Incontinencia urinaria en la mujer: cuando “mearse de risa” va más allá del sentido figurado

Esta disfunción, que se puede reproducir haciendo ejercicio, estornudando o manteniendo relaciones sexuales, es muy habitual entre las mujeres

Hay dos grandes tipos de incontinencia: la de esfuerzo y la de urgencia | iStock Hay dos grandes tipos de incontinencia: la de esfuerzo y la de urgencia | iStock

La expresión mearse de risa no es casual, muchas de las personas que sufren incontinencia urinaria saben que reír mucho puede acabar en una pérdida involuntaria de orina, una situación que se puede reproducir haciendo ejercicio, estornudando, practicando sexo o levantando peso.

El Dr. Jordi Cassadó, ginecólogo especialista en suelo pélvico de Àptima Centre Clínic, explica que esta disfunción es muy habitual entre las mujeres: "Los escandinavos tienen estudios de prevalencia según los cuales oscilaría entre el 8 y el 30%, es decir, más allá de los 65 años puede llegar casi al 30% y este porcentaje en una población como la catalana vendría a ser aproximadamente como llenar el Camp Nou 11 veces". Y, según el experto, incluso puede ser que las cifras podrían estar infravaloradas, puesto que no todo el mundo se atreve a comentarlo y van conviviendo con la patología sin hablar de ella.

Cassadó: "Los escandinavos tienen estudios de prevalencia según los cuales oscilaría entre el 8 y el 30%, es decir, más allá de los 65 años puede llegar casi al 30%"

Se trata de un problema higiénico, psíquico y social, porque repercute directamente en la calidad de vida y genera inseguridad y complejos. A menudo, esta vergüenza hace que las personas que sufren esta patología no la compartan con su médico de confianza, y la manera de poder revertir esta situación es por supuesto ponerse en manos de un especialista.

Tipologías, particularidades y afectaciones diversas

Tal y como detalla el Dr. Cassadó, hay básicamente dos grandes tipos de incontinencia: la de esfuerzo y la de urgencia. La primera tiene lugar con la tos o un esfuerzo y se escapan unas gotas de orina. En este caso el problema es de carácter anatómico, puesto que la uretra -el conducto del final de la salida de la orina- se mueve excesivamente o no cierra bien. La incontinencia de urgencia se da de repente y la persona en cuestión tiene una necesidad imperiosa de ir a orinar. "Este tipo es más limitante, puesto que desconoces en qué momento pasará", asegura.

Hay dos grandes tipos de incontinencia: la de esfuerzo y la de urgencia

Las consecuencias que se derivan de esta circunstancia son múltiples. En el ámbito físico la humedad propia de la incontinencia implica mucha más frecuencia de sufrir vulvitis o infecciones de orina. "Pero el gran problema es psicológico, es decir, la vergüenza de que esto me pasará en un momento que no quiero que me pase, especialmente en los casos de incontinencia de urgencia", expone el experto. En este sentido, explica que hay mujeres que para hacer un trayecto tienen controlados previamente todos los lavabos que encontrarán y en el caso de la de esfuerzo también hay mujeres que se resignan -por ejemplo, dejan de ir a correr- para evitar que se les escape la orina a consecuencia del impacto. "Probablemente, la solución no es la evitación, sino optar por intentar mejorar la calidad de vida porque ciertamente hay alternativas para hacerlo", recomienda el especialista de Àptima Centre Clínic.

Factores de riesgo

El hecho de ser mujer, la edad, el proceso del embarazo y el parto y la obesidad son los factores de riesgo más determinantes a la hora de sufrir incontinencia urinaria. Tal y como explica el Dr. Cassadó, las mujeres al tener una uretra más corta ya las pone en más situación de riesgo. En cuanto a la edad, a medida que nos hacemos grandes las opciones de sufrirla también incrementan, pero en estos dos factores no se puede incidir. "Lo mismo pasa en el caso del embarazo y el parto, momentos en los cuales se dan una serie de cambios anatómicos que tienen sus repercusiones en el suelo pélvico y también resulta difícil evitarlos. En cambio, la obesidad es otro de los factores de riesgo en el cual sí que podemos incidir", constata el experto, a la vez que reconoce que el componente genético también tiene que ver con la incontinencia y asegura que esta carga genética tampoco se puede evitar.

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¿Qué es el suelo pélvico y cómo cuidarlo?

"Es la parte más baja de la pelvis, la que recibe más presión, y está formado por una parte ósea y una muscular -el llamado elevador del ano- que evita que se nos caigan las vísceras al suelo", explica el Dr. Cassadó. En términos anatómicos, la mujer tiene una peculiaridad: esta parte del elevador queda entreabierto para facilitar el coito y el canal del parto y cuando sale el bebé esta musculatura se estira cerca de 15 veces su longitud y, por lo tanto, el impacto es muy importante y a veces en determinadas mujeres hay secuelas.

El Dr. Cassadó expone que para evitar futuros episodios de incontinencia es conveniente seguir una serie de consejos: realizar ejercicios de refuerzo del suelo pélvico, evitar la obesidad con una dieta equilibrada y ejercicio físico y marcar un horario miccional aproximado para evitar que la vejiga -sostenida también por la musculatura del suelo pélvico- sufra más de la cuenta.

Pruebas y tratamientos al servicio de la calidad de vida de las mujeres

Para hacer un diagnóstico lo máximo cuidadoso posible, mediante una entrevista ya se obtiene mucha información, comenta el especialista de Àptima: "Ciertamente, la parte clínica ya nos proporciona muchas pistas, pero se tiene que completar con una exploración, puesto que esta patología a veces va ligada con el prolapso -se da lugar cuando los ligamentos que soportan el útero se vuelven tan débiles que este ya no se sostiene y se desprende- o a incontinencia anal y, por lo tanto, conviene mirarlo muy bien". En determinadas circunstancias también se pueden pedir de complementarias como la ecografía o la urodinamia.

En referencia a los tratamientos, la primera línea es la rehabilitación del suelo pélvico, tanto si la incontinencia es de esfuerzo como de urgencia, a pesar de que también es recomendable perder peso y prescindir de sustancias irritantes, como el caso de la cafeína. "Trabajar diariamente la musculatura es muy conveniente, con diez minutos es suficiente y si la rehabilitación no acaba de funcionar disponemos de la cirugía mediante la cual colocamos una cinta por debajo de la uretra que -en la incontinencia de esfuerzo- limita su movilidad y ayuda a cerrar mejor. En la de urgencia no hay incidencia en el ámbito anatómico, es un problema funcional que hay que abordar con fármacos", concluye el Dr. Cassadó.

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A pesar de tratarse de una patología bastante extendida, el Dr. Cassadó se muestra optimista: "En buena parte de los casos la incontinencia urinaria se puede curar y en el resto normalmente se puede convertir en menos limitante; cuando hay mucha patología asociada resulta más difícil, pero, aun así, siempre se pueden hacer cosas para mejorar".

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