Instagram y el algoritmo de Truman

En su primera novela Mí número es Greta Godoy, la directora creativa Berta Bernad explica todo lo que se esconde detrás de la cuenta de Instagram de una influenciadora (influencer en catalán social). El libro narra la vida de Greta, desde que se convierte en una influencer accidental en Instagram hasta que decide cerrar su cuenta para encontrarse a sí misma. Dudo que la novela pase a la historia pero si alguien puede explicar la vida de una instagrammer es Berta Bernad.

"El libro 'Mí número se Greta Godoy' narra la vida de Greta, desde que se convierte en una influencer accidental en Instagram hasta que decide cerrar su cuenta para encontrarse a sí misma"

Berta tenía el 2010 un blog de cierto éxito donde descubría marcas y tendencias de moda a sus seguidores. Pero su vida cambió cuando abrió su cuenta de Instagram. Llegó a tener más de 98.000 seguidores (lejos de los 2 millones de su alter ego de la novela) y fue calificada por The Sartorialist como Global Taste-Maker. Hasta que hace dos años decidió cerrarlo. Hoy no tiene ninguna red social, ni Whatsapp, se comunica por SMS.

El caso de Berta no es único. De hace un par de años son muchos los influenciadors que han dejado las redes sociales, Instagram especialmente, por la presión que los supone el día a día. Uno de los primeros casos, y uno de los más sonados, fue el de la australiana Essenia O'Neill que hace tres años dejó la plataforma con más de 612.000 seguidores y con una tarifa superior a los 1.500 euros por fotografía. Ambos exinfluenciadores coinciden que llegó un punto en que confundían la vida real con la imagen que proyectaban en Instagram; 24 horas al día con ansias pendientes de los me gusta. Berta Bernad calificaba su vida de Show de Truman perpetuo. No son los únicos casos.

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El año 2010, el año en qué nació Instagram, poca gente conocía qué era un algoritmo. Ahora tampoco demasiado pero todo el mundo ha oído hablar de ello. En aquel momento, Instagram, Twitter y Facebook se asemejaban más al blog que tenía Berta que a una red social (en Twitter incluso se le denominaba una red de microblogging). Todo lo que se publicaba llegaba a los seguidores; la relación de un creador de contenidos y un seguidor suyo era una relación de amor de uno a uno. Hasta que entró el algoritmo en nuestras vidas y todo cambió. La relación con un amigo, pariente o conocido pasó a ser un trío; al final (y al principio) es el algoritmo quien decide qué vemos en las redes de acuerdo con sus criterios que, en general, no coinciden con los nuestros.

Tardamos más o menos tiempo en darnos cuenta que nuestras relaciones digitales no son como nos pensamos que son. Algunas celebridades optan por cerrar sus cuentas cansadas de competir con algoritmos opacos que les obligan a vivir 24 horas pendientes de los me gusta de los que depende su modus vivendi. Otros optan por crearse su propia red social.

"La relación con un amigo, pariente o conocido pasó a ser un trío; al final (y al principio) es el algoritmo quien decide qué vemos en las redes de acuerdo con sus criterios que, en general, no coinciden con los nuestros"

EscapeX es un servicio que permite a las celebridades crear una red social propia exclusiva para los fans que pagan una suscripción mensual que va de los 6 a los 10 dólares. Más de 350 celebridades de fama mundial con una audiencia combinada de miles de millones tienen ya su propia red. Jeremy Remmer (el Halcón de los Vengadores), Alexander Ludwig (de la serie Vikings) o Bob Marley (sus herederos que han visto negocio) están presentes en EscapeX. Algunos llegan a ganar hasta 35.000 dólares mensuales. EscapeX se fundó el 2015 y ha recibido hasta 18 millones de dólares en financiación.

Las ventajas de tener tu propia red social son enormes: 1) monetizas desde el primer día, 2) no dependes de patrocinadores (no te tienes que vender a marcas), 3) el contenido es tuyo, 4) los datos masivos de tu audiencia son tuyas y 5) todos los fans ven todo lo que publicas. Esto en cuanto a las celebridades. En cuanto a los fans continúan sometidos a la tiranía del algoritmo, sin ser propietarios de sus datos; continúen siendo ellos el producto. Cuando se dan cuenta, siempre pueden dejar de pagar, crear un alter ego y escribir un libro explicando cómo de falso es todo esto. Como Instagram, pero en libro.

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