Ni compra ni alquiler: llega el cohabitatge

Las cooperativas de vivienda, muy extendidas a los Países nórdicos, llegan con fuerza en Cataluña como alternativa ante la crisis habitacional

La cooperativa de vivienda La Borde apuesta por el cohabitatge La cooperativa de vivienda La Borde apuesta por el cohabitatge

El problema de la vivienda sigue levantando polvareda. A pesar de que el Gobierno español ha aprobado la prórroga obligatoria de los contratos de alquiler a cinco años, el precio del alquiler sigue por las nubes. Para no hablar de la compra. Si no es posible ni comprar ni alquilar, hay que buscar alternativas. Y las cooperativas de vivienda son una. Un modelo nuevo en casa nuestra, a pesar de que está muy extendido a lugares como los Países nórdicos o el Uruguay, que ha llegado con fuerza en Barcelona, donde se han establecido seis iniciativas diferentes.

Se trata de La Borde; Princesa 29; Ulldecona 26-28; Cerezos floridos; La Balma; y La Xarxaire. Todas ellas plantean como novedad la creación, desde cero, de un proyecto de vivienda que pone en el centro el concepto del cohabitatge. Sobre el papel la idea es simple: un grupo de personas que deciden juntarse para vivir conjuntamente en un mismo edificio, cada cual a su residencia particular, pero compartiendo multitud de espacios comunes.

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"Es una forma de vida más cercana a nuestra manera de pensar y ver el mundo. Tenemos la voluntad de crear una comunidad", explica Carles Baiges, arquitecto y habitante de La Borde. La vivienda impulsada por esta cooperativa, un singular bloque de pisos construido con madera, se levanta al número 85 de la calle de la Constitución, al barrio de la Bordeta. Después de dos años de construcción, seis desde que se puso en marcha el proyecto, sus habitantes se están a punto de trasladar. La suya es una iniciativa pionera: como cooperativa han sido capaces de impulsar y traer a buen puerto la construcción del primero cohabitatge que empezó obras a la ciudad. Un hito que ha sido posible después de llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento, propietario del solar donde ha sido construido el edificio. Gracias al pacto, los miembros de la cooperativa tienen derecho a hacer uso del terreno durante 75 años.

Baiges: "Hemos formado una comunidad para vivir de manera más fiel a nuestro pensamiento"

En su caso el Ayuntamiento los cede el terreno, sí, pero no quiere decir que el proyecto no tenga un coste. De hecho, tendrán que pagar un canon anual al consistorio por el uso del suelo. Pero la cesión de uso no es la única manera de acceso este modelo, también hay cooperativas que optan por la compra del terreno. En todos los casos, pero, es necesario pagar una cuota prefijada para ser miembro de la cooperativa y una mensualidad, pareciendo a un alquiler, para hacer frente a los gastos.

El grupo, la primera pasa

"El primero es conformar un grupo estable y con ganas de trabajar, después se inicia el proceso de investigación del patrimonio donde construir o remodelar", explica Lucía Basulto, responsable de comunicación de Techo Cívico, una cooperativa con más de 700 socios, que se encarga de gestionar varios proyectos de vivienda en todo Cataluña, convirtiéndose en un gran paraguas que forma, coordina y apoya a los diferente grupos de vivienda que deciden sumarse.

Basulto: "La formación de un grupo estable y motivado es el primer paso para empezar a trabajar"

Con todo, la primera pasa que marca Basulto nunca es igual. Si bien los miembros de La Borde es juntaron, al menos inicialmente, a raíz de su vinculación con Can Batlló, por el que hace los diferentes proyectos coordinados por Techo Cívico tanto pueden empezar a partir de un grupo formado, como gracias a la unión de individuales que deciden emprender un proyecto juntos. De hecho, la cooperativa está preparada por las diferentes opciones y descartan que una sea mejor que la otra. Por ejemplo, Walden XXI, con quien trabajan para crear un cohabitatge sénior en Sant Feliu de Guíxols, nace a raíz de la preocupación de Josep Maria Ricart por la manera como vivir su vejez. "Llega un momento en el cual te pides como voces tu vida los próximos 10 años: pues yo he decidido no hacerlo solo y poder convivir en común con bonos amigos o, como mínimo, bonos vecinos", afirma Ricart.

L'edifici impulsat per la cooperativa d'habitatge La Borda és la construcció de fusta més alta de l'Estat espanyol

El edificio impulsado por la cooperativa de vivienda La Borde es la construcción de madera más alta del Estado español

La investigación del espacio idóneo

"Inicialmente nosotros queríamos que el Ayuntamiento nos cediera una de las naves de Can Batlló, pero fue imposible porque habría sido necesario hacer un cambio de uso del suelo. Aún así, nos ofreció realizar el proyecto en un solar muy cercano destinado a Vivienda de Protección Oficial (HPO)", explica Baiges. Es allá donde se ubica el edificio que hará de casa a los miembros de la cooperativa La Borde, repartidos en pisos de 40, 50 y 76 metros cuadrados según las necesidades de cada unidad familiar - a pesar de que los pisos están construidos de manera modular, así que se pueden modificar fácilmente, cediendo o tomando habitaciones a los vecinos, según la evolución de estas necesidades. En su caso, ha sido posible llegar a un acuerdo de cesión de uso con el consistorio, que los permite utilizar el espacio durante 75 años. Lo hace, pero, al conjunto de la cooperativa, no a sus habitantes de manera individual. En cuanto al Walden XXI, ahora mismo se encuentran inmersos en la compra del terreno a un particular. Con todo, la situación es la misma, no son los individuos quién asumirá la titularidad, sino Techo Cívico al ser la cooperativa donde se inscriben.

Los miembros de La Borde tienen un acuerdo de cesión de uso por el espacio durante 75 años

Que supone esto? En primer lugar que los gastos vinculados a la realización del proyecto nunca tendrán que ser asumidas por los habitantes del inmueble de manera individual, sino por la cooperativa en su conjunto. Después, que la posibilidad de salir, sin perder el capital invertido, pero tampoco ganando. Cuando alguien decide desvincularse le es devuelta la cuota inicial necesaria para hacerse socio de la cooperativa y la aportada en forma de capital social para llevar a cabo la iniciativa y poder tener acceso al crédito, en ningún caso las mensualidades que cada miembro tiene que asumir.

En el caso de La Borde, además, el hecho que se los haya cedido un terreno municipal destinado al HPO implica también que las personas que entran a vivir tienen que cumplir las condiciones que pone el Ayuntamiento para tener derecho en una vivienda de este tipo. "Ha habido personas que finalmente no podrán vivir en La Borde porque tenían un salario demasiado elevado", dice Baiges.

Todo el mundo puede acceder al modelo?

Pero que cuesta hacer todo esto? En el caso de La Borde cada socio ha tenido que hacer una aportación inicial a la cooperativa de 200 euros y después aportar 18.000 en un periodo de tres años. Gracias a este capital social inicial, ha sido posible acumular el 20% del coste total del proyecto y pedir créditos a entidades de economía solidaria para completarlo, con un valor total de tres millones de euros. A banda, para devolver los préstamos, cada socio abona mensualmente una cuota que según Baiges "será muy parecida al precio de un alquiler social", la cual también servirá para pagar un canon anual por el uso del suelo al Ayuntamiento. Esta mensualidad será fija durante toda la estancia y no dependerá de los altibajos del mercado. Además, para financiar la iniciativa también han emitido bonos participativos destinados a particulares, que a cambio de su inversión tienen que recibir una rentabilidad más alta de la que ofrece una entidad bancaria, asegura Baiges.

En relación con los proyectos de Techo Cívico, de nuevo, cada uno es diferente. En el caso de la cooperativa sénior Walden XXI los socios tendrán que pagar entre 1.300 y 1.500 euros al mes, donde también estarán incluidos las posibles curas médicas que puedan necesitar en el futuro. A banda, sus 40 residentes tendrán que aportar entre 35.000 y 40.000 euros de capital social, retornables o heredables. Explica Ricart, "para nosotros no es una cuestión económica, el que no queremos es estar sólo, sino decidir por nosotros mismos y vivir en comunidad todo el tiempo posible".

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