Un camino de salida del capitalismo

Thomas Piketty estudia en su último libro los mecanismos históricos de conquista de derechos y las propuestas de futuro hacia una organización social igualitaria

Thomas Piketty propone una estrategia de profundización de la igualdad y los derechos colectivos a su 'Breve historia' | iStock Thomas Piketty propone una estrategia de profundización de la igualdad y los derechos colectivos a su 'Breve historia' | iStock

"El progreso humano existe, esto es innegable". La premisa del último libro del economista francés Thomas Piketty, autor de los exitosos El capital del siglo XXI, Capital e ideología y ¡Viva el socialismo!, es tajante: los últimos siglos, desde final del XVIII – con trabas, reacciones y quiebras – dibujan una línea de progresiva conquista de la igualdad. Bajo el título, precisamente, de Breve historia de la Igualdad (Deusto, 2021), el ensayo se propone tres tareas, complementarias y consecutivas: elaborar una revisión general de los procesos consecución de derechos políticos y materiales en los últimos, poco más o menos, 200 años; hacer una foto de la situación actual y proponer unas pinceladas de un proyecto estratégico para profundizar en lo conseguido. Los objetivos que marcan estas tareas, tal como los plantea Piketty, aspiran a un cambio de raíz: el libro defiende, en palabras del autor, "la posibilidad de un socialismo democrático y federal, descentralizado y participativo, ecológico y mestizo".

La primera parte de esta breve historia, pues, se dedica al primer objetivo. Mediante un análisis histórico de varias magnitudes económicas, el francés pretende demostrar la existencia de una "tendencia a largo plazo hacia la igualdad". Piketty lo ilustra, a lo largo de múltiples capítulos, mediante series históricas de renta, patrimonio o concentración de la propiedad – indicadores que, cómo afirma el mismo autor, por si solo dan fotografías parciales y conflictivas de la situación, pero cogidas en conjunto ofrecen un contexto mucho más relevante para entender procesos con horizontes lejanos. Especial relevancia toma en este análisis el factor propiedad: mientras que a principios del siglo XX el 10 % más rico de un país cómo Francia – que el economista usa a menudo de ejemplo tipo de las economías norteñas global – poseía el 80 % de la propiedad social, actualmente este factor se ha reducido al 50 %.

"Toda riqueza es de origen colectivo; la propiedad privada solo se instaura en cuanto que favorece el interés general"

Este "camino hacia la igualdad" en qué Piketty insiste a lo largo de la obra es un proceso, pero, inconclús – lejos todavía de una llegada en ninguna parte, de hecho. El mismo economista así lo establece, afirmando que "los niveles de desigualdad a las sociedades occidentales se han reducido, pero sueño todavía inaceptables". El francés, así, reconoce la necesidad de la aplicación de un ancho programa de reformas que permita "transformar" el modo de producción en un sentido igualitario y democrático – reformas relacionadas con la fiscalidad, la redistribución y predistribució de la riqueza o la descentralización de la propiedad de los medios de producción y la autoridad de los trabajadores sobre ellos.

La propuesta estratégica de Piketty pasa por diversas de las mesures estrella del programa de la heterodoxia económica. El autor propone una combinación de una fiscalidad progresiva, que culmine con unas tasas marginales "quasiconfiscatòries" para las rentas más altas – unos impuestos que reivindica acertadamente emmirallant-se en la fiscalidad de la administración Roosevelt y su "éxito en desarrollo social y eficiencia" – y programas cómo un trabajo garantizado gestionado porEstado el o una renta mínima. En cuanto a la propiedad y toma de decisiones sobre el capital, Piketty pide una mayor participación de los trabajadores a la empresa privada, con su entrada por ley a consejos de administración y la limitación de la capacidad decisoria de los accionistas. Sus medidas para el sector privado, justo es decir, venden de la conciencia de su inevitabilidad a corto plazo.

A diferencia de algunos análisis económicos con ambiciones reformadoras y progresistas, especialmente firmadas desde los centros norteños global, es de valorar el reconocimiento de Piketty de los varios factores de desigualdad más allá de los efectos de la contradicción entre el capital y el trabajo. A pesar de no profundizar en los conceptos – más porque no corresponde al foco de la obra que para hacerlos de lado – el francés dedica reflexiones a lo largo de su Breve historia a cuestiones cómo la reversión de las expansiones coloniales mediante procedimientos de justicia restaurativa; la necesidad de la superación del patriarcado o la profunda relación de la economía de mercado con la emergencia climática. La propuesta global del autor, así, tiene una marcada vocación de universalidad – una nueva forma de ser en sociedad, con todas sus implicaciones.

Todos somos contingentes

Decía el filósofo Carlos Fernández Líria que "la historia no es una articulación de razón y tiempo; es la razón contra el tiempo". Este progreso humano de que hace bandera Piketty ha sido, cómo el libro mujer buen cuenta, un proceso contingente, accidentado, y que, cuando se ha llegado a implementar, ha navegado grandes oleadas de movilizaciones y luchas populares. Una de las virtudes de la Breve historia de la igualdad es, pues, la conciencia del carácter colectivo que tienen los adelantos que propone, y la imposibilidad de continuar en el adelanto humano que diagnostica sin la organización y la praxis política de grandes "bloques democráticos" cómo los que han servido de palanca por las victorias del pasado – y cómo los que, reconoce, fueron incapaces de parar la reacción de las últimas décadas del siglo XX.

"La naturalez aborrece el vacío: si no se construye un proyecto democrático supranacional, construcciones autoritarias ocuparán su lugar"

La aproximación de Piketty es, además de universal, global. Consciente de las desequilibradas relaciones de poder ya no solo entre individuos, entre capas de la sociedad; sino también entre países y regiones enteras, la aspiración del economista es la de una movilización – y el establecimiento de una nueva estructura productiva y normativa – que traspase las fronteras. El francés se coge al análisis de Hannah Arendt cuando, a sus Orígenes del Totalitarismo, consideró esta carencia de aspiraciones y análisis supranacionales lo principal factor de la derrota de los movimientos transformadores en el periodo de entreguerras. "La naturaleza aborrece el vacío: si no se construye un proyecto democrático supranacional, construcciones autoritarias ocuparán su lugar", alerta.

"Toda riqueza es de origen colectivo; la propiedad privada solo se instaura en cuanto que favorece el interés general", defiende el autor, que observa a lo largo de la obra la necesidad de construir un bloque histórico que deje atrás la idea – "históricamente sin sentido" – del carácter individual de la economía. A pesar de que no profundiza en los grandes obstáculos que observa para la implementación de estos cambios, el programa optimista de Piketty se hace patente en las páginas de la Breve historia, un libro profundamente político que critica explícitamente muchos de los planteamientos de la ortodoxia económica y sus altavoces culturales y mediáticos. La aspiración, además, es mucho más práctica que teórica – más de argumentario discursivo que de profunda reflexión. "Si el libro ha contribuido a rearmar el lector, entonces mi trabajo está hecho", concluye.

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