El Circuit de Catalunya, una infraestructura clave (pese a quien pese)

El Circuito es una infraestructura clave del país, a pesar de sus enemigos y la amenaza de perder la Fórmula 1

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El 28 de octubre del 1923 se llevó a cabo la solemne inauguración de la Autòdrom de Terramar, un circuito oval entre Sitges y Sant Pere de Ribes que en aquel momento pasaba para ser unos de los cuatro circuitos cerrados existentes al mundo, junto con Brooklands (Inglaterra, 1907), Monza (Italia, 1921) e Indianàpolis (Estados Unidos, 1909). En aquella jornada tan ilusionante se congregaron 35.000 espectadores, venidos en tren - a las cuatro de la mañana empezaron a salir convoyes de Paseo de Gracia - y también en coche particular. Remojados por una lluvia intensa, con multitud de problemas organizativos y bajo la mirada del Infante Alfonso - que presidía el acto por delegación de su tío, el monarca Alfonso XIII - el primigenio circuito catalán hizo sus pasos iniciales.

La histórica carrera inaugural finalizó con la victoria del parisino Albert Divo, a los mandos de un Sunbeam de dos litros, en un final apasionante porque cuando la victoria parecía que sería para el conde Louis Zborowski, al noble inglés se le reventó un neumático y perdió treinta y cinco segundos preciosos que lo alejaron del triunfo. Así pues, Divo pasó a la historia como primer vencedor de una cursa a un circuito cerrado en Catalunya. Por cierto, Zborowski, que era descendente de la familia norteamericana Astor, murió un año más tarde en un accidente al circuito de Monza cuando pilotaba un Miller 122. Curiosamente, su padre también había encontrado la muerte en una carrera automovilística, en este caso en 1903, en Francia.

Que Catalunya fuera pionera en disponer de un circuito no era casualidad, sino que respondía a una afición muy numerosa por las actividades del motor ya desde buen principio. La tarea ingente de la Penya Rhin permitió que desde 1916 el calendario catalán se fuera rellenando de cursas tanto de coches cómo de motos y la afición no parara de crecer. Pero los catalanes del primer tercio del siglo XX no solo competían, sino que también fabricaban coches de primer nivel, como los Hispano-Suiza, Elizalde, Abadal o David , en una época dorada que duró, más o menos, hasta la Guerra Civil. Tiempo más tarde, entre la posguerra y los ochenta, Catalunya fue epicentro mundial de la fabricación de motos, con el célebre repoker de marcas locales Derbi, Montesa, Bultaco, Ossa y Sanglas que traspasaron fronteras.

Los medios españoles casi nunca han usado la denominación oficial de Circuito de Catalunya, porque siempre se han referido como "Circuito de Montmeló"

El circuito con que abríamos el artículo no tuvo una vida muy exitosa por culpa de los problemas financieros de sus propietarios, pero bien pronto encontró relevos, porque Montjuic fue escenario de gran número de carreras desde los años treinta hasta los sesenta, y después revivió en los setenta (de hecho, desde 1969) siendo la sede del Gran Premio de España de Fórmula 1 en varias ocasiones; entremedias, el circuito de Pedralbes, en la Diagonal de Barcelona, estuvo activo las décadas de los cuarenta y cincuenta. Por lo tanto, parecía algo esperable y cuestión de tiempo que Catalunya volviera a tener un circuito de primer nivel después del cierre del de la montaña de Montjuic. Y así fue, porque el 1991 entró en servicio el bautizado como Circuit de Catalunya, ubicado a una parcela entre los municipios de Montmeló, Granollers y Parets del Vallès. Por cierto, es un hecho muy evidente que los medios españoles casi nunca han usado la denominación oficial de Circuito de Catalunya porque siempre se han referido como Circuito de Montmeló. Cuesta no ver trazas de catalanofobia en esta práctica.

El 29 de septiembre de 1991 fue la fecha histórica en que el país recuperó el Gran Premio de Fórmula 1, dieciséis años después de la última edición, la celebrada el 27 de abril del 1975 a Montjuic, donde un accidente mortal provocado por una salida de pista del piloto alemán Rolf Stommelen acabaría precipitando la inhabilitación del circuito. En aquella ocasión, Stommelen salvó la vida, pero no tendría tanta suerte otro mes de abril, el de 1983, en qué perdió la vida durante una carrera en el circuito de Riverside (California).

Hoy, cuando el Circuito ha superado ya el cuarto de siglo de existencia, se puede decir que se ha consolidado como infraestructura clave del país, a pesar de la amenaza permanente de perder su producto estrella, la Fórmula 1. Según encuestas realizadas más allá de las fronteras, uno de los aspectos por los cuales Catalunya es conocida en el extranjero es precisamente la Fórmula 1 (de hecho, es el segundo de los puntos que los encuestados destacan). Pero la instalación es mucho más que esto, porque tiene una cifra de ocupación que rebasa ampliamente los trescientos días al año, un dato que puede sorprender. Hay que decir que esta información y todas las que damos en el presente artículo en cuanto a cifras son anteriores a la llegada de la pandemia, por razones obvias. Hace años consiguió situarse como el único circuito del mundo que organizaba tres campeonatos del mundo, los dos conocidos de Fórmula1 y MotoGP, y también el Rallycross. Además de estos eventos, también hay campeonatos de España, campeonatos de Catalunya, ensayos, presentaciones, tandas para aficionados, e incluso, las 24 horas en bicicleta. Al cabo del año, se reúnen unos 600.000 espectadores en sus gradas.

Uno de los aspectos que sistemáticamente ha puesto el Circuito en la diana de sus detractores es el déficit recurrente que genera (en 2019 perdió 3,8 millones de euros), que se acostumbra a cubrir con aportaciones de la Generalitat. Según los defensores de la instalación, estas pérdidas quedan compensadas con creces con los 340 millones de euros que genera de impacto positivo en el territorio. La etiqueta que se intenta vender en todo el mundo es la de "Catalunya es el paraíso del motor", una afirmación que, por lo que hemos explicado a comienzos de este artículo, no parece nada alejada de la realidad. Según las estadísticas, el 7% del PIB del país y un tercio del PIB industrial corresponde la automoción (hay que recordar la presencia preponderante de Seat dentro de nuestro territorio).

La etiqueta que se vende en todo el mundo es la de "Catalunya es el paraíso del motor", una afirmación que no parece nada alejada de la realidad

Hasta ahora hemos reiterado el peso que tiene la Fórmula 1 en los resultados del circuito, pero también hay que hacer mención al mundial de motociclismo, conocido como MotoGP, que a pesar de ser de una magnitud mucho menor al gran circo del automovilismo (la F1 genera entre 7 y 10 veces lo que genera MotoGP), es también una actividad medular de la instalación. En cuanto al valor de los derechos, la Fórmula 1 supera entre cuatro y cinco veces a las motos.

En la actualidad, el máximo accionista del Circuito es la Generalitat, que después de varias ampliaciones de capital, atesora un 78% de la sociedad. Como socios menores está el RACC (un 14%) y el Ayuntamiento de Montmeló (7%). La facturación antes de la pandemia (2019) había crecido hasta los 24,5 millones de euros, con unas pérdidas - ya comentadas - de 3,8 millones. En los últimos años se ha producido un verdadero desfile de presidentes de la entidad, porque en poco tiempo han ocupado el cargo Vicenç Aguilera Caelles (hasta el 2020), Maria Teixidor Jufresa (2020), Ramon Tremosa Balcells (2020-21) y Roger Torrent Ramió (desde el 2021). El primer ejecutivo es el geólogo Josep Lluís Santamaria Romero.

Antes decíamos que el Circuito tiene una buena legión de enemigos que, por varias razones, querrían verlo cerrado, pero en enero de 2020 todo se complicó todavía algo más porque la Generalitat (a través del organismo de Intervención) detectó irregularidades en la gestión de la entidad, que afectaban a retribuciones indebidas, contratación de ETTs y a cierto descontrol en el reparto de localidades. Para acabarlo de adobar, este 2021 ha sido la Sindicatura de Cuentas la que mostrado su desagrado con la manera como se ha gestionado el circuito. Antes, en 2019, ya habían saltado algunas alarmas por una auditoría que señalaba posibles irregularidades durante el ejercicio de dos años antes. Al Ayuntamiento de Barcelona, que desde que está gobernado por los Comuns siempre ha visto con malos ojos la instalación, le faltó tiempo para bloquear la aportación que aquel año tenían reservada para el Circuito. Mientras tanto, en Madrid se frotan las manos con la posibilidad de que algún día la sangre llegue al río y, entre unos y otros, Barcelona acabe perdiendo su Gran Premio de Fórmula 1 y la capital del Estado pueda acceder a su sueño hasta ahora prohibido de disfrutar del circo del automovilismo.

Por cierto, que en la web corporativa del Circuito resulte imposible acceder a la información sobre retribuciones del personal directivo - a pesar de que hay un apartado aparentemente destinado a facilitar estos datos - no ayuda mucho a desvanecer las dudas que, como hemos visto, han sobrevolado últimamente la gestión de la instalación.

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