Pero antes, hablemos de la distribución

Ya hace muchos años que conocí personalmente al señor Joan Font -actualmente, principal accionista del grupo Bon Preu-. De aquella primera conversación conservo dos ideas fundamentales que me han ayudado enormemente a comprender el rol macroeconómico que juega el sector de la distribución de grandes superficies y supermercados.

La primera idea que me transmitió el señor Font fue que no se pueden menospreciar aquello que denominamos "marcas blancas". Como yo me mostré, de entrada, escéptico, el señor Font me hizo llegar un lote de marcas blancas que ellos vendían. Desde entonces no he tenido dudas.

Tampoco me han quedado dudas de la segunda idea que me expuso. El sector de la distribución es fundamental para la promoción de los productos del país donde tiene la sede central la empresa de distribución. "Fíjate en la cantidad de productos franceses que encuentras aquí en los hipermercados franceses, o productos alemanes en supermercados alemanes, o británicos en los establecimientos de aquel país". Tenía razón. A lo largo de años posteriores he residido en, o visitado, varios países y siempre me ha llamado la atención la nacionalidad de muchísimos de los productos que, por ejemplo, vende Carrefour. Los ciudadanos de Río de Janeiro, de Pekín, de Doha, de Atenas... cuando quieren comprar productos de comida de una cierta calidad -y con un cierto glamour francés- van al Carrefour. Pero también, está claro, aprovechan para comprar productos de belleza, de limpieza, etc. que acostumbran a ser muchos de ellos franceses, también. Lo mismo ocurre en los Monoprix esparcidos por el mundo, en los Marks & Spencer, en los Tesco o en los Lidl, etc.

A finales de 2020 se planteó la posible adquisición de Carrefour por parte de Alimentation Couche-Tarde Inc., una empresa canadiense. Estaban dispuestos a pagar 20.000 millones de euros, que pronto es dicho. El presidente Macron intervino para mirar de parar la operación. ¿Nacionalismo económico? Puede ser. ¿Interés en la economía francesa? Total. El presidente Macron sabe perfectamente que si Carrefour deja de ser francesa miles de proveedores franceses sufrirán o desaparecerán. La operación de compra no preveía que Carrefour cerrara establecimientos en Francia -de hecho, el grupo Alimentation Couche-Tarde planteaba una expansión-. Con el simple hecho de que dejara de ser francés ya había un elevado riesgo -por no decir certidumbre- que se redujera la proyección y venta de miles de productos franceses.

Hay que considerar estratégicas las empresas de distribución de supermercados y grandes superficies catalanas; son clave

Estas distribuidoras extranjeras tienen un rol principalísimo en sus países. Países donde la distribución de productos está muy consolidada por varios canales que no son, necesariamente, las grandes superficies. Puestas así las cosas, ¿cómo no tienen que tener un rol determinante en Catalunya las grandes superficies si en nuestro país la distribución de determinados productos (sobre todo agroalimentarios) es débil? Por lo tanto, hay que considerar estratégicas las empresas de distribución de supermercados y grandes superficies catalanas. Son clave. Cadenas como Bon Preu, Condis, Valvi, Llobet, Supermercados Pujol, Fragadis y otros más pequeñas tienen que estar en la mente de todos cuando se habla de la estrategia económica productiva de Catalunya y, por lo tanto, hay que poner atención. Nuestros gobernantes les tienen que dar facilidades y estima -como bien hace el presidente Macron-. Y el consumidor tiene que saber que cuando compra en sus establecimientos muy probablemente está estimulando la economía del país, no solo la del supermercado. Estas cadenas catalanas, además, lo hacen muy bien y dan un servicio excelente en calidad y precio -aspectos a los que no se tiene que renunciar debido a un mal entendido nacionalismo económico-. Y mantienen una red productiva básica que permite a muchos productores modernizarse y emprender otros proyectos cogiendo más volumen. Pero también ayudan a descubrir nuevos productos que, si no fuera por la proximidad, lo tendrían difícil para poder introducirse en el mundo del gran consumo.

Las grandes economías mundiales tienen sus cadenas de distribución nacionales. Y las miman. No las sueltan así como así. Si, además, tomamos en consideración que buena parte de nuestro crecimiento proviene del consumo interno, esta actitud de mimar al sector de la distribución de supermercados y grandes superficies tiene que estar en la base de nuestra estrategia.

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