Todos sabemos que el turismo está pasando por unos momentos complicados. La pandemia mundial que nos asedia parece que no quiere recular y el sector turístico está sufriendo las consecuencias de una manera especialmente dura. Las empresas tienen que innovar y ajustar sus estrategias competitivas a la nueva realidad que nos ha tocado vivir, pero no es sencillo y menos en un sector que quizás no ha hecho los deberes en cuanto a la digitalización de sus servicios.
Paradójicamente, es en este contexto digital donde el turismo puede tener una buena oportunidad para reinventarse o, cuando menos, para explorar una nueva realidad (virtual) en esto que ahora denominan el metaverso.
La primera vez que sentí a hablar de este término a principios del 2020 pensé que era una locura sin sentido ni futuro que intentaba aprovechar el confinamiento general de la población para dar a conocer un nuevo universo digital. Confieso que fue la primera impresión de alguien que observó con escepticismo los primeros años de las criptomonedes. Error.
Durante las últimas semanas, hemos vivido un boom de noticias que hablan sobre el metaverso y lo han convertido en trending topic mundial. Terrenos virtuales vendidos por más de 2 millones de dólares, yates virtuales vendidos por más de 600.000 dólares, emprendidas cómo Adidas, Microsoft, Roblox invirtiendo en mundos virtuales, particulares invirtiendo ingentes cantidades de dinero en arte virtual... Una auténtica locura... O no.
Un metaverso es un espacio de realidad virtual en el que puedes interactuar con un entorno generado por ordenador y con otros usuarios
De hecho, con todo el mundo con que he hablado en detalle de este tema ha tenido la misma reacción que tuve yo al enterarme de qué era esto del metaverso. Sin embargo, a medida que he ido investigando sobre el tema he descubierto un mundo apasionante donde se mezclan tecnología, innovación, negocio y, por qué no decirlo, especulación.
Pero vamos por partes, ¿qué es esto del metaverso?
Un metaverso es un espacio de realidad virtual en el que puedes interactuar con un entorno generado por ordenador y con otros usuarios. Pero ¿qué lo hace especial? Pues, en primer lugar, es un espacio virtual. Puedes explorarlo mediante un ordenador, una consola de videojuegos, un móvil, unas ojeras de realidad virtual u otros dispositivos, experimentando gráficos y sonido en 3D, tecnologías que hoy en día tenemos a nuestro alcance. En segundo lugar, la persistencia. El mundo virtual está disponible cuando lo quieras visitar y puede cambiarse añadiendo o eliminando objetos (cualquier cosa que pueda ser representada por ordenador) y estos cambios se mantendrán a su lugar otra vez que lo visites. Cada metaverso dependerá del contenido generado por los usuarios (creaciones digitales e historias personales) del mismo modo que lo hacen las redes sociales hoy en día. En tercer lugar, el metaverso es social, es decir, podrás conectar con personas mediante avatares e interactuar de forma virtual. Quizás la idea de socializar y conocer otras personas y tener la sensación de estar con ellas en persona no es tan mala en un entorno postpandemia. En cuarto lugar, la posible conexión del mundo virtual con el mundo real. Una persona podrá hacer funcionar una máquina en el mundo real, interactuando con su copia virtual al metaverso. Y, en quinto lugar, parece una expansión natural de internet.
Razones para no menospreciar el metaverso
Pero esto del metaverso no es nuevo. Hace ya prácticamente veinte años que convivimos con metaversoos, cpmo el propuesto en el videojuego Second Life, que no han tenido la notoriedad que parece que toman ahora. ¿Por qué ahora parece que puede tener una oportunidad? Desde mi punto de vista por dos razones principales. La primera es que el gigante tecnológico Facebook (ahora Meta) y su presidente, Mark Zuckerberg, parecen haber hecho una apuesta estratégica (quizás la más importante de una gran empresa desde que empezó este siglo) por el metaverso y este hecho está generando cierto hype a los mercados. La segunda, el desarrollo de la tecnología blockchain, que permite a los usuarios de los metaversoos basados en esta tecnología especular sobre bienes raíces virtuales y los ahora llamados tokens no fungibles (NFT) de forma segura y hacer pagos con criptomonedes.
El potencial del metaverso como generador de nuevas oportunidades
Y es aquí donde pienso que las reglas del juego han cambiado. El capital está viendo potencial de negocio en este entorno y analistas de Bloomberg, entre otros, hablan ya del metaverso cómo la grande próxima plataforma tecnológica con un potencial de expansión sin precedente que ya cuantifican en unos 800.000 millones de dólares para el 2024. Hablan de la oportunidad de mercado que se generará al encapsular entretenimiento en vivo como eventos deportivos, conciertos, eventos culturales, sin olvidar la capacidad de generación de ingresos por publicidad de este tipo de entorno.
Este nuevo mundo de convergencias de los reinos físicos y digitales presenta una gran oportunidad de negocio
Parece, pues, que este nuevo mundo de convergencias de los reinos físicos y digitales presenta una gran oportunidad de negocio donde empresas de prácticamente todos los sectores pueden capitalizar nuevas fuentes de ingresos, pero, como toda moneda tiene dos caras, ya ha salido una legión de escépticos que solo ve una gran burbuja en esto del metaverso.
El tiempo pondrá a cada cual a su lugar, pero todavía recuerdo titulares de final del siglo pasado donde se tildaba internet de moda pasajera, sin futuro y se dudaba del potencial de internet para generar negocio. Después vinieron Facebook, Google, YouTube... El resto es historia.
La nueva revolución del sector turístico
Y es en este punto donde me vuelvo a preguntar si el sector turístico puede dejar pasar la oportunidad de hacer una apuesta estratégica por el metaverso y aprovechar este momento para hacer frente a una digitalización absolutamente necesaria. Quizás es momento de aprovechar el contexto para subir a un tren donde parece que solo han comprado billetes de primera las grandes empresas tecnológicas del planeta, que, dicho sea de paso, son las empresas con mayor capitalización bursátil del mundo y las que mejor se han sabido adaptar a los cambios que han llevado la globalización y la digitalización en los últimos veinte años.
¿Tendrían que comprar las cadenas hoteleras parcelas virtuales a alguno de los principales metaversoos que parece que empiezan a hacer fortuna, como Decentraland o The Sandbox, y construir hoteles virtuales?
¿Tendrían que ofrecer sus servicios en alguno de estos nuevos mundos las empresas del sector turístico? ¿Se pueden vender tours virtuales? ¿Experiencias inmersivas? ¿Visitas a museos que exponen obras artísticas en formato de NFT? El abanico de posibilidades que se presenta es inmenso.
Mi reflexión es que si las empresas han sido capaces de adaptarse y ofrecer sus servicios a internet, ¿por qué no tendrían que ser capaces de hacerlo ahora al metaverso?
Desde mi punto de vista, es cuestión de tiempo que personas con visión, talento y espíritu innovador emprendan nuevos retos empresariales y surfeen esta ola, porque el mundo va de esto: cada cual tiene que esperar su ola y, cuando llega, lo tiene que saber aprovechar.
Ahora la gran pregunta es saber si el metaverso es la oleada que necesita el sector turístico para reavivar, pero, como diría el grande Bob Dylan, la respuesta, amigo mío, está en el viento.