Ricard Font, un servidor de ustedes

"No tiene ningún sentido que todo el mundo entre y salga de trabajar a la misma hora"

Ricard Font FGC Ricard Font FGC

Urbanista vocacional, líder estudiantil de los años 90 e hijo único de un periodista comprometido, Ricard Font es un abogado de 48 años, nacido en la Seu d'Urgell pero gerundense de adopción, que se inició en la política a los 24 años y en la administración pública a los 28 y actualmente preside Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya.

Máster en Derecho del Territorio y Medio ambiente, máster en Gestión de Sociedades y diplomado en Dirección Urbanística y en Derecho Urbanístico, Font muestra un perfil netament identificable con la figura del "civil servidor" de la mejor tradición administrativa anglosajona e incluso con los "enarcas" franceses del École Nationale de Administration que el añorado Frederic Rahola quería importar en Catalunya una vez logrado el regreso del presidente Tarradellas.

El abuelo ya había sido un hombre que se esforzaba en mejorar las conexiones del Pirineu. El padre trabajó para la agencia EFE en el Pirineu, Barcelona y Zaragoza, donde acabó siendo delegado, y vivió su profesión en conflicto permanente con el Movimiento, luchando contra el aislamiento endémico de las comarcas de montaña.

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El hijo, alumno de Can Culapi, hizo Derecho en la Universitat de Girona, donde fue líder del sindicato de Estudiantes de Girona y coordinador del Consejo de Estudiantes. Allí coincidió, entre otros, con compañeros como Carles Mundó o Adrià Comella que eran coordinadores de los consejos de estudiantes de Pompeu Fabra y de la Universitat de Lleida. Todos juntos, llamados a ejercer futuras altas responsabilidades de gobierno.

Él, pero, era un sindicalista independiente que practicaba la vieja tradición "entrista" de las organizaciones democráticas del tardofranquisme. En aquel caso, la táctica funcionó bastante bien y su lista llegó a conseguir 36 de las 41 sillas del claustro de la Universitat de Girona reservadas a la representación estudiantil.

Fichado para trabajar en la administración

Acabada la carrera, Font montó un despacho en Girona con unos compañeros, pero Irene Rigau, entonces secretaria de Universidades, ya se había fijado y fue ella quienes lo recomendó a Josep Rull para hacerle responsable de Universidades y Educación de la Juventud Nacionalista de Catalunya, donde coincidió con otros futuros consejeros y dirigentes como Damià Calvet, Jordi Puigneró, Miquel Buch, o Marc Castells.

Pere Macias, Felip Puig y Josep Rull son, según confesión propia, los principales maestros convergentes que le ayudaron a introducirse en el mundo del urbanismo, la movilidad y la organización territorial. Antoni Fernández Teixidó, por su parte, fue quién le ayudó a adentrarse en el mundo de la economía liberal. Cuatro pilares básicos de la actividad de un hombre que practica, quizás sin saberlo, aquella filosofía zen de hacer del trabajo un hobby y del hobby un trabajo, que suele recomendar la coach Nancy Collamer a sus numerosos seguidores.

Siguiendo este principio, Ricard Font empezó siendo jefe de gabinete del Consejero de Política Territorial y Obras Públicas en Girona, acabó siendo nombrado secretario de Infraestructuras y Movilidad del Departament de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat y desde julio de 2018 preside Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.

Font: "La covid-19 ha acelerado cambios que ya se estaban cociendo y que transformarán notablemente nuestra vida social"

Ahora, pero, estamos confinados y Ricard Font no puede navegar ni ir a la montaña con la mujer y los hijos, pero aprovecha los fines de semana para reflexionar a fondo sobre los cambios que la pandemia está acelerando, y utiliza el tiempo que se ahorra en ir arriba y abajo leyendo los libros que le recomienda la pareja. Gran seguidor de series como El ala oeste de la Casa Blanca, Los Soprano o Homeland, en estos momentos está leyendo el ensayo Churchill y Orwell, de Thomas E. Ricks, y la novela Dispara, yo ya estoy muerto, de Julia Navarro, que le hacen de contrapeso cuando no está estudiando los retos de la bioseguridad, la salud y la recuperación económica, que considera claves en esta próxima fase de desconfinament.

"Del mismo modo que la aparición del motor de explosión y el higienismo a finales del siglo XIX supusieron un cambio radical en las ciudades y el trasfondo del país, la covid-19 ha acelerado cambios que ya se estaban cociendo y que transformarán notablemente nuestra vida social" aseguraba en un Intermedia Online. "La gestión inteligente del tiempo y del espacio, la reducción de la movilidad debido al teletrabajo, la movilidad compartida, el paro sobrevenido y la robotización en la última milla del transporte de mercancías son elementos que cambiarán radicalmente el escenario urbano que hemos conocido hasta ahora".

Racionalizar el tiempo y el espacio

Font defiende las ciudades como centro generador de oportunidades, pero también cree que la digitalización del territorio puede provocar el efecto benéfico de un mayor reparto geográfico del trabajo y la riqueza. "Tardaremos dos o tres años en recuperar la actividad de antes del virus", pronostica, "que son los que le hicieron falta a los Estados Unidos en 2001 para superar el pánico derivado del atentado de las Torres Gemelas".

Otros cambios que divisa el presidente de FGC son la disminución de los viajes de trabajo, sustituidos en buena parte por las videoconferencias, la desaparición progresiva del papel moneda, la reconversión de las ferias en grandes platós de presentaciones y experiencias de servicios o productos, la transformación de las tiendas en centros de experiencia y recogida de productos, la recuperación de espacios para la vivienda mediante la rehabilitación o la construcción de nuevos edificios en espacios liberados para el desuso y el acabamiento de determinadas actividades.

"Hay que allanar las horas punta", reclama. "No tiene ningún sentido que todo el mundo entre y salga de trabajar a la misma hora, colapsando el transporte y la vía pública". El derecho a la no movilidad y a la conciliación familiar también ganará puntos según su discurso, que prevé una mayor conectividad para que la gente pueda aprovechar el tiempo que ahora invierte en desplazarse para ir a trabajar, en espacios de teletrabajo, estudio, juego o visionado de películas con sus dispositivos personales. Cosas difíciles de hacer, tal como subraya, si tienes que estar pendiente de conducir un coche convencional o buscar aparcamiento.

Font: "No tiene ningún sentido que todo el mundo entre y salga de trabajar a la misma hora, colapsando el transporte y la vía pública"

Hará falta pues gestionar mejor el tiempo, teniendo en cuenta que viviremos en grandes metrópolis muy muy conectadas y con grandes parques verdes, sin tanta contaminación pero con grandes distancias. Nos acercaremos por lo tanto al ideal noucentista de la Catalunya ciudad? Podría ser. Lo que habría que evitar es acabar siendo una sociedad controlada y falsamente feliz como las que describe su admirado Orwell en 1984 o Huxley en Un mundo feliz.

Porque, tal como explica, lo que realmente está a punto de producirse es un gran debate en torno a la prevalencia de los derechos individuales o del derecho colectivo a la seguridad y la salud. Un debate recurrente que ya estalló después de la Primera Guerra Mundial con la eclosión del liberalismo, el comunismo y los fascismos; después de la Segunda Guerra Mundial, con la guerra fría, o el mayo del 68, cuando las barricadas del Quartier Latin de París acabaron con una cierta forma de ver el mundo y la vida.

"Estamos a punto de iniciar otro cambio", concluye Font. Y, tal vez, mientras cocina, que es su otro gran hobby, tararera aquella canción de sus admirados Txarango que dice aquello de “Que no ens guanyi la por. El demà és nostre. Tu i jo agafant l’horitzó”.

Ojalá.

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