2016, tiene que ser un buen año
Las exportaciones a los mercados globales se han consolidado de forma progresiva en casi todos los sectores industriales, con más fuerza en aquellos asociados a productos de menos intensidad tecnológica, (si bien las exportaciones de más alto contenido tecnológico han crecido casi un 75% en los países no UE-15) y con más destinos a los existentes antes de la crisis. Las exportaciones de las empresas catalanas se han dirigido a todos los países de Europa, pertenecientes o no a la UE, al norte de África y al resto de países avanzados del mundo. Exportaciones multisectorials y con amplia dispersión geográfica que fortalecen su capacidad de entomar las problemáticas específicas, que periódicamente surgen en regiones del planeta.
Un notorio incremento de las exportaciones que hay que contextualizarlo en el hecho que, si bien las últimas semanas el precio del barril de petróleo ha bajado notoriamente igual que una gran parte de las materias primeras, el aumento de las ventas al exterior se ha producido a lo largo de unos años con un euro fuerte, coste elevado de las materias primeras y del petróleo, disminución de las inversiones destinadas a la innovación y una notoria carencia de recursos financieros, tanto para renovar los equipamientos como para financiar el circulante.
Un crecimiento, por lo tanto, que no se produce por razones coyunturales como las asociadas, entre otras a la paridad dólar euro, a los costes de las materias primeras o a los estímulos fiscales. Hay que asumir que al trasfondo, desprendido de ocho años de crisis, hay razones estructurales arraigadas en la mejora de la productividad, que tiene un fuerte componente asociado a la bajada de los costes laborales unitarios, un aspecto que hay que cambiar con el fin de que los salarios recuperen poder adquisitivo, a los ajustes de los modelos productivos, a la asunción de los desafíos de los mercados globales, a la mejora de las inversiones en infraestructuras productivas que, al 2015, han llegado al 75% de las pymes industriales, a la mejor dotación en cuanto a capital humano, a aceptar los retos asociados a la innovación, etc.
Un conjunto de hechos que permiten mirar al nuevo año con un cierto optimismo, dado que mejorar la competitividad y exportar son dos aspectos relevantes para disminuir el paro, aumentando la ocupación, recuperar el poder adquisitivo de los salarios y el bienestar social, reduciendo el endeudamiento.
Un mejor posicionamiento que divisa una nueva etapa de crecimiento, de aportación de la industria en el progreso social, entendido como generación de ocupación en uno en torno a desarrollo sostenible, a pesar de las incertidumbres que se abren en el comercio mundial y las previsiones de futuro, no muy positivas, sobre algunos de los países tractores de la economía mundial. Las incertidumbres sobre la demanda interna y las tensiones políticas, que pueden debilitar la atracción de inversiones y la disponibilidad de recursos financieros por parte de la Generalitat, dificultados cuánto atracción de inversiones, que pueden incrementarse por la decisión de la agencia de calificación de riesgos Moody's, cambiando la perspectiva de la deuda de la Generalitat "de establo" a "negativa". Una evaluación que ignora, o no valora, que a escala estatal Cataluña aporte el 20% del PIB, lidere las exportaciones, la productividad y sea líder en cuanto a R D.
Dificultades?, sin duda muchas, pero nada puede negar que el sistema productivo industrial catalán está mejor posicionado y arraigado que el 2007, unos hechos que nos tendrían que permitir afirmar con confianza que 2016 puede ser un buen año para generar ocupación, para mejorar la calidad de vida y porque el desarrollo personal y profesional acontezca nuevamente realidad simbiótica a casa nuestra. En definitiva un año para retomar la generación de progreso social.