Jacinto de los bosques y la flor bluebell. | iStock
Jacinto de los bosques y la flor bluebell. | iStock

El enemigo dentro de casa. El caso "Jacinto de los bosques" y los yogures

La influencia de los fondos de inversión en grandes empresas como Danone, Nestlé o Panrico

En estos últimos años, seguramente no más allá de una década, en las empresas y sobre todo a sus gestores les ha aparecido un enemigo del todo inesperado que se emperra en complicarles la vida. Muchas grandes empresas a lo largo de su trayectoria secular han dedicado sus esfuerzos a enfrentarse a sus rivales de sector para intentar arañar cuota de mercado y ahora resulta que se encuentran con un enemigo diferente. Estamos hablando de los fondos activistas o, lo que es lo mismo, fondo de inversión que compran participaciones importantes en firmas cotizadas y que no se conforman a cobrar el dividendo anual, sino que pretenden influir en la gestión de la compañía comprada para decantarla hacia sus intereses.

De entrada, no estaría mal que aquel que ha invertido un dinero en un negocio pueda decir la suya, el problema viene cuando quienes pretenden influir no tienen conocimiento del negocio y sólo se mueven por patrones financieros. El nombre que da título a este artículo, Jacinto de los bosques, hace referencia a una planta que produce una flor de color azul en forma de campanilla y que en inglés se llama "bluebell". Este es precisamente el nombre del fondo de inversión que recientemente ha adquirido un porcentaje relevante de la lácteas Danone y que está creando muchos problemas a su primer ejecutivo, el francés Emmanuel Faber.

 

"Fondos activistas o fondos de inversión que compran participaciones importantes en firmas cotizadas y que no se conforman con cobrar el dividendo anual, sino que pretenden influir en la gestión de la compañía comprada"

Vamos por partes. Bluebell Partners Capital es un fondo de inversión fundado en mayo de 2019 y establecido en Londres. Sus jefes visibles son Francesco Trapani (un economista napolitano que pertenece a la familia de los fundadores de la firma de lujo Bulgari), Marco Taricco (procedente de JP Morgan y con pasado en Morgan Stanley y Goldman Sachs) y Giuseppe Bivona (Goldman Sachs, Lehman Brothers, Morgan Stanley y McKinsey). Cuando en 2011 los Bulgari decidieron vender su enseña a la multinacional francesa LVMH por 4.300 millones de euros el primer ejecutivo de la firma era precisamente Trapani, que tres años más tarde abandonó la compañía.

El salto a la fama de Bluebell Partners Capital ha venido como consecuencia de la adquisición que comentábamos de un paquete importante de acciones de Danone, que en todo caso no llega al 5%, pero que ante la gran atomización de su accionariado representa una posición de influencia (el máximo accionista, además del autocartera, es la firma Massachusetts Financial Services, que supera por poco el 3%; el resto no llegan). El primero que ha hecho este fondo de inversión activista es pedir la destitución del primer ejecutivo de Danone, Emmanuel Faber.

Més info: Opa a Naturgy: el enésimo salto de una compañía histórica

El motivo es que la acción de Danone ha caído mucho durante la pandemia, mucho más que otras compañías rivales y a este tipo de fondo sólo les interesa aquello que denominan "crear valor para el accionista" y, si puede ser, a corto plazo. Es del todo seguro que ni Trapani, ni Taricco ni Bivona tienen ni idea de hacer yogures o de tratar con productores de leche, pero se permiten presionar a los ejecutivos de la compañía láctea en busca de más beneficios; no les convence en absoluto que Faber hable de utilidad social, de pagar precios correctos a los ganaderos y de tener salarios justos, esto cómo de un equilibrio entre los beneficios de hoy y los de mañana. Los fondos activistas centrados en la rentabilidad a corto plazo representan un peligro para empresas como Danone, que lleva cien años haciendo una gestión exitosa que les ha permitido tener una marca y unos productos ampliamente reconocidos por los consumidores.

El de la compañía francesa no es el primer caso en qué un fondo activista pretende determinar la gestión de una empresa que ha demostrado con creces sus capacidades para hacerse con un lugar de preeminencia en el mercado. En 2018 un competidor de Danone, la compañía suiza Nestlé, se encontró con el mismo problema cuando el fondo Third Point, del financiero americano Daniel Loeb presionó con todas sus fuerzas los ejecutivos de Nestlé para que siguieran sus directrices. La compañía suiza es también una empresa con un accionariado muy atomizado, donde el máximo accionista no llega ni al 3% del capital (Vanguard, la gestora de fondo de pensiones). Es por eso que para estos grandes fondos de inversión no resulta difícil tomar una posición de influencia.

"Lo primero que ha hecho Bluebell Partners Capital es pedir la destitución del primer ejecutivo de Danone, Emmanuel Faber"

En aquel momento, las críticas de Third Point se centraban en dos aspectos, uno era que, según su criterio, los máximos ejecutivos de Nestlé no se movían bastante deprisa a la hora de abandonar negocios poco rentables y no estratégicos, y el otro era la necesidad de vender la participación en la firma de cosméticos El Oréal. Sin duda, una visión puramente financiera de un negocio que es más que cotizaciones en bolsa y que con su pervivencia durante más de un siglo ha demostrado haber sido gestionado con acierto.

En nuestra casa, en 2005 tuvimos un ejemplo parecido con el caso Panrico-Apax. No es lo mismo, porque no se trataba de que un fondo de inversión cogiera una posición relevante en una gran compañía y la usara para doblar sus gestores, sino que simplemente fue que la familia Costafreda se vendió el negocio al fondo Apax. El paralelismo yace en el hecho que los nuevos propietarios, con una visión sólo financiera y de corto plazo, tomaron toda una serie de decisiones que provocaron la pérdida de valor de la compañía catalana, que tenía como producto estrella los míticos Donuts.

Los 900 millones de euros que el fondo londinense había abonado a los accionistas de Panrico (no sólo los Costafreda, sino que también había "la Caixa" y el Banco Sabadell, entre otros), se evaporaron al cabo de cinco de años cuando la compañía entró en quiebra y fue entregada en los bancos acreedores. A partir de este momento, Oaktree -otro fondo de inversión- adquirió la firma a precio de saldo a base de inyectar sólo 100 millones de euros. Los financieros de Apax habían conseguido llevar a la insolvencia una empresa de prestigio que antes de su entrada facturaba casi 500 millones y tenía beneficios.

"El 2005 tuvimos un ejemplo parecido con el caso Panrico. La familia Costafreda se vendió el negocio al fondo Apax y los nuevos propietarios provocaron la pérdida de valor de la compañía catalana"

Después de toda una serie de decisiones erróneas, en sólo siete años había pasado a facturar poco más de la mitad y acumulaba pérdidas por más de 600 millones. Para cerrar el círculo, en 2015 la multinacional Bimbo compró Panrico por 189 millones, haciendo que Oaktree tuviera unos beneficios considerables. En resumen, una experiencia, todo ello, que demostró que los financieros no saben hacer donuts.

La realidad de todo lo que hemos visto es que existe una amenaza latente en las empresas, como es la visión puramente financiera de los mercados, donde el concepto largo plazo es una molestia y no digamos ya las concepciones sostenibles de los negocios.

Més informació
La agenda oculta de Carles Tusquets
Hoy Destacamos
Lo más leido