Final(es)

Debemos saber decir "hasta aquí" a los proyectos y dar un paso al lado cuando hemos dado todo lo que teníamos que dar por nuestra parte.

El cielo | Ariadna Romans El cielo | Ariadna Romans

Si no es feliz, no es el final.

Para Saja.

Dicen que en la vida todo acaba. En este último año he experimentado todos los tipos de final que una persona corriente experimenta a lo largo de una vida. No los he experimentado absolutamente todos, claro, ni tampoco todos los que vendrán, pero sí que he vivido diferentes tipologías que me han atravesado y ocupado durante este tiempo.

Como decía T.S. Eliot en Little Gidding, lo que llamamos inicio a menudo es el final, y el final es desde donde partimos por un nuevo inicio. Los inicios y los fines son momentos extremadamente etéreos, pero son formas culturales que sirven para representar pausas y cambios entre una etapa y otra, para dar un giro en lo que era el relato esperable de nuestra historia personal. El Diccionario de la Enciclopedia de la Lengua Catalana describe la palabra “final” de la siguiente manera:

final

1 adj. [LC] Que és a la fi d’una cosa, que acaba o clou una cosa. La síl·laba final d’un mot. L’escena final d’un drama. L’examen final. El judici final.

2 1 m. [LC] Última part d’una cosa en el temps. A final d’any farem inventari. A finals d’any farem inventari.

2 2 m. [LC] Última part d’una cosa en l’espai. La casa que busques és al final del carrer.

2 3 m. [LC] Última part d'una cosa. No m'agrada gens el final d'aquesta pel·lícula.

3 f. [LC] [SP] Prova en què es determina el guanyador d'un certamen o d'una competició.

4 f. [MU] Nota principal en els modes antics, sobre la qual s’acaba la melodia.

5 adj. [LC] Que concerneix el fi. Causa final.

Es relevante que una palabra que significa la llegada a la nada, el último paso antes de la negación o ausencia, tenga tantas acepciones. Será a partir de éstas que desarrollaré las reflexiones que me gustaría compartir en este espacio.

1 adj. [LC] Que es al final de algo, que termina o cierra alguna cosa. A lo largo de mi vida he tenido el placer de poder conversar y observar a muchas personas que, o han tenido un negocio, o han emprendido un proyecto como apuesta personal. Todas ellas siempre me han recordado que su empresa duraría "hasta que Dios quiera" o "hasta que la cosa (siendo la cosa la economía del país) nos deje seguir". Todos eran conscientes de que aquello podía acabarse en cualquier momento, pero ésta nunca era la razón para no seguir adelante con una iniciativa que consideraban relevante. "Hasta aquí hemos llegado", explicó un amigo de la familia cuando tuvo que cerrar su empresa debido a la crisis económica. Y meses después volvió a empezar un negocio, en otro sector y de otro modo, pero que no dejaba de representar su voluntad de crear e impulsar lo que consideraba importante.

La vida nunca deja de ser un cúmulo de experiencias que, poco a poco, se entrelazan para formar lo que será, llegados al final, nuestra historia

Cuando termina una cosa, siempre empieza otra. En El Señor de los Anillos, Gandalf dice “una parte del camino ha terminado. Otra comienza justo ahora”. A veces las cosas terminan por la aparición de una nueva oportunidad, y a veces tienen que pasar algunos meses hasta que encontramos una nueva forma de empezar. En cualquier caso, no hace falta ni miedo ni prisa. La vida nunca deja de ser un cúmulo de experiencias que, poco a poco, se entrelazan para formar lo que será, llegados al final, nuestra historia. El sentido no hace falta que lo tenga ahora ni después, el sentido se irá formando a medida que hacemos lo que no podríamos hacer de otra forma, como decía Immanuel Kant. Siguiendo el imperativo categórico veremos que lo importante es lo que ya sabíamos que lo era, y que las etapas profesionales, como todo en la vida, son experiencia y experiencias que nos llevan a cada etapa del camino. Hayan sido gratificantes, como la última que acabo, o empresas frustradas, como en el caso de mi amigo.

2 1 m. [LC] Última parte de algo en el tiempo. La muerte nunca es algo fácil de afrontar, y lo que viene después del final de la vida de un ser querido, menos. El recuerdo todavía caliente de una de las personas más importantes para alguien nunca es fácil de digerir, y durante los primeros meses nos inunda una sensación de que el mundo se desmorona y no podemos hacer nada por evitarlo. En palabras de Joan Didion, "el duelo, cuando llega, nunca es cómo habrías esperado que fuera a ser". Pero meses después de un final existe una pequeña luz. El final se ha convertido, de repente, en el inicio de una nueva vida. Una nueva vida que, en parámetros de lo anterior, es incompleta por la ausencia de la persona amada, pero que, si emprendemos con vitalidad, esconde el nuevo inicio de una nueva realidad que, si bien no lo pensábamos, contiene también felicidad, aunque de otro tipo. Debemos encontrar formas de recordarnos que, a pesar del dolor de la muerte, la última parte de algo en el tiempo no excluye el hallazgo de nuevas formas de vivir plenamente.

Meses después de un final, existe una pequeña luz. El final se ha convertido, de repente, en el inicio de una nueva vida

2 2 m. [LC] Última parte de algo en el espacio. Estos días por Barcelona he vivido como si nunca volviera a vivir aquí. Es evidente que Barcelona y yo nos reencontraremos pronto, con ese agridulce cariño que hemos desarrollado a lo largo de siete años. Pero vivir los sitios como si fueran los últimos días de tu vida tiene cierta gracia. Heráclito decía que no podemos bañarnos nunca dos veces en un mismo río. Sé que cuando vuelva a Barcelona tampoco será la misma ciudad. Por eso, lejos de la tristeza de la despedida, hay que bañarse en todos sus lugares y los rincones que más quieres, para tener siempre, si no su cotidianeidad, el recuerdo de aquella ciudad que te ha hecho adulta.

2 3 m. [LC] Última parte de algo. Hay proyectos que, sin saber bien por qué, han llegado a su fin. Ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer, ya hemos aprendido todas las lecciones que podemos aprovechar o, sencillamente, nos hemos cansado de hacer algo que hace tiempo que es más agotador que emocionante. Debemos saber decir lo suficiente a los proyectos y dar un paso al lado cuando hemos dado todo lo que teníamos que dar por nuestra parte. Como dicen los Manel, tan bueno es insistir como saber retirarse. A veces, por tanto, retirarse no es un fracaso, sino más bien una victoria. En unos meses, miraremos atrás, valoraremos todo lo que hicimos, y nos sentiremos orgullosas del trabajo realizado. Como con deba-t.org y todos los proyectos de la universidad.

Siempre se puede volver a empezar, la gracia es aprender a hacerlo cada vez mejor que el anterior

3 f. [LC] [SP] Prueba en la que se determina el ganador de un certamen o de una competición. Ésta es, quizá, la acepción que menos me interpela. La final, el desempate. ¡Qué insignificante que debe ser una competición para merecer un premio al final! Como si el que sabe que ha hecho algo bueno necesitara una medalla o una copa para sentirse recompensado. Si el premio es dinero, tiene sentido. Pero los premios de galones, aquellos que sólo nos reconfortan, éstos no son necesarios, o no deberían hacer tanta falta. Lo que sí es necesario es mostrarnos vencedores incluso cuando vienen malas rachas. Entender que el fracaso puede ser estrepitoso, pero también una forma de volver a empezar de otra forma. Siempre se puede empezar de nuevo, la gracia es aprender a hacerlo cada vez mejor que el anterior. Aquí residen las pequeñas victorias cotidianas, esas que realmente cambian el mundo.

4 f. [MU] Nota principal en los modos antiguos, sobre la que termina la melodía. De la misma forma que yo expreso con palabras, conozco a muchos que lo hacen con música, e incluso algunos con la combinación de ambas. Estas personas son algunos de mis mejores amigos. La música, siempre presente, siempre de fondo, siempre allí y allá vamos a donde vamos, ha acompañado a todos los finales. Desde cantar en el porche hasta cerrar la puerta de la primera oficina que pisamos, siempre ha habido un ruido de fondo que ha orientado todo lo que hacemos. Si debemos vivir, que sea con música. Si tenemos que sonreír, que sea porque el final ha sido acertado. Entregarnos al riesgo, a la intensidad, por las noches sin dormir y las empresas imposibles por esa nota de fondo que nos dice que sí, que esa era la opción correcta. Porque es la que hemos escogido sin plantear sus posibles alternativas. Volviendo a Kant, la que no podía ser de otra forma. "Que no hay prisa, que no hay prisa, que no hay nada al final", como canta Pau Vallvé.

5 adj. [LC] Que concierne a fin. Desde el primer día de filosofía, recuerdo que un amigo me dijo: "Que no te engañen, toda esta artimaña sólo se ha hecho para responder una pregunta: qué es Dios". Ateo cómo sé que es, lo tomé por loco. Ahora ya no tanto. La filosofía siempre ha formulado mil preguntas sobre la existencia, la esencia, la virtud, la libertad, la justicia… la causa y el fin. ¿Por qué somos cómo somos? ¿Por qué progresamos? ¿Por qué queremos saberlo? ¿Por qué vamos donde vamos y no a otro sitio? El fin último de la vida humana ha formulado muchas preguntas y las ha dejado abiertas porque, con otras ciencias sociales como la economía, las llenamos con otras subpreguntas: ¿por qué intercambiamos cosas? ¿Por qué nos regimos por un mercado o por qué renunciamos a hacerlo? ¿Qué sentido tiene la acumulación de bienes? ¿Es justo nuestro sistema de producción? Todas estas preguntas nos conducen, en una última instancia, al fin de lo que queremos de nuestra sociedad y de nuestra forma de comprender e interactuar con el mundo.

Henry Miller decía que, dado que la vida no tiene un sentido (orientación o fin), debíamos dotar a la vida de nuestro propio sentido. Muchos autores han seguido sus pasos, y otros muchos han otorgado a elementos sobrenaturales o metafísicos la finalidad o el destino de la explicación de la existencia humana. A pesar de todo lo dicho, esta columna sí tiene un sentido: reflexionar sobre las interconexiones entre la filosofía y la economía. Por este motivo, y dado que todavía no hemos llegado al final de este proyecto, continuaremos pensando y divagando durante algunos meses más. Nos leemos en septiembre.

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