El futuro del fútbol está por escribir

Las últimas 48 horas han sido la demostración que las formas importan más que el fondo. Por todas partes, y al negocio del fútbol no podía ser menos. El anuncio de la creación de la Superliga ha sacudido los cimientos del modelo futbolístico europeo, donde los organismos "reguladores" que tienen el monopolio de las competiciones han sacado las zarpas para evitar la rebelión de los "grandes".

No puedo entrar a valorar ni las formas ni el planteamiento de la nueva competición, ha faltado información, buena comunicación y alineación de los interesados haciendo un frente común. Pero en el fondo lo podemos valorar cómo el primer acto de rebeldía ante el status quo para decidir el futuro de forma independiente y sin condicionantes de ningún tercero.

El negocio donde el intermediario y el trabajador ganan más que la empresa o la institución, es un negocio condenando a su desaparición. El riesgo de supervivencia, de viabilidad, de sostenibilidad lo sufren los clubes, que compran, venden, se endeudan, buscan fuentes de financiación alternativos para no perder nivel competitivo, ni para dejar de ser un escaparate necesario para obtener recursos que acontecen urgentes. Igual que una empresa quien se arriesga es el socio, es el administrador que forma parte del consejo de administración quien se aventura, por ejemplo, a comprar maquinaria, a comprar activos, o endeudarse, igual pasa aquí, que aquellos quienes toman riesgos son los clubes y por lo tanto, son ellos los que tienen que decidir su futuro.

"No olvidemos que los clubes durante la pandemia han sido pidiendo ajustes y ayudas a los organismos cómo la UEFA/UEFA y la Liga y estas ayudas no han llegado nunca"

No olvidemos que los clubes durante la pandemia han ido pidiendo ajustes y ayudas a los organismos cómo la UEFA y la Liga y estas ayudas no han llegado nunca. Por eso los clubes, de una manera absolutamente legítima, han hablado entre ellos y han buscado fórmulas para mitigar el impacto que ha supuesto el descenso de los ingresos en sus balances motivados por la covid y han trabajado conjuntamente para buscar nuevas maneras de llegar a un público más amplio y en un escaparate más global que los reporte mejores y más altos ingresos.

Y entonces cómo siempre pasa, quien tiene el monopolio sin aportar un valor esencial se opone, y amenaza, y esparci un relato basado en el miedo y en la élite. ¿Pero, cuando dejó de ser el fútbol de sus forofos? ¿Cuánto representan hoy los abonos o los ingresos por socios en un presupuesto cómo el del Barça? Cuando dejamos que esto pasara, fue con el permiso y la complicidad de aquellos que ahora siguen organizando el fútbol, las competiciones y nuestras vidas.

Es entonces cuando aparecen las amenazas a clubes y jugadores, las advertencias de sanciones, descalificaciones, casi crucificciones, para querer decidir tu futuro. Y en este momento te das cuenta que quizás es el camino. Y entonces el directivo del monopolio de la televisión te dice que es imposible crecer en ingresos, cuando a diario nacen plataformas con capacidad de la compra individualizada de partidos, con recursos y dispuestas.

"¿Este patrón defendemos? ¿Este modelo es el de la gente? ¿El de los socios? Sabemos la respuesta, no lo es"

¿De verdad que este es el mejor modelo? ¿El de la UEFA, la FIFA o de las ligas nacionales? ¿De verdad? ¿Con horarios que desde hace años solo cumplen deseos de países lejanos, o supercopes a los Emiratos, o mundiales a Qatar..., este patrón defendemos?¿Este modelo es el de la gente? ¿El de los socios? ¿Sabemos la respuesta, no lo es.

¿De verdad los clubes, sus socios, aficionados y propietarios no pueden decidir su futuro sin intermediarios? El mundo, en todo, tiende hacia la desintermediació. Ya no se aceptan intermediarios "de transacción" que no aporten valor. Cuándo queremos comprar un producto, una acción en bolsa, un piso, un coche... los intermediarios tienen que aportar valor real, arriesgarse en el negocio y ser un referente esencial, sino tienen que desaparecer.

Seguramente la Superliga, el formato y la comunicación no son la respuesta acertada. Pero el paso adelante de los clubes ha sido acertado al recuperar el fútbol, en querer decidir su futuro, en querer gestionar el recursos, al buscar nuevas fundes de ingresos. El mundo, cómo el fútbol, está por escribir, los monopolios resisten con latigazos, y mientras tanto y a toda velocidad, la vida avanza.

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