Más allá de la digitalización en el turismo

La digitalización es el primer paso para ser más sostenibles y competitivos, pero no es un camino fácil

Sólo un 12% de los alojamientos de España utilitzan tecnología big data | iStock Sólo un 12% de los alojamientos de España utilitzan tecnología big data | iStock

El sector turístico se está digitalizando más rápido que la de la media economía española, según apunta el último informe sobre el Índice de Digitalización Sectorial de CaixaBank . Aún así, a escala estatal todavía estamos por debajo de los otros países de Europa, de acuerdo con datos de Eurostat. Por ejemplo, solo un 12% de los alojamientos de España utilizan la tecnología big data, mientras que la media en Europa es de un 16%, y en Dinamarca, el país con mayor uso, de un 39%.

La digitalización es el primer paso (casi obligado) para ser más sostenibles y competitivos. Pero este paso no es un camino fácil. La primera dificultad que nos encontramos es que las soluciones tecnológicas que tenemos para resolver diferentes desafíos, difícilmente hablan entre sí. Si las soluciones no hablan entre sí, ¿cómo podemos extraer conclusiones si la información no fluye como haría falta? Si el sistema de gestión de stocks o de gestión de recursos de personal no conoce el estado de las reservas, nunca podrá alertar de posibles problemas que pueda haber. Y lo que acaba pasando es que, a pesar de la digitalización, muchas tareas pasan a realizarse de forma manual.

Si somos capaces de superar esta primera barrera, podemos saltar a otro nivel. Y aquí ya sí que hablamos de tecnologías más punteras como el big data y la inteligencia artificial. Aquí hablamos, por ejemplo, de poder realizar predicciones de demanda más ajustadas gracias a modelos de forecasting que tienen en cuenta múltiples factores, detectan patrones ocultos y se adaptan a los cambios más recientes (hecho poco factible de realizarse de forma manual). Con una predicción más cuidadosa, podemos combinar modelos de optimización automáticos que permitan dimensionar los recursos internos diariamente o gestionar el stock, reduciendo, por ejemplo, la generación de residuos alimentarios. La predicción también permite ajustar el precio óptimo para cada día, producto y según la propensión de compra de un cliente en concreto. Un buen ejemplo lo encontramos con la marca hotelera Take Hyatt que, con un modelo de predicción de propensión de compra de sus clientes, incrementó los ingresos post-reserva en un 60%. En definitiva, tecnología que genera un impacto directo en los beneficios de la compañía.

El 76% de los consumidores no está satisfecho con la compañía si ésta no le ofrece contenidos personalizados

Y los clientes, ¿qué queremos? Lo que está claro es que nos estamos acostumbrando a servicios personalizados como los que recibimos de Netflix, Spotify o Amazon. Es más, según un informe del sector retail de la consultora McKinsey, el 76% de los consumidores no está satisfecho con la compañía si ésta no le ofrece contenidos personalizados. A pesar de que el acierto en los sistemas que recomiendan productos personalizados puede ser a veces discutible, queda claro cuál es el camino a seguir.

Y sobre el metaverso, ¿qué esperamos como usuarios? ¿Realmente querremos colocarnos unas ojeras de realidad virtual para inspirarnos sobre a qué destino u hotel viajar? Teniendo en cuenta que los sistemas de personalización han aparecido para reducir el tiempo que destinamos a comparar alternativas para decidir donde ir o donde dormir, ¿estaremos dispuestos a dedicar todavía más tiempos? Tarde o temprano lo veremos. Lo que sí que vemos es que todo el mundo habla de esta nueva realidad virtual, que hasta el año 2030 no se espera que llegue a su máximo potencial, pero, en cambio, no se habla mucho de otras tecnologías, como las lentes de contacto inteligentes de Mojo, que, si llegan a ser un producto consolidado, pueden impactar en la experiencia, en este caso durante los viajes presenciales.

Han surgido, surgen y surgirán nuevas tecnologías. La clave, pero, está en detectar cuál de ellas nos aporta valor. No es una tarea fácil y muchas veces habrá que experimentar y realizar pruebas de concepto. Eso sí, mucho mejor si lo experimentamos a través de ecosistemas de colaboración abierta que permitan compartir ideas, conocimiento y experiencias, sobre nuevas formas de hacer. Porque si no hacemos nosotros el paso para innovar, otro lo hará.

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