Más vale solo que mal acompañado

Desde el 2002 hasta el 2018, la cantidad de solteros antes de cumplir los 40 años se ha duplicado en todo el mundo

El mito de la soledad de los solteros respecto a la compañía de los casados se está desvaneciendo en la sociedad | iStock El mito de la soledad de los solteros respecto a la compañía de los casados se está desvaneciendo en la sociedad | iStock

El dicho no siempre tiene razón. Unos viven bien en pareja y otros, no; unos no se resignan y otros son afortunados. El hecho es que, del 2002 al 2018, se ha duplicado en el mundo la cantidad de solteros antes de cumplir los 40 años (Wavemaker, Tendencias de crecimiento, 2022). Los seis de cada diez que no se aparejan afirman, según la misma fuente, que están contentos en este estado: han tomado la decisión de forma consciente y la defienden con orgullo. La soltería ya no es cuestión de encontrar o no encontrar pareja, como repite a menudo el mantra, sino de querer o de no querer vincularse. De una situación de resignación personal, se estaría pasando a una conducta activa grupal. Esto está causando unos cambios de todo tipo en la mayoría de los ámbitos de la vida cotidiana y de la economía, en la comida, en la vivienda, en los viajes, en el patrimonio, en el ocio, en las relaciones en general.

Comentaba el otro día estos datos con una wedding planner y todavía ríe ahora. Hace dos años estuvo a punto de cerrar el negocio y dedicarse a otra cosa; el año pasado, se hizo un harto de planificar ceremonias nupciales, y este año no da al abasto. En efecto, en el 2021, los casamientos aumentaron en España un 60%, después del cierre radical del año anterior, según el INE; este año, se duplicarán respecto al año anterior, lo cual quiere decir que se celebrarán más que en el 2019. Si se confirman las previsiones del estudio Free wedding market report, en el 2022 se habrá cumplido el número de esponsales más elevado en los Estados Unidos desde que en 1984 los baby boomers se pusieron de acuerdo en ir todos al altar, unos 2,5 millones. Si es cierto que la pandemia ha hecho crecer excepcionalmente los enlaces estos dos últimos años, más lo es que este episodio se sitúa dentro de una larga tendencia de disminución del número de personas que opta por vivir en solitario. Actualmente, según el INE (2020), en el Estado español, casi cinco millones de hogares son unifamiliares. Representan uno de cada cuatro -más hombres que mujeres, proporción que aumenta a medida que se encoge la brecha de género y se disemina por todas las edades-.

Los casamientos aumentaron a España un 60%, después del cierre radical del año anterior

Doble moral

Perduran los estereotipos sociales. Todavía se impone la doble moral. El imaginario colectivo continúa reproduciendo que la felicidad se sitúa del lado de las familias con hijos, con patrimonio conjunto, con doble ticket para los espectáculos, con vida social en pareja con hijos, donde los singles ejecutan funciones secundarias al entorno familiar, desarraigados. Ahora bien, a medida que crece la población de singles, la realidad es bien cambiante: la población soltera no es un paria social que espera casarse, sino que tiene proyecto de vida activa; ellos no son los playboys de las películas con vidas desordenadas y ellas tampoco las egoístas que anteponen sus intereses. Solteras y solteros optan por este estado a consecuencia del desarrollo personal elegido. Cada vez más demuestran disponer de agenda propia. Incluso el mito de la soledad de los solteros respecto a la compañía de los casados se está desvaneciendo en la sociedad.

En Japón, la soltería es el estado mayoritario dentro de la población: los nipones han pasado en pocas décadas de vivir en torno el núcleo familiar/trabajo al de las relaciones comunitarias, que se vehicula intensamente tanto a través de las redes sociales como vía presencial mediante fiestas sociales privadas, y puntos de contacto más o menos espontáneos en bares, restaurantes, karaokes, clubes de lectura o teatros de kabuki.

De este modo, en occidente cambian aceleradamente los conceptos de amistad y afecto, ampliados enormemente gracias a las redes sociales, así como la misma relación de pareja, más igualitaria y empoderada individualmente. Cambia también la relación con los hijos -número y dedicación a la crianza, sobre todo-, a medida que ha ido cayendo la tasa de los nacimientos. Cambia también la conducta sexual; las aplicaciones de citas permiten separar sexo de matrimonio estable para buscar relaciones saludables, tanto para ellos como para ellas; como hay más hombres que exploran esta vía, aparece una nueva oportunidad para la liberación femenina. El algoritmo está innovando muchísimo en este sentido: de la fórmula primitiva de buscar sexo, sobre todo ellos, estas aplicaciones facilitan el establecimiento de relaciones amorosas y provechosas diferentes de las que se reproducían en el interior de la pareja. Un signo evidente de la transformación colectiva es que la parte más sensata de la Iglesia católica anatematiza menos que no tantea vías de acercamiento a la mentalidad soltera de estos colectivos propiciando una visión más moderna de la religiosidad.

Junto con estos adelantos, proliferan los escollos. El principal es que acontece más caro vivir en solitario que no en pareja. En primer lugar, por la estructura y el precio de la vivienda. En segundo lugar, por los paquetes de productos alimentarios, pese a los grandes adelantos de la distribución. En tercero, por las numerosas penalizaciones económicas que sufren el singles en los hoteles o en el ocio en general, donde ir solo es más costoso y a veces mal visto. Y, en cuarto lugar, por la fiscalidad altamente desfavorable para ellos. Suerte es que este colectivo en general es envidiado por las marcas por su nivel de renta disponible, porqué: a) dispone de más tiempo para dedicarse a su carrera profesional; b) puede reinventarse permanentemente; c) lo tiene más fácil que otros para emigrar, dada la escasez de vínculos familiares; y d) tiene buenas condiciones para la pluriocupación, o para adoptar fórmulas laborales autónomas. Todo esto lo dinamiza en el mundo laboral, más en estos momentos de cambio tecnológico. Las empresas aprecian su talento, y los consideran solteros de oro.

En China, el once de noviembre celebrarán el Guaggun Jie, el día del soltero

No se trata de optar por un modelo u otro, como si fueran antagónicos. Familia nuclear y unifamiliar pueden convivir sin demasiadas contradicciones en una sociedad permisiva, donde la fiscalidad favorezca a los matrimonios con hijos, pero no penalice a los que optan para vivir en solitario y que cada cual se espabile. Por suerte, el marco jurídico va limando las asperezas y acorazando los derechos individuales frente a los que querrían imponer modelo arcaicos. En China, dentro de unos días, el once de noviembre, celebrarán el Guaggun Jie, el día del soltero. Según El Esquiú, el año pasado Alibaba y Tmall, las más grandes plataformas de comercio electrónico de Asia, facturaron unos 75.000 millones de dólares, batiendo todos los récords históricos, mucho por encima del Black Friday occidental. El objetivo de la fiesta es regalar cosas al rey del mercado. No hay que llegar a este tipo de exaltación consumista inventándose otros cebos comerciales. Quién quiera vivir en pareja que lo haga y quien desee otro modelo que lo pueda desarrollar con tranquilidad y sin discriminaciones.

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