La nueva ley va un paso más allá y regula también el autoconsum colectivo | iStock
La nueva ley va un paso más allá y regula también el autoconsum colectivo | iStock

Autoconsumo: ¿cómo dar energía a tu bolsillo y al planeta?

El Gobierno aprueba una nueva normativa que simplifica el procedimiento para que uno mismo produzca y consuma la electricidad y, además, elimina peajes

Regulación nueva, vida nueva. Si bien la Unión Europea ya hace tiempo que fomenta las energías renovables, ahora España se alinea con la agenda europea 2030 y aprueba un Real Decreto que establece unas bases más claras para regular su uso. Todo ello favorece el autoconsumo tanto para empresas como para particulares, a pesar de que en este último caso será más difícil normalizarlo. El director de regulación de Endesa, Juan José Alba, define el autoconsumo como "aquello que pasa cuando el consumidor de una familia o de una empresa se instala un equipo para producir electricidad". Una electricidad que "puede consumir él mismo o que, cuando le sobra, puede inyectar en la red porque no está consumiendo tanto como produce".

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La normativa antigua "era especialmente restrictiva". Así lo señala Alba, que sostiene que principalmente contendía dos factores negativos. El primero, que no te pagaban por la electricidad que no gastabas y volcabas a la red; el segundo, que pagabas peajes también por la energía que autoconsumías. Con la nueva normativa, aprobada el 5 de abril de 2019 por el Gobierno de Pedro Sánchez, esto cambia. Por un lado, si sobra energía, la empresa energética abonará la cantidad correspondiente a la factura del consumidor y, de la otra, el cliente sólo tendrá que pagar peajes por la energía que coge directamente de la red y, en ningún caso, por la que autoconsume.

Además, la nueva ley va un paso más allá y regula también el autoconsum colectivo. Según el Real decreto 244/2019 de 5 de abril –que modifica la ley 24/2013, de 26 de diciembre, del Sector Eléctrico, así como el Real decreto 900/2015, del 9 de octubre-, se habla de autoconsumo colectivo "cuando pertenece a un grupo de varios consumidores que se alimentan, de manera pactada, de energía eléctrica que proviene de las instalaciones más cercanas a las del consumo y asociadas a los mismos".

Un ahorro bidireccional

Estas dos grandes modificaciones representan "un ahorro importante", pero no sólo para el consumidor, sino también para la comercialitzadora, que en vez de tener que instalar dos contadores –uno para la energía que el cliente autoconsume y el otro por la energía que coge de la red-, sólo colocarán uno.

Esto demuestra, a juicio del investigador de la UOC, Ricard Espelt, que "hay una clara conexión entre el impulso de la economía social y solidaria como un elemento transformador del mercado, por eso se habla de mercado social". Según Espelt, "hay una parte de lo que sería el autoconsumo que va muy ligada a la transformación social y, por lo tanto, también tiene una dimensión política" y, por otro lado, "hay este papel del autoconsum como un elemento individual y a la vez colectivo".

Es precisamente aquí donde entra el concepto del autoconsumo colectivo, que da luz verde a toda la sociedad a poder tener una instalación fotovoltaica en la azotea del edificio donde vive o compartirlo con otras comunidades colocando las placas en una rotonda o en algún espacio libre habilitado siempre y cuando esté situado a menos de 500 metros de la vivienda. De este modo, todos aquellos vecinos que compartan la energía, podrán repartirse los gastos.

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Esto, tal y cómo apunta el director de regulación de Endesa, "es muy importante porque pone el autoconsumo al alcance de muchos millones de personas que no tienen casas separadas y que no podrían acceder de otra forma". De hecho, Alba recuerda que la Generalitat ya presentó ante el Tribunal Constitucional un conflicto positivo de competencia contra el Real decreto 900/2015, que prohibía que diferentes consumidores pudieran constituir una red interior y conectarla a un generador, de forma que se suministraran su propia energía y la consumiran de manera colegiada. Y el TC le dio la razón.

¿El problema? La normativa no regula de qué manera se tienen que repartir los gastos y los consumidores que la compartan se tendrán que poner de acuerdo, cosa que, a juicio de Alba, "aporta mucha flexibilidad". Y no sólo esto. De momento, el autoconsumo "es una cosa más económica para las empresas que para los particulares" porque no está al alcance de todo el mundo y, generalmente, durante las horas de sol no suele haber nadie a casa y sí en las diferentes compañías. "En estos casos, estás inyectando electricidad en la red en unas horas en que la energía cuesta muy poco", recuerda el director de regulación de Endesa, que insiste en el hecho que, este, "es un mercado más ágil para las empresas". Además, el espacio juega un papel esencial que hace que "las posibilidades sean limitadas porque no hay terreno [en las ciudades] para que llegue para todo el mundo".

Las riendas del consumo

Con la nueva regulación -que es "completamente homologable con las más avanzadas porque cumple con todo"-, también entra en el terreno de juego un nuevo concepto: el prosumer o, dicho de otro modo, aquel cliente que es al mismo tiempo productor y consumidor. Justamente este cambio en la normativa da más margen al cliente, que cuenta, en palabras del investigador de la UOC, "con más elementos para participar y controlar la governança y aquí es cuando se despliegan instrumentalmente los elementos de la industria solidaria". Y no sólo esto. También aporta "más elementos de transparencia y de apertura democrática de la organización", entre otros cosas.

Alba: "La nueva regulación es muy importante porque pone el autoconsumo al alcance de todo el mundo"

En este sentido, Espelt sostiene que "cuando hablamos de autoconsumo, parece que hablamos de una actividad más individual, pero para mí es el contrario, se tiene que entender como un gesto colectivo" y, por lo tanto, pone de relieve que "un elemento imprescindible del autoconsumo es entender este compromiso hacia un cambio comunitario, hay una necesidad de actividad pedagógica, las personas que participan en esto lo hacen no porque sea un beneficio de la persona de la comunidad, sino para todas".

Y es que, si bien antes "el papel del consumidor estaba muy separado del papel del productor", en palabras del director de regulación de Endesa, ahora "el ciudadano puede convertirse a ratos en un consumidor y a ratos en un productor". Así pues, el consumidor deja de ser "tan pasivo y previsible" como antes porque con el autoconsumo puede decidir si produce la energía, si la coge de la red o si se la quiere vender al vecino, cosa que "hace que el sistema eléctrico sea más complicado porque la energía antes iba en la misma dirección y ahora, dependiendo del tiempo, un pueblo puede ser consumidor o productor".

El capitalismo, personaje secundario

Pero, ¿qué más cambia a partir de ahora? Para el investigador de la UOC, en el modelo capitalista en que -todavía- estamos inmersos, "hay una individualización que comporta que aquella persona esté comprando un producto obviando los costes de producción que hay detrás", es decir, "hay una barrera opaca entre este producto o servicio del que está disfrutando y la persona que el provisiona". Con la nueva regulación -y cuando esta posibilidad esté al alcance de todo el mundo-, el capitalismo deja de ser protagonista porque el autoconsumo "es un elemento para conseguir un precio más justo tanto por el ahorro económico como por la justicia que se beneficia de este consumo".

Espelt: "El autoconsumo se tiene que entender como un gesto colectivo y hay que asumir el compromiso hacia un cambio comunitario"

La cuestión está en cuánto tiempo tardará a normalizarse el autoconsumo, cosa que dependerá, no sólo de la regulación vigente, sino también de "las tarifas eléctricas que tenemos ahora porque son un poco desastre", sostiene el director de regulación de Endesa, que añade que "de que se haga bien depende que la ciudadanía se compre un coche eléctrico o no lo hagan porque, según cómo se enfoque, costará un dinero extra" que quizás no quiere pagar.

Lo que está claro es que, en palabras de Alba, "con la nueva normativa, se irá perdiendo el miedo y esto se dinamizará bastante". Porque, además, "si el Gobierno pone unas tarifas bien hechas y unos impuestos bien diseñados, aquello que le conviene a mi bolsillo será también lo que le conviene al planeta".

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