Opinión

El futuro del trabajo: no estorbéis

El futuro del trabajo es un tema recurrente en el que consultoras, organizaciones y administraciones compiten a la hora de hacer predicciones. Sabemos por experiencia propia, y por Niels Bohr, que "las predicciones son muy difíciles de hacer, especialmente cuando son sobre el futuro", y sobre todo si el futuro cambia constantemente. El futuro de los 80 era el año 2000, con vespinos voladores y puentes de San Juan en Marte; el de 2021 es el de Zoom, el de las oficinas con más ordenadores que personas y el de Instagram copiando TikTok. Es evidente que no hacen falta las mismas habilidades para trabajar en un entorno que en el otro.

De esto precisamente se ocupan los muchos informes, estudios, tesis doctorales, artículos y memes que miran de poner luz a la oscuridad, una oscuridad a menudo inducida por obras maestras de la ficción como 1984, Un mundo feliz, 2001, Terminator o Matrix. O quizás son claroscuros; todas estas obras tienen parte de razón, todas supieron predecir con precisión alguna parcela del futuro, nuestro presente. El capitalismo de vigilancia y la omnipresencia de los dispositivos móviles recuerda poderosamente el socialismo de vigilancia y las pantallas siempre encendidas de 1984; las redes sociales, los videojuegos en línea y las dosis de dopamina que nos suministran son el Soma de Huxley; los trabajadores de los almacenes de Amazon sirven de muleta a los robots con quienes trabajan, como los astronautas de 2001; las similitudes entre las grandes tecnológicas de Silicon Valley y Skynet, demasiado evidentes; y alguien podría encontrar razones para argumentar que vivimos una simulación que se alimenta de la energía que dedicamos.

Lo que podemos extraer de todo esto es que las predicciones del futuro no son nunca del todo completas y que, por lo tanto, no podemos saber de ninguna forma las habilidades que tendrán que tener los trabajadores del futuro. Quizás en un universo determinista, pero no es el nuestro, lo que nos ha tocado es probabilístico. Haríamos bien, pues, de hablar en términos de probabilidades, de sacar a los Terminators de las cabeceras de artículos que hablan del futuro del trabajo, de empezar a aceptar que entre los trabajos del futuro no están el de adivino y de acabar con los titulares clickbait.

Para la economía del futuro nos harán falta personas innovadoras, con formación superior, espíritu crítico y capacidades de adaptación continua al entorno

El McKinsey Global Institute ha sido quien ha publicado el último informe sobre el futuro del trabajo con el sugerente título Definiendo las habilidades que los ciudadanos necesitarán en el mundo futuro del trabajo. Con demasiadas palabras clave para mi gusto y a una de que se pueda considerar clickbait, el nombre no engaña. A partir de una encuesta a 18.000 personas de 15 países el estudio analiza el tipo de puestos de trabajo que se perderán, así como los que se crearán, a medida que la automatización, la IA y la robótica impacten en todos los sectores de la economía. El estudio constata que las habilidades de alto nivel y el pensamiento crítico serán cada vez más importantes para añadir valor más allá de lo que puedan hacer los sistemas automáticos y las máquinas inteligentes; las tareas repetitivas y aburridas las harán mejor, más rápido y sin fatiga. Por lo tanto, la necesidad de habilidades físicas repetitivas, además de las cognitivas también repetitivas, disminuirá, pero crecerá la demanda de habilidades tecnológicas, sociales y emocionales y de conocimientos superiores.

Para la economía del futuro nos harán falta pues, personas innovadoras, con formación superior, espíritu crítico y capacidades de adaptación continua al entorno (aprendizaje continuo). Si esto no es la descripción de científico le debe faltar poco.

Yann LeCun, uno de los investigadores más reputados del mundo en IA y aprendizaje máquina, profesor de la NYU y científico en jefe de IA en Facebook, tuiteaba la semana pasada la clave para construir una economía vibrante e innovadora: atraer a científicos e inventores de todo el mundo. ¿Y esto cómo se hace? Él mismo se respondía: primero, pagadles bien (como en EE.UU. y Suiza); segundo, dadles los medios para innovar y exceler; y tercero, NO ESTORBÉIS. Y esto vale para empresas, instituciones y gobiernos.

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