Mi casa es mi casa... ¿o no?

Las redes sociales han potenciado el Personal Branding, pero también han abierto sus puertas a actitudes que traspasan la mala educación digital

Elon Musk, fundador de Tesla | EP Elon Musk, fundador de Tesla | EP

Imaginad la escena: Estáis en vuestra casa hablando con un amigo. Puede ser una conversación amable o una discusión amarga, pero en todo caso intercambiáis opiniones dentro de un ámbito que ambos consentís, porque queréis. De repente, aparece un tercero en discordia. Nadie le ha invitado, pero se cree con el derecho de irrumpir la conversación, dar su opinión e intentar "reventar" el momento. La situación puede ser surrealista, incómoda al menos. Podéis intentar razonar con esta tercera persona y explicarle que no es educado lo que acaba de hacer... o podéis simplemente echarle de vuestra casa.

Esta situación, tan rara, se ha convertido en habitual en las redes sociales. Va íntimamente ligada a una línea muy fina y poco trabajada que separa al Personal Branding, el marketing social y la simple actividad particular en las redes. Y es que cuando Tom Peters utilizó por primera vez la expresión "Personal Branding" en 1997, internet todavía tenía que hacer el gran estallido y, durante los últimos años, el concepto ha ido adquiriendo dimensiones colosales. El concepto y, lo que es más importante, sus consecuencias.

Cuando ponemos nombres y apellidos en los marcos teóricos, todo parece más fácil. Fijémonos, pues, en Elon Musk. Musk tiene un perfil oficial en Instagram donde habla de empresa, por supuesto, pero también de temas particulares: bromas, “memes”, pensamientos propios que marcan su perfil. Elon Musk habla de Tesla, evidentemente, pero es raro (por no decir maleducado) que una empresa del sector entre en su perfil a cuestionar, criticar o interaccionar con terceras personas. Se ha creado, en este sentido, una regla no escrita de respeto y educación sobre lo que significa estar “en mi casa”, en mi perfil particular. El mismo proceso de respeto al perfil propio se traslada habitualmente a perfiles de Facebook, Linkedin o Pinterest, por citar algunos, por mucho que estas áreas personales sean utilizadas para construir “Personal Branding” o un branding indirecto de empresa. Es cierto que las grandes empresas y profesionales respetan estas reglas (a menudo no escritas) y que existe una “Netiquette” 3.0 que respeta la casa de cada uno. Básicamente, además, porque generar la discordia en un perfil ajeno de este tipo de redes “relajadas” denota no sólo mala educación, sino un nivel de analfabetismo digital preocupante a estas alturas de siglo.

Las redes no son homogéneas, sino que tienen diferentes reglas de juego y hay que saber en todo momento qué es correcto y qué está fuera de sitio

Pero no todo debe ser una vida sosegada. Si queremos "guerra", las redes también nos habilitan espacios para ser políticamente incorrectos e incluso maleducados. Así, quien quiere cuerpo a cuerpo y acepta la injerencia continua tiene una buena plataforma en Twitter. Hay quien se encuentra muy cómodo en estos ámbitos y potencia esta “invasión de privacidad” consentida, también bastante habitual en los grupos de Facebook (la segunda vida de esta red que todo el mundo da por muerta desde hace muchos años pero que sigue más viva que nunca). En estos casos “mi casa” ya no es “mi casa”, sino un foro abierto que suele generar provocación. Es otra forma de generar, en el fondo, Personal Branding: explicamos quiénes somos, cómo somos, cómo es nuestra empresa o nuestros servicios a base de la crítica, la polémica o la virulencia verbal a golpe de tuit o comentario. Las redes no son homogéneas, sino que tienen distintas reglas de juego y hay que saber en todo momento qué es correcto y qué está fuera de sitio, porque lo que Twitter acepta puede ser totalmente reprobable en Instagram, por ejemplo.

Y, llegados a este punto, es necesario poner sobre la mesa la gran decisión. Miles de gurús argumentan que el último recurso ante las injerencias "en mi casa" debe ser el bloqueo y que este debe estar muy justificado para no despertar reacciones adversas. El bloqueo en Facebook o en Instagram, recordemos, aísla a ambas partes, tanto al “bloqueado” como al “bloqueador”. Es cierto que hay poca literatura al respecto y que no existe un manual al uso para saber si estamos siguiendo correctamente las instrucciones. Por eso, intentando construir un silogismo coherente, habría que afirmar que, si los perfiles personales ayudan a construir el “Personal Branding” y, por extensión, el branding de tu empresa, debes poder sentirte cómodo y tranquilo en tu casa. Si tu casa es invadida sin previo aviso, la comodidad y la tranquilidad desaparecen por voluntad ajena. Si esta invasión se realiza por motivos interesados, desde un perfil personal ligado a la competencia o desde la competencia directamente, podemos concluir en que se está cayendo en una falta de respeto y educación “digital” no escrita pero evidente. Por tanto, ante injerencias y malas educaciones, actuar por la vía del bloqueo puede ser no sólo una decisión justa y terapéutica, sino un refuerzo del “Personal Branding” del que venimos hablando desde el inicio del artículo. Al fin y al cabo, sacarte de encima a personas digitalmente maleducadas no deja de definir quién eres “en tu casa” y delante de “tu gente”. Es una muestra de coherencia de puertas adentro y un aviso para navegantes de puertas afuera.

No sé qué pensará Elon Musk de todo esto. Intentaré preguntarle sin invadir su espacio privado, ¡no sea que acabe bloqueado!

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