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Farinera Coromina, 125 años de la harina catalana para el mejor pan

Con la quinta generación al frente, Farinera Coromina se ha convertido en un referente para la elaboración de pan artesano y de calidad de centenares de panaderías de todo el país

Era el 1897 cuando Manuel Coromina decidió comprar un molino para hacer harina y moler el trigo de los agricultores del Pla de l'Estany. 125 años después, con la quinta generación familiar al frente de la empresa, Farinera Coromina procesa 30.000 toneladas de trigo el año y factura alrededor de los veinte millones de euros. La clave es la apuesta por un cereal de proximidad y una harina de calidad.

Coromina: "Era un emprendedor y vio la necesidad creciente de industrializar el proceso de transformación del cereal en harina"

"Era un emprendedor y vio la necesidad creciente de industrializar el proceso de transformación del cereal en harina", explica Lluís Coromina, actual director de la compañía. Así, los payeses cercanos le llevaban su trigo y él, a cambio, se quedaba con las sobras para venderlas como alimento para animales.

No fue el único proyecto que impulsó, puesto que también empezó a utilizar la fuerza del riego del lago de Banyoles para dar energía a los molinos y crear Agrienergia, una empresa eléctrica de energía 100% renovable.

La expansión del negocio

Volviendo a la Farinera, en pocos años ya empezó a explotarse como negocio económico y adquirían el trigo de agricultores del entorno para hacer su propia harina bajo su nombre. Las panaderías más próximas son los primeros clientes: "Poco a poco del ámbito local se fue extendiendo a ámbito gerundense. No era fácil, porque antes prácticamente había una harinera por cada municipio".

Si hace cien años en cada pueblo había un molino para hacer harina, hoy en día solo quedan dos harineras en el área de Girona y uno de ellos es el de la Farinera Coromina: "Ha sido un proceso global de concentración donde hemos tenido que industrializar el proceso y modernizarlo para ser competitivos y conseguir la calidad creciente que pedía el mercado", explica el director.

Coromina: "Había momentos de afrontar inversiones para los adelantos tecnológicos y los propietarios tenían la opción de invertir y hacer una apuesta de futuro o no hacer nada"

Y así abrieron mercado a buena parte del país con incursión a Barcelona, hasta que a partir del 2012 iniciaron el comercio con el resto del Estado español y también al extranjero. Siempre dirigiéndose a maestros panaderos que quieren elaborar un pan artesanal de calidad y con productos de proximidad.

Lluís Coromina explica la clave para poder sobrevivir todos estos años y señala la visión de los fundadores de mirar a "largo plazo": "Había momentos de afrontar inversiones por los adelantos tecnológicos y los propietarios tenían la opción de invertir y hacer una apuesta de futuro o no hacer nada hasta el cierre. Aquí es muy importante el espíritu emprendedor y empresarial de ser muy consciente que la empresa es un conjunto de personas que aportan un valor a la sociedad".

El valor de la proximidad

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Una de las harinas de Coromina | Cedida

Desde que los labradores de alrededor de Banyoles les llevaban sus cereales, la Farinera Coromina ha tenido clara la apuesta por la proximidad. Incluso con el paso de los años, cuando la competencia de precio de otros países podía hacer dudar.

Lluís Coromina distingue entre el modelo de "comprar el cereal más barato" de países cómo Lituania, Permanecía o Rusia o apostar por cereales del entorno. Y en su caso, los proveedores son de Girona y sur de Francia. "Queremos la máxima calidad, harinas que permitan a nuestro cliente elaborar un pan de mucha calidad", resume Coromina.

Entre sus proveedores hay desde pequeños agricultores que recogen su propio trigo hasta grandes cooperativas con mucho más volumen.

La revolución del pan artesano

Hoy en día, son muchas las panaderías que han apostado por recuperar un pan de calidad, de toda la vida. Pero no hace muchos años, triunfaba el pan congelado y había una guerra por el céntimo entre muchos establecimientos. "Aparecían puntos de venta en todas partes utilizando el precio del producto como reclamo. Y el consumidor hace diez años no estaba concienciado de la importancia de comer un pan de calidad, que es la base de la dieta mediterránea. Cómo lo podemos banalizar o despreciar, comprándolo en cualquier lugar?", reflexiona el director general.

Era sobre el 2012 y Lluís Coromina justo entraba en el negocio e impulsó un "cambio de chip". Jerome era un maestro panadero francés que hacía un año que trabajaba en la Farinera y Lluís decide preguntarle cuál tenía que ser la apuesta para ser relevantes. Y la respuesta fue que las panaderías de calidad y artesanas irían a la alza, cómo ya había pasado en Francia. Y empieza la revolución del pan artesano de calidad.

Coromina: "10 años más tarde estamos satisfechos de decir que esta revolución del pan artesano y de calidad está más viva que nunca"

"Tenía mucho sentido lo que decía, podíamos ser los mejores, relevantes y aportar algo muy valioso a la sociedad. Ayudando a los panaderos artesanos a hacer esta transición, a dejar de competir por el precio y ayudarlos a hacer productos de más calidad y saludables", resume Coromina. Así, desde la misma empresa ayudaban a modernizarse a hornos tradicionales.

Y la satisfacción es máxima, con un millar de panaderos como clientes en todo el territorio: "10 años más tarde estamos satisfechos de decir que esta revolución del pan artesano y de calidad está más viva que nunca. Ahora cada vez se crean más panaderías que saben apreciar la belleza del oficio, que es muy duro de llevar, pero muy bonito".

Y la sociedad cada vez valora más el producto de calidad y de proximidad y sabe diferencia aquel pan más artesanal ante el industrializado. Y en este cambio de paradigma, Farinera Coromina se ha ganado un lugar preferente.

Innovación y kilómetro cero

La apuesta por la calidad y la innovación se aprecia con el hecho que Farinera Coromina cuente con un maestro panadero en la empresa, Jerome, que actualmente es responsable de investigación y desarrollo. Con su tarea, se ayuda a los panaderos y se investiga para sacar nuevos productos. De hecho, el trigo ya es solo una de las muchas harinas que hacen y también tienen de espelta, centeno o maíz. Y también de integrales o algunas especiales por masas de pizza o cruasanes.

"El pan es un alimento fundamental y hay mucho trabajo a hacer y hemos ido incorporando nuevos productos. Hace seis años ya empezamos a hacer harina ecológica. Ahora hemos recuperado una variedad antigua de trigo, plantado a los Humedales del Ampurdán. De kilómetro cero", explica Lluís Coromina.

Harina catalana a los Estados Unidos

Por todo ello acumulan un crecimiento sostenido los últimos diez años. Y viendo la buena aceptación, decidieron probar de exportar sus harinas y ya han hecho primeros pasos a Portugal, Estados Unidos y Francia. Una harina catalana para todo el mundo.

A pesar de que los molinos se han ido modernizando, el componente humano todavía es crucial por Harinera Coromina. En su equipo, con unas 35 personas, hay moliners expertos que conocen el oficio.

Así es cómo se ha construido la Farinera cómo una harina de éxito por la cual apuestan los mejores panaderos del país. "Nos gusta trabajar con panaderos que se toman el trabajo seriamente, que quieren hacer un muy buen producto", concluye Lluís Coromina por poner de manifiesto su amor por el pan.

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