la importancia que, por un lado, "las actitudes populares tienen que cambiar", pero, por el otro, y lo que considera más esencial, que las niñas "crezcan viendo referentes en lugares de poder", cosa que sólo pasará "cuando descubramos cómo cambiar las culturas políticas y económicas que impiden la participación femenina".

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Pero, llegados a este punto, es hora de responder a la pregunta: ¿por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo? Para empezar, mientras que el socialismo habla de libertad sexual, el capitalismo la mercantilitza. De hecho, los divorcios llegaron con la libertad y la libertad llegó con la independencia económica de las mujeres, cosa que demuestra que "la vida personal de los socialistas es más satisfactoria" porque "la necesidad económica ya no las obliga a estar en relaciones que no disfrutan".

Argumentos que dan respuesta a la pregunta del libro hay muchísimos, pero lo que queda claro es que, si se vive en un socialismo real en que se aplican sus raíces y sus orígenes, hay mucho más margen de maniobra. Porque, al final, "el amor mata al capitalismo" porque si "la gente tiene vidas íntimas satisfactorias y siente que recibe apoyo no por lo que tiene, sino por quién es, el capitalismo perderá una de sus herramientas más valiosas porque ya no podrá convencernos para comprar cosas para llenar el vacío que nos deja la falta de conexión personal".

¿Qué pasaría si, de repente, todo el mundo retirara el dinero de sus bancos o dejara de utilizar Facebook o de comprar por Amazon?, se pregunta la autora. La historia nos enseña y nos da la guía para salir adelante con el cambio, otra cosa es que los gobiernos estén dispuestos a hacerlo.

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