Singular Aircraft: aviones no tripulados catalanes

La empresa crea un avión sin piloto por el control de fuegos y prevé generar 200 lugares de trabajo en 4 años

La empresa Singular Aircraft ha creado el primer avión no tripulado que se usará para apagar fuegos y que permitirá el control de los incendios sin poner en peligro la vida de las personas. Singular Aircraft, que tiene su sede en el polígono Almeda de Cornellà y hace las pruebas de vuelo al aeropuerto de Lleida-Alguaire, estudia nuevas posibilidades y campos por esta nave mientras espera los permisos pertinentes por parte de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.

"La empresa se dedicaba a otros sectores relacionados con la investigación y el desarrollo, pero arran la muerte de un piloto amigo durante las tareas de extinción de un incendio empezamos a trabajar en este proyecto con el fin de evitar que se pusieran en riesgo las vidas de las personas", comenta Gabino Serrano, piloto comercial y portavoz de la compañía.

El aparato tiene capacidad para transportar 2.000 litros de agua y puede volar más de 70 horas. "La idea original se usarlos para la extinción de incendios, pero teniendo en cuenta sus características, su capacidad y su autonomía estudiamos otras aplicaciones", dice Serrano. De entre estas, destaca la vigilancia o la fumigación o siembra de campos.

Otra de las aplicaciones sería el transporte de material a países que no tienen la suficiente infraestructura para hacerlo por carretera. En este sentido, Serrano recuerda que lugares del mundo como por ejemplo Indonesia, con más de 17.500 islas, tienen problemas para hacer llegar material por los medios habituales y propone el avión no tripulado como alternativa.

Bajo coste
Estas necesidades hace años que existen, la diferencia para hacerlo posible ahora parte de la posibilidad de hacer más económicos los costes tanto de fabricación del avión como de explotación. El avión de Singular Aircraft se controla desde una estación de control desde el tierra o vía satélite. "El avión no trae tripulación de forma que no ponemos en riesgo la vida de nadie, pero este factor también supone que se abarate el coste", explica Serrano, que reconoce que la fabricación del avión también ha reducido costes porque utiliza la tecnología de la automoción para construirlo.

Fabricar un de estos aviones tiene un coste de unos 350.000 euros, a diferencia de los que usa el ejército para apagar fuegos que cuesta unos 30 millones de euros. La hora de vuelo también es significativamente más trueque. El nuevo avión tiene un coste de unos 200 euros la hora, ante los 6.000 euros la hora que cuesta un avión tradicional, según la compañía.

Ampliación en Lleida
Singular Aircraft se instaló en Cornellà hace tres años y a su ubicación actual hace poco más de un año. La empresa trabaja con la idea de construir un hangar al aeropuerto de Lleida-Alguaire, donde lleva a cabo las pruebas y montará los aviones que encarguen los clientes. Un equipo de una veintena de ingenieros y pilotos hace dos años que trabajan para desarrollar la tecnología necesaria para salir adelante el proyecto. "Nosotros nos dedicamos a la fabricación del avión, el uso y la explotación del mismo dependerá de la empresa que lo compre", dice Serrano.

Este responsable de la empresa confía que el nuevo proyecto permita crear unos 200 lugares de trabajo durante los próximos cuatro años, aunque el futuro depende de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Actualmente en Europa no hay una normativa que regule este tipo de aviones y está previsto que esta podría llegar de aquí dos años.

Los responsables de la empresa confían poder empezar a fabricar los aviones el próximo año y que salgan de sus instalaciones 300 cada año a partir de 2017. A pesar de todo, el director ejecutivo de Singular Aircraft, Luis Carrillo, subraya: "Hasta que no tengamos todos los permisos no queremos vender ningún avión".

Más de 150 empresas de todo el mundo han mostrado ya su interés por este proyecto, que ha contado con un presupuesto de 3 millones de euros. La empresa tiene una oficina de ventas en Londres y ha empezado a moverse por Asia y Sudamèrica. Sus promotores no descartan desplazarse a otros puntos del mundo si no consiguen los permisos en Europa.

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