El año de la ciencia

Una de las cosas buenas de 2020 es que costará mucho que una desgracia de última hora eche a perder los especiales de resumen del año. Empeorar una pandemia global sólo está al alcance de unos cuántos asteroides.

Si no sois Amazon, Netflix o Zoom, el año no ha ido bien. A los 82 millones de contagiados y 1,79 millones de muertos tenemos que añadir los de puestos de trabajo que se han perdido, los millones de negocios y empresas que han tenido que cerrar que han llevado el paro a la OCDE al 10% (5,3% hace un año). Haría falta todavía añadir los costes psicológicos y de oportunidad, los de los más jóvenes en un entorno educativo a medio gas y los de los adultos en uno en torno a desabastecimiento sensorial que dificulta el intercambio de conocimiento.

Pero más allá de cifras, datos e hitos, el año que acaba se puede resumir con dos imágenes. Una es la que se ve el Papa Francisco con líderes otras religiones celebrando una ceremonia conjunta por la paz. La otra la de una señora mayor (cualquiera) a quien le ponen la vacuna del Covid-19. Si cada una de estas imágenes por separado vale más de mil palabras, juntas valen millones.

La pandemia nos ha dejado imágenes sobrecogedoras. Recuerdo el impacto emocional de las fotos de las calles vacíos del principio del confinamiento. Hay un libro precioso del fotoperiodista Jordi Borràs. Hoy estas imágenes ya no nos provocarían el mismo impacto. La pandemia nos ha acelerado hacia el futuro. De hecho, no son pocos los académicos que consideran que el siglo XXI empieza mañana. La diferencia que hay entre el siglo XX y el XXI es la que hay entre el 2020 y el 2021: una vacuna. La luz del siglo XXI muestra las vergüenzas de aquellas organizaciones y estados que todavía viven en el XX, al XIX o incluso en siglos anteriores. De aquí que las imágenes del Vaticano en plena pandemia sean tan elocuentes: plegarias por Youtube, bendiciones con una Plaza de San Pedro vacía, un "me gusta" en Instagram del Papa a una modelo sexy brasileña o la primera imagen del Papa Francisco llevando una mascarilla en público.

"El siglo XXI empieza mañana. La diferencia que hay entre el siglo XX y el XXI es la que hay entre el 2020 y el 2021: una vacuna"

Esta es la imagen a la que me refiero. Una foto y vídeo de Reuters de octubre, donde se ve el Papa Francisco llevando mascarilla junto con los líderes de otras religiones en Roma. Comparad esta foto de jerarcas con mascarilla con la de la señora anónima en una residencia a quien le administran la vacuna del Covid-19. No sé quién es la señora, ni de qué país es, me da igual, escoged la que más os guste. Pasad de la una a la otra mentalmente probando a ver qué tienen en común y en qué se diferencian. Tienen en común la edad y la mascarilla; se diferencian en que en la primera una pandilla de hombres se encuentran para pedir un milagro y en la segunda una señora es protagonista de uno.

El auténtico milagro es que en menos de un año fruto de la colaboración público-privada y de la concurrencia de empresas, universidades y centros de investigación no sólo hayamos sido capaces de desarrollar unas cuántas vacunas efectivas contra el Covid-19 sino que se hayan producido, distribuido y ya se estén administrando en todo el mundo. Un milagro que se llama ciencia, que se basa en la razón y que es accesible, abierto y demostrable para todo el mundo. Carl Sagan decía que "a grandes afirmaciones, grandes demostraciones", las grandes afirmaciones las tenéis en la primera foto, la gran demostración en la segunda. Que este siglo que empieza sea el siglo de la ciencia y no el de la superstición. Buen año y bienvenidos en el siglo XXI. Los que llegan tarde, también.

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