Opinión

5G: más infraestructuras, más compartición

A la espera de su despliegue gradual entre 2020 y 2025 a los principales mercados de Norteamérica, Europa y Asia, el 5G anima todos los debates. Una velocidad 100 veces superior al 4G, latencias –o tiempos de respuesta de las aplicaciones– cercanas al milisegundo, impulsarán la aparición y generalización de nuevos usos y la multiplicación de objetos conectados, alimentando la curiosidad y la impaciencia de los usuarios. Por su parte, los operadores y, en general los actores del sector de las telecomunicaciones, analizan la mejor manera de aprovechar la oportunidad de un 5G que rediseña los perfiles y los límites del mercado en el cual venían operante.

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Como conciliar las inversiones en despliegue de nueva infraestructura necesarias para hacer realidad este salto tecnológico con la generación de valor y la construcción de modelos económicos sostenibles?

Las inversiones en infraestructuras crecerán

Si bien la llegada del 5G se percibe como un gran salto adelante, bien es verdad que también plantea muchas incógnitas para los actores del sector.

En opinión de McKinsey & Company (McKinsey and Company Network sharing and 5G: a turning point for lone riders, Febrero de 2018), la inversión destinada por un lado a la operación de la red de acceso ya desplegada y, por otra, al crecimiento y densificació asociados al 5G, podría casi duplicarse en 2025 respeto el 2018, en un escenario en el cual cada operador de voz y datos asumiera estas inversiones. Una fuerte intensidad inversora en un contexto ya conocido en Europa en el cual los márgenes del sector son estrechados por el alta presión competitiva y la fragmentación de un mercado −en realidad 28 mercados en un único espacio económico− que dificulta la materialización de las economías de escalera.

La transición del 4G al 5G no se producirá de la noche a la mañana, ni hará mesa raída de las infraestructuras y las inversiones realizadas. Es sobre la capacidad instalada sobre la cual la llamada "capa 5G" –nuevas torres, fibra óptica y las small cells– se desplegará gradualmente, empezando muy posiblemente, por la cobertura de espacios singulares, cerrados o abiertos, que por sus características de frecuentación y acumulación de gran número de usuarios accediendo simultáneamente a la red, requerirán de actuaciones más a corto plazo para asegurar las prestaciones de una más gran velocidad y menor latencia propias de la banda ancha en movilidad y, especialmente, del nuevo estándar del 5G. Su despliegue será, pues, más evolutivo que disruptiu.

"La transición del 4G al 5G no se producirá de la noche a la mañana, ni hará mesa raída de las infraestructuras y las inversiones realizadas"

Un despliegue de infraestructuras capaces de canalizar un consumo ingente de datos: la explosión del vídeo en movilidad; los datos en la nube y los objetos conectados que harán posible, entre otros, un cambio de paradigma en la gestión de los recursos y servicios urbanos; los vehículos autónomos; las aplicaciones y-health; o la robotització de procesos en la industria. Sumémosle también el reto de integrar al ámbito rural y suburbano de forma que disponemos de una cobertura altamente fiable "sin costuras" y eliminando las llamadas "zonas blancas".

El desafío no es menor. Lo es en términos de competitividad de nuestra industria con otras regiones económicas como Asia o Norteamérica; lo es en términos de aceleración del despliegue extensivo de las infraestructuras y equipos que lo hagan posible y de equidad territorial; y lo es en términos del coste que esto significa. Esta última no tendría que ser en todo caso la barrera de entrada que sitúe en Europa en una posición de retraso respecto a otros países.

Más compartición

El uso compartido de las infraestructuras de telecomunicaciones móviles entre operadores de acceso a la red no es una cosa nueva. Es una realidad muy extendida en los Estados Unidos, superando el 80% y creciendo en Europa dónde en los últimos seis años ha pasado de cotas prácticamente inexistentes al 15%-20% que se estima actualmente. En el mismo informe de McKinsey and Company se indica que la apuesta por un uso compartido de las infraestructuras permitiría en el caso del futuro despliegue de la "capa 5G", reducir el incremento de inversión prevista hasta 2025 en un 40%.

La palabra clave es "compartición", no "propiedad". Traducido a las infraestructuras supone reducir la asignación de inversiones en redes redundantes por parte de los operadores de acceso a la red, lo cual permite concentrar los recursos disponibles en servicios y aplicaciones innovadoras basadas en la banda ancha, que impulsen un ecosistema digital competitivo.

"La compartición es, pues, uno de los factores destinado a jugar un papel clave en el despliegue con éxito de las infraestructuras necesarias para el 5G"

Un respuesta adecuada sólo será posible si todos los actores –Administraciones locales y supralocals, operadores de acceso a la red y gestores de infraestructuras– trabajan coordinadamente. La densificació de redes condicionará la planificación y despliegue de las infraestructuras necesarias: localización en el espacio urbano, grandes corredores viarios, así como los criterios de eficiencia en el despliegue. La compartición es, pues, uno de los factores destinado a jugar un papel clave en el despliegue con éxito de las infraestructuras necesarias para el 5G. La aceleración de este despliegue, una vez los casos de uso y los modelos de negocio estén suficientemente maduros, será determinante para el cumplimiento de los objetivos de la agenda digital europea y para hacer de los países de la UE polos atractivos y competitivos. Con las condiciones necesarias para atraer y retener el talento y con él la capacidad de innovación.