El supermercado se despide de la bolsa de plástico

Desde este 1 de julio las superficies comerciales no pueden repartir bolsas gratuitamente, el que las obliga a diseñar una buena política de costes

Las bolsas de plástico del supermercado tendrán un coste mínimo de entre 5 y 15 céntimos Las bolsas de plástico del supermercado tendrán un coste mínimo de entre 5 y 15 céntimos

Los españoles utilizan cerca de 120 bolsas de plástico por persona al año. Esto equivale a una bolsa por ciudadano cada tres días, una cifra demasiado elevada a ojos de la Comisión Europea, quien mediante una directiva fijó en una media de 90 el número bolsas anuales por habitante y de 40 para el 2025. Y el Estado español ya se ha puesto a hacer los deberes, porque desde este 1 de julio está prohibido dar de manera gratuita a los supermercados.

Estamos hablando, pero, de las conocidas como ligeras (menos de 50 micras) o gruesas (más de 50 micras). Quedan exentas las muy ligeras (menos de 15 micras) que el cliente tiene que utilizar por razones de higiene a la fruiteria, carnicería o pescadería y las de plástico con un porcentaje mínimo de 70% de materiales reciclados. Tal como afirmaba el día de la aprobación del Real decreto el pasado abril la exministra de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio ambiente, Isabel García Tejerina, "el 90% de las bolsas sólo se utilizan una vez y tienen una vida útil de entre 12 y 25 minutos y tardan entre 100 y 500 años a descomponerse".

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El consumidor lo puede ver como un gasto más, porque si aquel día se ha despistado y no trae una de las –cada vez más comunes- bolsas de tela o de rafia, tendrá que comprar. El precio podría oscilar entre los cinco y los 15 céntimos según su grueso, a pesar de que serán las superficies quienes decidan su coste.

Sustituir: la mejor alternativa

Los compradores poco previsors tendrán que sumar algunos céntimos más a las compras a finales de mes, pero también los supermercados, que en los últimos años se han puesto las pilas en la creación de una buena estrategia para hacer frente al cambio. Y un buen ejemplo es Mercadona, que ha ido una pasa más allá de la normativa y ha introducido la bolsa de papel.

En últimos dos meses, la cadena valenciana de supermercados ha puesto en marcha una prueba piloto en 11 tiendas de Valencia, Baleares, Vizcaya y Barcelona –las de la avenida Meridiana y la calle Venezuela-. Se han suprimido las bolsas tradicionales y y ahora ofrecen una de plástico reciclado y más gruixa, la de rafia y una de nueva de papel para ayudar el usuario a hacer una transición más fácil hacia la reducción total del plástico en los próximos dos años.

BOSSA PAPER MERCADONA

Bolsa de papel que utiliza Mercadona | Cedida

El test sirve, según fundes de la compañía, para escuchar las aportaciones de los clientes y los trabajadores respecto a la iniciativa y obtener datos clave de cara al diseño de la estrategia definitiva en todos los establecimientos. Una práctica más que se suma a la apuesta hecha en 2010 y 2011 para introducir productos del hogar como palanganes y palos de escoba o de rozar de plástico recuperado de los invernaderos y bolsas alternativas a las desechables.

Una estrategia equivalente es la empleada por Lidl. Los supermercados alemanes empezaron a sacar las bolsas en algunas tiendas de Cataluña, Baleares y Madrid, consiguiendo reducir más de 30 millones de las que vendía anualmente en 200 establecimientos. La elige también ha sido suplir su falta con bolsas de papel y de rafia, esta segunda con un precio de sólo 50 céntimos, el más bajo del mercado, para incentivar el consumo y ayudar el cliente a dar el paso.

Mercadona y Lidl facilitan bolsas de papel y de rafia para dar una alternativa reutilizable al consumidor

Cuando la medida esté implementada al 100%, supondrá la retirada de 100 millones de bolsas anuales, el que se traduce en un ahorro medioambiental de 1.300 toneladas de plástico y dejar de ingresar por parte de la compañía 1,5 millones de euros al año por su venta. Pero hay que arriesgar, puesto que, según la cadena, los resultados obtenidos en un estudio interno muestran que más del 90% de sus clientes prefiere alternativas más sostenibles para transportar la compra.

En paralelo, Lidl ha anunciado su compromiso de reducir el plástico al menos un 20% hasta el 2025 y de utilizar para todos los productos de la marca propia materiales reciclables.

Devolver al cliente su contribución

Veritas fue pionera en la supresión de las bolsas de plástico de caja el 2010. Las sustituyeron por las bolsas compostables y posteriormente animaron el cliente a traer las suyas. "La mejor bolsa es la que puertas de casa, la que reutilizas tanto como puedes", explica a VÍA Emprendida el director de la cadena, Silvio Elías, quién desde el primer momento tuvo claro que no tenían que esperar que la normativa dijera como actuar, sino encontrar una solución que estuviera alineada con los valores de la empresa.

bossa plàstic supermercat fruita

Las bolsas para los frescos son las que más contaminan, pero serán gratuitas hasta el 2021

La decisión fue acompañada de una política que favorecía el comprador. Si este traía su bolsa, se le volvían dos céntimos por cada 20 euros de compra, que es el que calcularon que podía caber adentro. A la cabeza de poco pasaron a ofrecer las clásicas bolsas de algodón orgánico o de papel con certificación FSC, que asegura que la madera proviene de bosques gestionados de manera sostenible.

Una medida que también aplicó Buen Precio, sin eliminar del todo la bolsa de plástico de caja, ya el 2008. En este caso, la cadena pagaba dos céntimos por cada 10 euros de compra con el objetivo de ahorrar 10 millones de bolsas al medio ambiente y concienciar el consumidor del beneficio que supone hacer un uso responsable, según fuentes de la compañía.

A la vez, apuestan por la reutilización de elementos para cargar la compra cómo son las cajas de cartón y las bolsas reutilizables compostables y de papel, con un coste de cinco y diez céntimos respectivamente.

Hacia la huella de carbono positiva

Más allá de las bolsas, Buen Precio trabaja a reducir un 35% el consumo de energía en sus establecimientos y un 40% las emisiones de CO2. Entre las medidas aplicadas, se recicla todo el cartón, pòrex, madera y plástico posible mediante la logística inversa. Es decir, volviendo los materiales a la planta donde son tratados.

Unas medidas que Elías de Veritas ve con buenos ojos y comparte porque, como afirma, esto de las bolsas es sólo "la punta del iceberg". "Ahora los focos está en el que se da a caja, pero donde se generan más residuos es en la fruta y verdura, que son más finas y no se pueden reutilizar con tanta facilidad", comenta; y celebra que para el 2021 todas estas bolsas tengan que ser compostables de manera obligatoria. "La normativa llega, que es lo más importante", añade, dejando claro que hay mucho trabajo a hacer.

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Ya hace tres años que Veritas ofreció materiales compostables para los productos de fruiteria y verdulería, concretamente, de maíz . Más recientemente ha renovado los uniformes de sus más de 500 trabajadores. Ahora están hechos en un 60% por tejido orgánico y en un 40% por reciclado. Una pequeña contribución que, según el director, "encarece el coste para la empresa pero con un regreso en forma de ahorro de 1.500 millones de litros de agua que necesita de menos el algodón ecológico, su huella hídrica es mucho más baja".

Elías: "Sanitariamente los plásticos hacen su función, conservan bien. Tenemos que buscar el mismo nivel de garantía con materiales alternativos"

Precisamente este es su objetivo presente. En los últimos dos años ya ha reducido su huella de carbono un 25% con medidas diversas en cuanto al uso de equipos técnicos, electricidad de fuentes renovables y otros elementos del día a día. Ahora la compañía quiere fortalecer la estrategia eliminando los plásticos añadidos de los productos que dependen directamente de su gestión. "No es fácil porque sanitariamente hacen su función, conservan bien. Tenemos que buscar el mismo nivel de garantía con materiales alternativos", afirma Elías, "tampoco podremos hacerlo al completo porque no podemos exigir a los fabricantes y proveedores que lo hagan, no tenemos esta capacidad de influencia, pero sí que lo pediremos para conseguirlo al máximo".

Todo esto tiene un coste y Elías lo sabe, pero prefiere no cuantificarlo porque no están esperando un regreso. "Lo hacemos por convicción, porque creemos que tenemos que ir ninguno aquí y hacer que el impacto sobre el medio ambiente de nuestra actividad económica sea el menor posible, aquí hay el ahorro", defiende con contundencia. Y es que su cliente es esta pequeña parte de la sociedad que tiene conciencia sobre su entorno, por el que todos estos cambios son bienvenidos y un gra de arena más para educar en sostenibilidad.

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