Ramon Trias Fargas, un gentleman en medio del Passeig de Gracia

Abogado, economista, catedrático, diputado, senador y conseller, pero sobre todo fue fundador de una dinastía luchadora

Ramon Trias Fargas | Real Academia de Historia Ramon Trias Fargas | Real Academia de Historia

Se le recuerda básicamente como conseller d'Economia i Finances, pero bien es verdad que solo estuvo un año y medio en el primer gobierno de Jordi Pujol, entre mayo de 1980 y noviembre de 1982, y otros quince meses entre julio de 1988 y octubre de 1989 en una tercera legislatura también bajo gobierno de Pujol, que no pudo acabar. Fue abogado, economista, catedrático, diputado, senador y conseller, pero sobre todo fue fundador de una dinastía luchadora de la que la figura de Montserrat Trueta, su mujer, fue igualmente fundamental.

Ramon Trias Fargas, nacido en Barcelona ahora hace 100 años, tenía una altura considerable, una voz ronca que usaba para ironizar sobre cualquier cosa, una cultura enciclopédica que nunca restregaba por la cara a nadie, un aspecto inequívocamente británico y unos conocimientos académicos bastante por encima de la media del país. Hijo del cirujano Antoni Trias i Pujol, que había sido cofundador de la Universitat Autònoma y gran reformador del Hospital Clínic de Barcelona, el señor Ramon pertenecía a una familia que después de la guerra civil se tuvo que exiliar, primero a Suiza y después a Colombia, donde en 1947 se licenció en derecho, antes de obtener su Master of Arts In Economics en la Universidad de Chicago, en 1950.

Convertido para siempre al liberalismo, Trias Fargas volvió a Barcelona, donde empezó a trabajar como abogado y donde a partir de 1962 inició una interesante carrera académica

Allí, en la primera ciudad de Illinois, el joven Trias se impregnó de cultura y arquitectura y conoció de muy cerca la célebre Escuela liberal de Chicago, de la cual uno de sus míticos fundadores, Milton Friedman, era profesor en la Universidad. Una vez conseguido el título y convertido para siempre al liberalismo, Trias Fargas volvió a Barcelona, donde empezó a trabajar como abogado y donde a partir de 1962 inició una interesante carrera académica, primero como catedrático de Economía Política y Hacienda Pública en la Universitat de València y, a partir de 1969, como profesor de Hacienda Pública de la Universitat de Barcelona.

La vida de la Andy como ejemplo

Casado en Oxford en 1954 con Montserrat, hija del también exiliado Josep Trueta, doctor honoris causa por la Universidad de Oxford desde el año 1942, el matrimonio tuvo que superar -con excelencia- una prueba realmente inesperada. El año 1972, Andreu (Andy), su hijo pequeño, nació con síndrome de Down. Pero ni padres ni hermanos mayores (Toni, Katy y Mireia) eran gente de rendirse fácilmente. Diez años más tarde,Trias Fargas impulsó la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI) que fue aprobada por unanimidad en el Congreso de los Diputados, con una denominación – "minusválidos" – que hoy en día sería inaceptable.

Con intención parecida, Montserrat Trueta junto con otros padres y madres, fundó en 1984 la Fundación Catalana Síndrome de Down, actualmente dirigida por Katy Trias, de acuerdo con la decisión tomada por el matrimonio de "aceptar el diagnóstico pero no el pronóstico" que los médicos habían previsto para su hijo. Hoy en día Andy está a punto de hacer 50 años y hace 30 que trabaja. Independizado desde hace 20 años y casado desde hace siete, Andy ha decidido dejar la seguridad del trabajo fijo, después de haber trabajado en el Fútbol Club Barcelona, en CaixaForum, en el Palau Macaya y en Cosmocaixa, para dedicarse a su vocación de escritor y periodista y atender sus proyectos en la Fundación Catalana del Síndrome de Down, en el diario digital Éxito21 y en la Asamblea de Derechos Humanos que lleva el nombre de su madre. La vida de Andy, sin duda, es la obra más exitosa de Ramon Trias Fargas y Montserrat Trueta.

El cerebro catalán del Urquijo

Desde el punto de vista estrictamente profesional, hay que destacar que en 1965, el ilustre profesor había sido contratado como jefe de estudios del Banco Urquijo, una institución de referencia mundial, que había vuelto a abrir una delegación en Catalunya. El reconocidísimo Banco Urquijo, Ortueta y Orenzana había sido fundado en 1870 en Madrid por tres destacados representantes de la burguesía vasca y en 1919 abrió el primer Banco Urquijo Catalán, con sede en Barcelona, que se convirtió en el gran inversor de grandes proyectos empresariales, como por ejemplo los relacionados con La Maquinista Terrestre y Marítima, Catalana de Gas y Electricidad o Hidroeléctrica de Catalunya.

En el año 1942, en plena posguerra civil, la sucursal había desaparecido debido a un pacto con el Hispano Americano que años después (1979) se volvería a repetir, finiquitando una nueva refundación del banco iniciada en Catalunya en 1965 con la colaboración de Trias Fargas, un hombre que disponía de una magnífica agenda de contactos en el mundo económico y empresarial del país. Aquella segunda "desaparición" también acabó con la exquisita cultura empresarial de un banco, que algunos comparaban un poco hiperbólicamente con el MIT de Massachussets y que todavía ahora algunos antiguos ejecutivos de la época echan de menos.

Efectivamente, el Banco Urquijo, entonces presidido por Juan Lladó, era una institución con propósito, que no solamente contribuía a sacar adelante iniciativas de crecimiento de la economía española, sino que gestionaba un gran patrimonio cultural acumulado a lo largo de los años, depositado en gran parte en la austriacista Casa de las Tres Chimeneas de la plaza del Rey de Madrid, pero también muy dignamente representado en Barcelona.

Un despacho modernista en Passeig de Gràcia

Trias Fargas tenía el despacho en la modernista Casa Malagrida del Passeig de Gràcia, 27, donde disponía de una magnífica sala de Juntas con aquellas pinturas de Josep Sert que habían decorado el comedor del Hotel Waldorf Astoria de Nueva York y que los anticuarios hermanos Climent habían repatriado en 1973. En aquel ambiente, como recuerda el entonces jovencísimo director territorial del Urquijo Lluís Badia Almirall, el señor Ramon tenía invitados a comer de la altura de Salvador Dalí, con quien mantenía una excelente relación personal. El Banco, finalmente absorbido por el Sabadell en 2006, siempre había mantenido relaciones de respeto y proximidad con todo tipo de artistas e intelectuales del momento, tanto en Madrid como en Barcelona.

Trias Fargas era un liberal radicalmente convencido de las virtudes de la iniciativa privada, pero quería un liberalismo social y corrector de los efectos secundarios del sistema del libre mercado

Dentro de la estructura del Urquijo, como dentro de cualquier otra estructura académica, empresarial, cultural o política relacionada con él, Trias Fargas mantenía una absoluta independencia de criterio, actuaba al margen del organigrama oficial y añadía valor a todo lo que tocaba. La Casa Malagrida no tiene consideración de palacete porque fue concebida desde buen comienzo como edificio de viviendas de lujo. Pero la decoración y el mobiliario del edificio que rodeaba Trias Fargas, donde no faltaban cuadros de Ramon Casas ni de la Escuela de Cuenca, unos aposentos donde reinaba con eficacia su amable secretaria personal, de nombre Josefina, que impresionaba gratamente a los invitados e incluso a los jóvenes periodistas de la transición que investigaban el talante de los principales protagonistas del cambio.

Trias Fargas era un liberal radicalmente convencido de las virtudes de la iniciativa privada, pero quería un liberalismo social y corrector de los efectos secundarios del sistema del libre mercado y colaboraba sin problemas con pensadores socialistas, entre ellos Narcís Sierra, Pasqual Maragall o Ernest Lluch, con quien compartía proyectos y, a veces, algunas polémicas más o menos arrebatadas. Fue con Lluch que el servicio de estudios del banco analizó la economía regional, la eficiencia de los equipamientos colectivos de Catalunya, el puerto de Barcelona y los instrumentos del sistema financiero español.

Con el apoyo de aquel servicio de estudios radicalmente independiente, el Banco Urquijo, que fue el primer banco industrial español y según algunos testigos "mucho más que un banco", participó activamente en el desarrollo de Seat en Catalunya y en el mayor proyecto gasista del país, construido de la mano de Pere Duran Farell desde Catalana de Gas y su heredera Gas Natural, además de ser decisivo en la llegada de la energía nuclear a Vandellós y en el desarrollo del Polo Químico de Tarragona.

A comienzos del 1983, cuando Trias ya había dejado el banco para dedicarse a su función de conseller d'Economia de la Generalitat, Urquijo pasó a la órbita del Hispano Americano, que lo fusionó con Bankunión; en 1988 pasó a ser controlado por banca March, y finalmente, en 2006, por el Banco Sabadell, que lo especializó en banca privada.

La política como cuarta pata de la mesa del trabajo

Libertad personal, cultura y economía fueron los tres grandes ejes sobre los cuales el profesor edificó su vida profesional. Pero faltaba una cuarta pata en su mesa de trabajo: la política. Trias Fargas se consideraba de izquierdas, pero desconfiaba del socialismo. En aquella tesitura pensó que su lugar en el nuevo panorama político que se iba concretando era en Esquerra Republicana. Pero, inquieto como era, pronto pensó que le hacía falta una izquierda más liberal que la de Heribert Barrera para sentirse cómodo y se convirtió en uno de los principales impulsores de Esquerra Democràtica de Catalunya, fundada el mismo año 1975, apenas acabado de morir Franco, con el empresario y mecenas Joan Baptista Cendrós, el joven Macià Alavedra y tres o cuatro otros compañeros, como por ejemplo Jaume CasanovasPere Pi-Sunyer, que acabarían saliendo por diferencias ideológicas. Casanovas, para fundar el efímero Partit Socialdemòcrata de Catalunya y Pi-Sunyer para volver a las filas de Esquerra Republicana.

La independencia del partido duró poco, concretamente hasta un poco antes de las primeras elecciones democráticas de 1977, cuando Jordi Pujol y él mismo suscribieron el Pacto Democrático por Catalunya, una coalición que el futuro presidente de la Generalitat habría querido ampliar a la Unió Democrática de Anton Cañellas y en la que también se integró de forma pasajera el Partit Socialista Reagrupament de Josep Pallach (muerto en plena campaña electoral) y Josep Verde Aldea. Pero antes de quedar prácticamente absorbida por Convergència Democràtica de Catalunya, Esquerra Democràtica sirvió para dar voz propia al liberalismo social dentro del Consell de Forces Polítiques de Catalunya, una instancia unitaria preelectoral de partidos que preparaban el escenario político del posfranquismo en nuestra casa.

De hecho, Esquerra Democràtica no formó parte de la Asamblea de Catalunya, otra instancia unitaria fundada clandestinamente en 1971, que además de partidos políticos también convocaba sindicatos, entidades culturales, asociaciones de vecinos y todo tipo de entidades de la sociedad civil. Pero en el clima emocional de ruptura -cuanto menos, teórica- que vivía el país en aquella salida de túnel del franquismo, había dirigentes de Convergencia que se declaraban socialdemócratas, democristianos que proponían la cogestión empresarial y liberales de Esquerra Democràtica que preconizaban el federalismo, la cogestión y la nacionalización de las grandes empresas. No hay que decir que entonces los socialistas de Joan Reventós, que finalmente se fusionarían con la testimonial Federación Catalana del PSOE, se declaraban inequívocamente marxistas.

Liberalismo, autonomismo y concierto económico

Después de algunas bajas y marramaos diversos, Esquerra Democràtica acabó siendo absorbida en el mes de junio de 1978 por la emergente Convergència Democràtica de Catalunya de Jordi Pujol y Miquel Roca i Junyent, que en aquel momento todavía representaban tendencias diversas dentro del partido. Roca más socialdemócrata, y Pujol, entonces admirador del modelo político sueco (del socialdemócrata Olof Palme) y reforzado con la incorporación de Trias Fargas, que pasó a ser presidente de la formación nacionalista, no tanto. Y esto permitió que tanto Trias como su fiel amigo y compañero Macià Alavedra dispusieran de una plataforma bastante sólida para defender su ideología en las largas sesiones de redacción del Estatut, que celebró la llamada Comissió dels Vint en el Parador de Sau entre el 15 y el 18 de septiembre de 1978.

Trias Fargas era la eminencia económica que tenía más clara la necesidad del concierto. Los socialistas, el PSUC, UCD y AP lo rechazaron

Según recuerda el economista Josep Pérez Franco, Macià Alavedra y Ramon Trias Fargas fueron los únicos de aquellos 20 representantes de la Asamblea de Parlamentarios que defendieron claramente un concierto económico para Catalunya al estilo del vasco. Trias Fargas, escribe Pérez Franco, era la eminencia económica que tenía más clara la necesidad del concierto. Los socialistas, el PSUC, UCD (partido de Adolfo Suárez) y AP (actualmente PP) lo rechazaron. Otras fuentes explican que Esquerra Republicana consideró que la propuesta era demasiado autonomista y que Pujol y Roca, este último en desacuerdo habitual con Trias, consideraron demasiado arriesgado asumir la gestión de recaudar impuestos que aquella propuesta, tan autonomista, llevaba aparejada.

Trias Fargas también fue diputado en el Congreso entre 1977 y 1982, senador de CiU entre 1986 y 1988 y se enfrentó a Pasqual Maragall en las elecciones municipales de Barcelona, en 1983, en las que el candidato socialista obtuvo un 45,8% ante el 27,4% del candidato convergente, el 13% de la Coalición Popular encabezada por Alexandre Pedrós y el 6,9% del PSUC, liderado por Jordi Solé Tura. Eran tiempos en los que los populares y los eurocomunistas convencionales todavía sacaban bastantes votos y estaba Catalunya gobernada por la sociovergencia.

Muerto en plena campaña

Trias Fargas murió en 1989, cuando tenía 66 años, debido a un infarto mientras participaba en un mitin electoral de Convergència i Unió en el Masnou. Pasqual Maragall, primero que llegó al hospital dels Germans Trias (curiosa coincidencia) a expresar su pésame, declaró que el entonces conseller d'Economia había sido "un auténtico señor de Barcelona". Pujol se mostró profundamente afectado y sin palabras. El ministro de Defensa y exalcalde de Barcelona Narcís Sierra dijo "yo pierdo un amigo y Catalunya uno de los políticos de más alto nivel que nunca ha tenido". Rafael Ribó, entonces cabeza de lista de Iniciativa per Catalunya, manifestó que Trias Fargas "era uno de los políticos a quienes más respetaba como demócrata". Felipe González dijo que había sido un "hombre honrado" y Adolfo Suárez, que "había colaborado de manera fundamental en todas las etapas de la transición".

Siempre nos quedará la duda de saber cuál habría sido su evolución política, pero lo que está absolutamente fuera de duda es su legado cívico, tan añorado por unos y otros contemporáneos.

Més informació
Pere Duran Farell, el catalanista universal
Josep Martí Gómez, el verso libre del periodismo
Salvador Capdevila, La Boqueria y el poder de la seducción
Hoy Destacamos
Lo más leido