Somos lo que comemos, mucho más de lo que podemos imaginar

La alimentación diaria se ha convertido, por muchos motivos, en una señal de identidad y valores más allá de la nutrición misma

Las opciones de alimentación alternativas son cada vez más comunes por cuestiones ideológicas, morales y de identidad | iStock Las opciones de alimentación alternativas son cada vez más comunes por cuestiones ideológicas, morales y de identidad | iStock

De la manera menos esperada, con un grupo de amigos a la sobremesa del 11 de septiembre, se abre el tema: La mayoría de nosotros tenemos hijos veganos o vegetarianos. Este es un tema apasionante porque la alimentación es un pilar fundamental en nuestra cultura mediterránea y también de nuestra economía, y en los últimos años está adquiriendo una gran relevancia social. Se ha vuelto tema de conversación, se ha establecido como creencia que "somos lo que comemos". Hay grandes gurus influencers marcando nuevas pautas sobre cómo comer, con reflexiones sobre los ingredientes, su origen y las nuevas recetas. Influencers con miles de seguidores cómo en Carlos Ríos o en Juan Llorca.

Quizás ha llegado el momento de empezar a hacernos preguntas:

¿Cómo es que somos la primera sociedad de la historia que creamos nuestra identidad alrededor de lo que comemos?

Es decir, nos definimos por cómo comemos: "Soy vegano", "Soy Paleo", "Soy vegetariano", "Soy flexitariano"...seguramente detrás del que comemos hay mucho más. Hay un estilo de vida, una postura ante el mundo. Respecto a cómo se hacen las cosas. Por ejemplo, cómo se tratan los animales; el bienestar animal, por el que todos y todas deberíamos mostrar una gran sensibilidad.

¿Hay la misma sensibilidad por el bienestar humano?

Es decir, por nuestros granjeros, agricultores y ganaderos? El bienestar humano también tiene incidencia en nuestros alimentos. No solo en su calidad nutricional, también en el sabor y su integridad. Así como en la calidad de vida de las personas que trabajan, y además, y no menos importante, con el sistema económico de estas familias y de las zonas de Catalunya dedicadas a esta tarea.

¿Por qué hay una guerra encubierta entre los alimentos de origen vegetal y animal?

Parece que es quiere asociar directamente la producción de alimentos de origen animal con la contaminación del medio ambiente. Y no negaremos que tiene un impacto. Pero ¿podemos preguntarnos qué hay más allá? A nivel socio-económico, ¿nos hemos preguntado qué implica cambiar de golpe todo este sistema para la Catalunya central? P¿odemos pensar cómo se podría hacer una transformación escalonada?

Somos conscientes que cada vez que entre todos cambiamos un hábito de consumo de alimentos, cómo "almorzar un aguacate cada día desequilibramos un Ecosistema natural?

¿Sabemos que cada vez que elegimos un alimento, elegimos la sociedad y el mundo en el que queremos vivir?

¿Elegimos el origen de este, el transporte, la economía de la comunidad que lo produce, el ecosistema de su origen, el impacto en nuestra salud? ¿en nuestra economía? ¿Y en nuestro ecosistema natural?

A nivel salud, ¿quién tiene la certeza que eliminando los alimentos de origen animal estamos más muy nutridos?

Si miramos atrás, en las sociedad cazadoras-recolectoras, la ingesta de carne representaba un 15-20% de la dieta. Quizás tendríamos que reflexionar.

Este tema da mucho de sí. Podríamos hablar durante horas. Desde este escrito solo quiero dejar abiertas estas preguntas y hacer una petición. Por favor, nuestros científicos, los nutricionistas, los médicos endocrinòlegs, y lo nuestros políticos (economistas, ingenieros agrónomos...), ¿podríais hacer un macro-congreso y darnos unas pautas consensuadas y empíricas? Unas pautas que fueran buenas para la salud de los humanos, para la salud del planeta y por sostenibilidad de la economía del país. Y que marque una hoja de ruta para los próximos años. Para que se pueda llevar a cabo una transición efectiva y respetuosa, para crear un futuro mejor.

La alimentación es un pilar fundamental y nuestro futuro empieza ahora.

 

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