Sistemas electorales: Los cimientos para una buena gobernanza (y 2)

El método Webster/Sainte-Laguë prima más a los partidos pequeños y castiga a los grandes

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En el artículo anterior vimos, por encima, el sistema electoral de distrito unipersonal: la circunscripción sólo tiene un diputado. Decíamos que, en este sistema, en el parlamento hay tantos escaños como circunscripciones y el elector elige qué diputado (sólo uno) le conviene de entre los que se presentan en su circunscripción -un diputado independiente o el que presenta cada partido-. Hay países, especialmente pequeños, que prefieren el sistema proporcional. El país se divide en circunscripciones relativamente pequeñas (de tres, cuatro o cinco escaños cada una) y estos escaños son asignados en función de la cantidad de votos obtenidos por cada partido.

El sistema proporcional se diferencia del sistema mayoritario en que un distrito viene representado por varios diputados. Es decir, no existen tantos escaños como distritos electorales tiene el país (un diputado, un escaño, un distrito unipersonal) sino que, en este caso, un distrito o circunscripción electoral se representa en el parlamento mediante varios escaños. Por tanto, hay más escaños que circunscripciones -en Catalunya tenemos cuatro circunscripciones, las cuatro provincias, y 135 diputados en el Parlament-. La forma de nominarlos a cada circunscripción es proporcional a los votos que han recibido en aquella circunscripción.

Ahora bien, ¿qué significa “proporcional”? Si los diputados se asignaran de forma directamente proporcional, probablemente los parlamentos serían ingobernables. Se presentan decenas de partidos, algunos obtienen un número de votos irrisorio. Entonces, para evitarlo, suelen ponerse dos condicionantes. El primero es que el número de votos obtenidos por un partido respecto al total de los emitidos sobrepase un cierto umbral. En nuestro país, por ejemplo, es el 3%. Así que los partidos con menos del 3% de votos en la circunscripción correspondiente no obtienen ningún diputado y quedan fuera. ¿Qué sucede con el resto de partidos que superan el umbral? Pues se aplican reglas que beneficien o castiguen a los partidos mayoritarios o minoritarios.

En España (en Catalunya) se aplica la llamada regla de Hont. En otros países prefieren premiar a los partidos pequeños, y aplican otra regla llamada de Webster/Sainte-Laguë. ¿Cómo funcionan? Pues se asignan a los diputados a base de iteraciones. Tomamos unas elecciones imaginarias en las que los resultados en votos han sido las siguientes:

  Partidos   Votos   %
  A   125.000   52%
  B   80.000   33%
  C   30.000   12,5%
  D   5.000   2%
  Total   240.000  

 

Pues la asignación de diputados según cada método sería el siguiente:

Diputados electos según el métode de Hont
  Partidos   Votos  % Votos  Diputados  % Diputados
  A   125.000   52%   7   58,3%
  B   80.000   33%   4   33,3%
  C   30.000   12,5%   1   8,44%
  D   5.000   2%   Descartado   Descartado
  Total   240.000   12  

 

Ya se ve que, en líneas generales, el sistema de Hont prima a los partidos grandes y castiga a los pequeños. El partido A, que obtuvo el 52% de los votos, gozará del 58,3% de escaños. El partido C, con el 12,5% de los votos, sólo tendrá el 8,4% de diputados de ese imaginario parlamento. El partido del medio es el que se trata con mayor proporcionalidad.

¿Algunos estados europeos que aplican el método de Hont en las elecciones legislativas? Pues Austria, Bélgica, República Checa, Dinamarca (parcialmente), Finlandia, Hungría, Países Bajos, Portugal, España, Italia*...

Si se aplica la regla de Webster/Sainte-Laguë, la distribución de escaños es diferente:

Diputados electos según el método de Webster/Sainte-Laguë
  Partidos   Votos   % Votos   Diputados   % Diputatados
  A   125.000   52%   6   50%
  B   80.000   33%   4   33,3%
  C   30.000   12,5%   2   16,4%
  D   5.000   2%   Descartado  Descartado
  Total   240.000     12  

 

Como puede observarse, este método prima a los partidos pequeños y castiga a los grandes.

Con el método de Hont, el Partido A podría gobernar cómodamente, ya que tiene mayoría absoluta. Con el método Webster/Sainte-Laguë, el Partido A debería negociar y pactar, puesto que no tiene mayoría absoluta. Algunos estados europeos que aplican el método de Webster/Sainte-Laguë en las elecciones legislativas son Alemania*, Dinamarca (parcialmente), Letonia, Noruega, Suecia...

El secreto está en las dimensiones 

Pero bueno, dejamos a un lado la proporcionalidad y analizamos uno de los aspectos que, desde mi punto de vista, tiene más importancia: la circunscripción. La superficie de territorio sobre la que se aplica el sistema de elección.

Como hemos visto, en el caso del sistema mayoritario tenemos que una circunscripción equivale a un diputado. ¿A cuántos diputados equivale una circunscripción en el sistema proporcional? Pues dependerá de lo que dictamine cada país (en Catalunya, como en España, la circunscripción es la provincia, una circunscripción enorme). La teoría generalmente aceptada es que las circunscripciones deben ser pequeñas para poder cumplir con el principio de “rendir cuentas” (accountability). En general, en cualquier actividad de la vida, se necesitan algunas condiciones para poder repasar si alguien ha hecho bien un trabajo:

El sistema mixto (mayoritario + proporcional)

El país más representativo que utiliza este sistema es Alemania. El sistema utilizado en Alemania es el resultado de una especie de pugna, después de la Segunda Guerra Mundial, entre los partidarios del sistema mayoritario de circunscripción unipersonal (que defendían americanos y británicos) y el proporcional (defendido por Francia, aunque después éste país abrazó, como hemos visto, el sistema mayoritario como los anglosajones).

En Alemania, la mitad de los escaños del Bundestag (299 diputados) se eligen siguiendo el método mayoritario “first-pat-the-post” que vimos en el artículo anterior (como el sistema británico). El candidato que más votos obtiene, aunque no llegue al 50%, será designado como diputado del distrito. Pero la otra mitad del parlamento se rellena mediante listas de partido, cerradas, como sucede en Catalunya. En esta segunda mitad, la circunscripción utilizada es el länd (el equivalente a comunidad autónoma, pero en versión federal de verdad) y se asignan los escaños siguiendo el sistema proporcional. Por tanto, los electores deben emitir dos votos, por lo que la papeleta de votación presenta dos cuerpos: a la izquierda figura la lista de diputados que se presentan en el distrito (no es necesario que estén afiliados a ningún partido) y en la que el elector ha marcado un nombre, que es el candidato preferido para el distrito. En la otra mitad, la de la derecha, está la lista de partidos que se presentan en el länd y el elector selecciona el partido que más le gusta. Como si se eligieran dos cámaras, cada una con sistema electoral distinto, pero que confluyen en el propio parlamento. Por tanto, puede que el elector vote a un candidato de un determinado partido para su distrito, pero cuando vote la lista cerrada lo haga por un partido diferente.

Italia también utiliza el sistema mixto a raíz de una reforma impulsada en 2017 por el diputado Ettore Rosato, por eso la ley se llama Rosatellum. Este señor, conocedor de las deficiencias electorales italianas, quería que se instaurara un sistema como el alemán. Mitad del parlamento escogido por el sistema mayoritario (diputados de distrito) y la otra por el sistema proporcional (circunscripciones de varios diputados a escoger por listas cerradas). No tiró adelante. Después de largas negociaciones se llegó a un compromiso bastante insólito: que los diputados de distrito sólo representaran el 37% de los escaños.

Resumen

En Italia, de los 630 diputados de la Camera dei Deputati, 232 son elegidos por el sistema mayoritario, 386 por el sistema proporcional y 12 por los italianos que viven en el extranjero. El sistema electoral italiano es como el alemán excepto por el hecho de que hemos explicado. Por tanto, todo muy mediterráneo: un perfecto desastre que sirve de poco. Pero lo que sucedió en Italia es paradigmático. Así terminan las reformas de sistemas electorales cuando los diputados no quieren asumir responsabilidades individuales y se revelan ante cualquier reforma que les quite su estatus: poder esconder la incompetencia y la holgazanería tras la mayoría parlamentaria.

Quédense con el mensaje fundamental. Existen dos sistemas electorales. El distrito unipersonal (también llamado mayoritario) y el sistema proporcional. Y un principio claro: si se aplica el sistema proporcional las circunscripciones deben ser pequeñas, de otro modo el elector no puede elegir claramente, con la consecuencia de que los diputados no representan el territorio y entonces se convierten en aduladores de partido.

Un buen sistema electoral no es condición suficiente –la democracia es un sistema complejo– pero sí que es una condición necesaria. Italia, como España o como (¡atención!) Argentina y la mayoría de países latinoamericanos, tienen sistemas electorales malhechos. Son países mal gobernados, donde el diputado puede realizar todas las tonterías que quiera porque está protegido por el partido, porque la ira de los electores nunca podrá ir en contra de él, por eso deriva en desencanto hacia el sistema democrático. Y es que rendir cuentas no parece ser una característica meridional.

* Italia (parcialmente) y Alemania (totalmente) utilizan el sistema mixto (mayoritario y proporcional).

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