Oh Bo, un restaurante con apellido de Repsol

El establecimiento de Anton Brufau, hijo del presidente de la energética, sopla las cinco velas con una de las apuestas ecológicas de más calidad a la zona alta de Barcelona

Anton Brufau dirige el restaurante Oh Bono de Barcelona Anton Brufau dirige el restaurante Oh Bono de Barcelona

Ya hace cinco años que el Oh Bo abrió sus puertas en la zona alta de Barcelona. Concretamente, a tocar de la confluencia de las calles Doctor Fleming y Santa Fe de Nuevo México. Muchos pensaron que era un restaurante ecológico más, de aquellos que buscan vaciar el bolsillo de un público que vista la zona barcelonesa donde los precios del alquiler son más absurdos (y hay unas cuantas). Apostaban que no tardaría a cerrar. Pero Anton Brufau lo encontró (el público, digo). Y ahora son ya una media de cien comensales diarios los que han hecho que el Oh Bo supere las modas (ahora se lleva aquello que dicen real food) adaptando su carta al gusto de los clientes. No en forma de sablazos -al mediodía opera con un menú de 15,5 euros y medio menú a 11-, sino con una concepción de la comida sana y el servicio de mesa sin pretensiones.

El quinquenio ha servido al hijo mayor del presidente de Repsol para reformular la propuesta y hacer un giro estético serializador al espacio. La decoración inicial, pensada como una ajardinada jaula que daba protagonismo a aquello que pasa en el interior –del estudio de Isabel López Vilalta- ha derivado en una escenificación con cortinas de lino de efecto gasa que deja ver sin ser visto y con cierta intimidad. Un espacio que invita a sentarse y ver pasar gente por la calle camuflada en este velo lujoso.

"El éxito de un restaurante viene porque funcionan tres pilares maestros: oferta gastronómica, el servicio y el entorno"

La efeméride también acompaña a importantes cambios en la carta, con platos más contundentes. "Aprovechando el quinto aniversario, hemos readaptado la carta incluyendo más platos enfocados a primeros para compartir, y hemos ampliado el número de platos principales. Más carnes, más pescado y más pasta", explica Brufau. Entre estos segundos, atención a la propuesta del pescado del día –en el caso de mi última vista, una escorpena a la plancha con el punto de cocción académicamente ajustado- y un steak tartar meloso, aliñado con cuidado y cortado a cuchillo. "El steack tartar está, precisamente, entre los platos que más salen de carta junto con el huevo poche con parmentier trufado y setas de temporada", aconseja. Todo con un ticket de noche que suele ser de unos 30 euros.

De las finanzas a la restauración

Brufau comparte sangre empresarial con sus dos hermanos que también tienen negocios en propiedad muy al margen de lo que puede acabar pesando un apellido tan conocido. Alguien diría que Brufau ha recuperado el control de lo que realmente quiere hacer a la vida con esta apuesta. "Yo vengo del mundo financiero, anteriormente, trabajé en Arthur Andersen, MBA IESE y Panrico. Siempre he tenido la vena emprendedora y negociando con una pequeña cadena de cafeterías, detecté que había una oportunidad de negocio para abrir una cadena de restaurantes donde se pudiera demostrar que el comer eco y sano no es incompatible con la diversión y la buena comida...", recuerda. Y esta ha sido su apuesta, la que ha acabado para convencer al público. "Aquí estamos, ofreciendo la mejor materia primera de proximidad, ecológica y de temporada, mirando de cuidar mucho el producto, en un entorno familiar y acogedor".

El restaurante se hizo acólitos de apellido ilustre a la cabeza de pocos días del apertura. Entre ellos, un acabado de retirar Puyol acompañado siempre de su (entonces) novia, la modelo Vanessa Lorenzo. La pareja frecuentaba algunas de las mesas más discretas de su interior. También, señoras de la zona alta y parejas que tienen el negocio a unos metros de casa. "Ahora mismo, se ve gente de todo tipo, a partir de 25 años con amigos o familias con niños. Por la noche atendemos más grupos...". El restaurante pertenece al Grupo Canelita, que creó en febrero de 2014 con un capital social de medio millón de euros. La inversión en el espacio rondó los 300.000 euros y, actualmente, el negocio ya tiene en nómina a 14 personas y factura cerca de 900.000 euros.

El servicio de take away fue el primer paso de la flexibilización de la apuesta: "Hacemos una media de 50 servicios cada semana", asegura. La apertura de nuevos restaurantes a la ciudad es el siguiente. Ya nació con esta pretensión, pero -ahora sí-, el hijo mayor del presidente de Repsol quiere mirar de encontrar un local donde expandirse que realmente le encaje: "Estamos en proceso de ampliar el negocio buscando nuevo local...".

No esconde que es exigente. La apertura en Fleming era tanto atractiva cómo buscada: "Abrir en Fleming fue buscado porque es una buena zona con aceras anchas, rodeada de oficinas, cines, clubes deportivos y residencial". Una zona difícil donde una buena parte de los negocios que abren no llegan a los dos años de vida.

Alerta, aun así, sobre el crecimiento insostenible a la restauración de Barcelona: "Hay una burbuja. Se tiene que ir con mucho cuidado porque abrir un restaurante es muy complejo y requiere de un gran esfuerzo económico".

El éxito en un negocio viene, a parecer suyo, "porque funcionen tres pilares maestros que tienen que aguantar el negocio en sintonía": el primero tiene que ser la oferta gastronómica, que tiene que intentar ofrecer siempre la mejor materia primera y tratarla con amor, sin engañar el cliente; el segundo pilar es el servicio –que tiene que estar de acuerdo con la oferta gastronómica, un buen servicio trae a estar a gusto-; y finalmente, el entorno: una buena decoración y comodidad que ayude que la experiencia global del cliente tenga éxito y quiera repetir.

Oh Bo

Dirección: Doctor Fleming 15, Barcelona

Precio medio: 20-30 euros

Menú: 15,5 euros, medio menú: 11 euros

Horario: De 8h a 00h

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