Casa Riera Ordeix, la longaniza centenaria de Vic

Hace 163 años que la empresa familiar elabora el mismo producto, un embutido que se puede encontrar a comercios de prestigio como los almacenes Harrods de Londres

La legítima longaniza de Vic es el bien más preciado y producto de toda la vida de la Casa Riera Ordeix. Hay que subrayar el 'de toda la vida', porque hace 163 años que esta empresa familiar elabora los embutidos siguiendo el mismo proceso.

El negocio nació el 1852 de la mano de Josep Riera con una tienda cerca del mercado del Borne donde comercializaba longanizas. Y de Barcelona, hizo el salto en Vic con su hijo, en el edificio donde todavía trabaja la compañía. "Mismo local, misma familia y mismo producto. Donde se puede encontrar esto hoy en día?", pregunta el actual director y sexta generación, Joaquim Comella Riera, quien describe así los disparos que los hacen ser una empresa singular.

Una receta centenaria
A pesar de haber incorporado maquinaria moderna al proceso de elaboración, la receta no ha variado en 16 décadas. Incluso pueden presumir de utilizar los secadores de madera originarios del siglo XIX, un detalle "único y bonito", según Comella, y que los da el derecho de presumir para hacer un "secado como el de antes".

También rehuyen de los conservantes, los aromas y otros elementos artificiales: "Tenemos granjas propias y, cuando no nos podemos auto suministrar, que pasa sobre todo a los meses de septiembre y octubre, compramos la materia primera a la zona. Así podemos controlar la carne, que queremos que sea 100% natural, con color vivo y fuerte y consistente". Es decir, una materia primera como la de antes.

Calidad certificada
El resultado de esta obsesión para no cambiar ni un solo paso de la elaboración es el sello de Identificación Geográfica Protegida (IGP) de Vic. "El nombre de la longaniza de Vic tiene fama de ser buena, se considera un producto de calidad y de prestigio, y estos reconocimientos evita que fuera de la zona geográfica de la llanura se pueda elaborar una longaniza que se diga igual y que no esté a la altura", explica Comella sobre las ventajas de este distintivo.

Casa Riera Ordeix es la única de la llanura de Vic que elabora un fuet totalmente natural. Cedida


Para obtener el sello, hay que pasar unos exámenes que certifican que se ha elaborado con los ingredientes y procedimiento que estipula el IGP del producto y región. Una prueba que, para él, es "fácil" porque hacen longanizas naturales.

Respecto a los beneficios, Comella reconoce que no ayuda a impulsar las ventas a escala nacional, pero sí en el extranjero. "Aquí ya somos una marca reconocida y no supone nada, a pesar de que afuera sí que es un valor añadido porque el sello denota prestigio y calidad", añade.

Una longaniza internacional
Las longanizas de cara Riera Ordeix se pueden comprar a los almacenes Harrods de Londres, a las galerías Lafayette de París y a las KaDeWE de Berlín, y a la cadena de supermercados gurmet Globos de Suiza. A pesar de que en el extranjero no venden en masa y que se encuentran pocos puntos de venta, son tiendas exclusivas que enaltecen el valor del producto.

El mercado internacional los supone un 15% de la facturación anual, una cifra por la cual no destacan, pero que es suficiente. Buscan comercios singulares y donde el cliente tiene un poder adquisitivo más elevado al de la media.

En el caso de España, El Corte Inglés y tiendas especializadas son quienes comercializa el producto. El mercado español supone cerca del 40% de la facturación anual, mientras que el catalán el 60% restant.

De la distribución por la Sido española, Comella destaca las dificultades que tienen al norte: "Vendemos mucho Madrid en Andalucía. El norte es, históricamente, una zona complicada, hay unas costumbres diferentes y buscan productos más especiats y fuertes como los ibéricos". Aun así, siguen insistiendo para ganar presencia.

Un cliente fiel
La clientela también se caracteriza para pasar de generación en generación el hábito de consumir longanizas de la marca vigatana. Comella atribuye a este "comprador fiel" y al "nicho de mercado reducido" la buena salud de la compañía en los últimos años, puesto que han podido hacer frente a la crisis sin problemas.

Paralelamente, los ha beneficiado el hecho de traspasar la línea de simple producto de consumo a obsequio. "El cliente nos ve como la longaniza de toda la vida, como un regalo que traen a alguien para agradecer algo o como detalle para quedar bien", apunta.

Los secretos del éxito
Superar los 160 años y tener una facturación anual de 2 millones y medio de euros con una empresa de sólo 19 trabajadores avalan el éxito. Pero los verdaderos pilares que sostienen el negocio son: "Ser humildes, estimarse el producto y sentirlo". "De pequeño ya vendía en la fábrica con mi abuelo, quién me lo enseñaba y me transmitió el sentimiento. Por eso puedo decir que para mí no es una empresa donde voy a trabajar y bastante, es casa mía", recuerda Comella.

También resalta el hecho de elaborar la misma longaniza que el 1852, el que los permite "recordar y respetar los antepasados, y seguir la línea en la cual ellos creían".
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