El spa de la casa rural Cereza de Abajo | Cedida
El spa de la casa rural Cereza de Abajo | Cedida

De masía a casa rural con spa

Convertir antiguos cortijos en establecimientos hoteleros de lujo da una nueva vida y actividad al campo, pero requiere de reconversión profesional

Que la despoblación del campo es un hecho triste, todo el mundo estará más o menos de acuerdo. Ahora bien, hay que de este éxodo aprovechan para apostar por la reconversión profesional. Que una masía abandonada se reconvierta y pase a ser un establecimiento de turismo rural y dé trabajo es, pues, una buena noticia. Y si, además, es turismo rural de lujo, pues tampoco le haremos un feo. Es el caso de las casas la Vieja Fragua, el Cortijo de Torrente o Mas Mariassa, tres antiguas masías reconvertidas a aldeas con encanto (y spa), que van acompañados de historias de reciclaje profesional.

De la ganadería a gestionar tres casas en el Solsonès

A pocos minutos de Solsona y rodeadas de campos y bosques hay las masías de La Cereza de Abajo, la Vieja Fragua y La Avellana. Las tres son antiguos cortijos reconvertidos al turismo rural. El propietario de las masías y, ahora, empresario de la hostelería, Martí Angrill, explica que la empresa familiar dedicada a la ganadería había adquirido varias tierras con las casas adentro. El hecho de pasarse al turismo rural fue una "decisión muy pensada y premeditada", explica.

La Avellana es la primera que la empresa familiar transformó en casa de turismo rural en 2009. Esta masía era de la familia Angrill y explotaban sus más de 100 hectáreas de terreno para la actividad ganadera y agrícola. Esta casa data del siglo XVIII y ha sido restaurada respetando la arquitectura original y los materiales de las casas de labrador catalanas, como por ejemplo la piedra y la madera. La casa cuenta sólo con siete habitaciones, "pero todas las comodidades", afirma el empresario.

El segundo cortijo que compraron y adecuar fue La Cereza de Abajo, un año más tarde que el primero, también con sólo siete habitaciones, cada una con el nombre de una hierba aromática, con baños y piscina. "La diferencia es que en esta apostamos para instalar un spa" subraya.

L'Hotel La Vella Farga
El Hotel La Vella Fragua | Cedida

La joya de la corona, pero, es la Vieja Fragua, abierto el 2015. "Un hotel rural de lujo de cuatro estrellas superior", dice Angrill. Una masía del siglo XI restaurada y con todos los conforts de un hotel de lujo con 12 habitaciones con nombre como La Pubilla, El Heredero, El Padre, etc. que incluso cuentan con hogar de fuego.

La decoración e interiorismo de las tres casas ha sido trabajo de Angrill, que confiesa ser "un pequeño adicto a los antiquaris", y de su mujer, Gemma Riberta, expedagoga. Ambos han acontecido empresarios del sector turístico después de invertir años de obras y unos cuántos centenares de miles de euros -"no sabría decir cuánto", río Angrill-.

Angrill proviene de una familia dedicada a la ganadería, pero se ha reconvertido a empresario de la hostelería

Las casas estaban deshabitadas desde hacía más de 30 años. La empresa familiar compró las fincas para poder tener los animales y "las casas formaban parte de las antiguas explotaciones, pero quedaron vacías", seguramente por el éxodo rural hacia la ciudad. Ahora, estas casas rurales dan trabajo a 10 personas, "a pesar de que para ser una zona no muy turística es más complicado atraer talento y también turistas", dice el emprendedor.

De un restaurante en Andorra a un hotel en Tarragona

Mas Mariassa era una masía que data del principio del siglo XIX a Pratdib. Actualmente es un hotel de cuatro estrellas de sólo siete habitaciones regentado por Raquel Navarrete y su marido, en Francesc Vellsolà. "La Mariassa era una señora de Colldejou que se dedicaba a hacer favor a los passants", río Navarrete "cuando compramos la finca hacía más de 100 años que era abandonada y en escombros, sin agua ni luz. La arreglamos y cuando investigamos sobre la historia de la casa nos gustó el nombre de la señora y nos lo quedamos", recuerda la ama. La pareja adquirió la posesión en 2005 y lo abrieron tres años más tarde, "justo en una época muy dura, cuando estalló la crisis", dice.

Esta pareja dejó su vida en Andorra para "ir a buscar en Brad Pitt a Pratdib", hace broma Navarrete. Los arrebataron una finca que vieron anunciada en una revista andorrana, donde querían hacerse una caseta por los fines de semana. Enamorados de aquel entorno, no dejaron pasar la oportunidad de comprar la finca donde ahora hay el hotel: "Dimos la paga y señal rápidamente".

El Mas Mariassa
Mas Mariassa | Cedida

Vellsolà se dedicaba a la hostelería, "tenía un restaurante muy conocido, el Molino de las Farolas" y ella es profesional de la educación, con 14 años de experiencia en un centro de educación especial. Él dejó la restauración y ella la escuela en una fal·lera de reconversión profesional -y de intenciones- para montar una casa rural de lujo. "En Francesc lo tuvo muy claro", recuerda. Después de dos años largos de obras "y ocho meses de paradas por problemas catastrales" abrieron este hotel de cuatro estrellas.

Navarrete y Vellsolà dejaron sus trabajos en Andorra para abrir un establecimiento rural de lujo en Tarragona

Este "raconet de mundo" que ha respetado la estructura y forma del cortijo está en medio del campo rodeado de almendros, avellanos y olivos. Ofrece una "cocina tradicional catalana puesta al día con un producto muy bueno y de proximidad", afirma. Además, también cuenta con un spa exterior y una sauna finlandesa, piscina y un restaurante. Por este puente, según dice Navarrete, harán el pleno: "A topo".

De la promoción inmobiliaria a la hostelería

Xavier Roca es el director general de la empresa familiar propietaria del Grupo Mas Torrent, que gestiona varios restaurantes a la Costa Brava -entre ellos uno al Faro de San Sebastián- y otros hoteles y casas rurales.

Mas de Torrente es un hotel de cinco estrellas abierto 10 meses al año que forma parte de la cadena Relais & Châteaux. La casa cuenta con 38 habitaciones tipos suite, diez de las cuales a la masía y el resto en bungalows separados, siete de los cuales con piscina privada. El hotel también cuenta con dos restaurantes, un spa de 600 metros cuadrados, pista de tenis y de pàdel.

Figueras dejó la actividad inmobiliaria para dedicarse exclusivamente al 'hobby' de ser hotelero

La familia Figueras adquirió la posesión en 1977. El patriarca de la familia llega desde Barcelona en 60 en l'Empordà y compra la Masía Can Damià, cerca del Cortijo Torrent, donde hacían vida unos masovers que tenían cura de la tierra. Cuando el señor Figueras compró las tierras todavía había actividad, "los masovers la trabajaban y tenían ganado", explica el directivo.

Mas de Torrent
El hotel Mas de Torrente | Cedida

Posteriormente, "en un viaje entre la Toscana y la Provenza decidió hacer un hotel de cinco estrellas abierto todo el año inspirado en aquellas zonas", explica Roca. La familia Figueras se dedicaba a la promoción inmobiliaria: "En un principio abrir el hotel se lo tomó como un hobby, pero ahora ya es su actividad principal"

Las obras acabaron en 1988 y abrió las puertas. "El año que viene haremos 30 años", puntualiza el director general de la empresa. Al principio el establecimiento contaba con 32 habitaciones y se amplió con más cámaras, un segundo restaurante y el spa. Y detrás del Cortijo de Torrent vinieron las otras aperturas: el Faro de San Sebastián y el hotel Albons, vendido posteriormente y con más establecimientos de hostelería y restauración.

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