Hagamos que Black Mirror vuelva a ser ficción

Os ha pasado nunca de tener la sensación de estar viviendo un episodio de Black Mirror? Al principio hace gracia, después lo encuentras inquietante y en la cabeza de un tiempo te das cuenta que hace mucho miedo, que es exactamente el que te pasa cuando voces un episodio de la serie. No hace falta que os diga que el primer golpe que tuve esta sensación fue al primer episodio, el del cerdo y el Primer Ministro británico. Realidad y ficción se me sobrepusieron al reconocerme cómo uno de los espectadores, que a pesar de censurar el aberrante espectáculo televisivo, lo ayudaba a hacerse grande a las redes sociales. Quién lucha contra monstruos tiene el peligro de volverse que decía Nietszche.

Otro momento Black Mirror fue el primer día que utilicé la aplicación Lyft, la competencia de Uber. Recuerdo que un golpe pagado y estando todavía dentro del taxi, me salió la foto del conductor en grande al móvil mientras él me miraba sonriendo esperando unas cuántas estrellas de valoración. No me pude estar de comentarle que me parecía un episodio de la serie.

Y como en un episodio, a la cabeza de un tiempo lo encuentras inquietante. Es inquietante que podamos buscar fotos en el móvil poniendo el nombre del lugar donde las hicimos, que el mismo móvil nos agrupe las fotos según quienes sale (a veces me ha encontrado en fotos que no sabía ni que estaba!) y que podamos buscar un objeto en nuestra galería de fotos. Si no lo habéis hecho nunca, abrís el carrete del móvil y buscáis "libro", "árbol" o "perro" y veréis como el móvil sabe cosas del que habéis hecho que vosotros no sabíais.

Y llegamos al final del episodio. Un conocido Miembro del Parlamento Europeo (MEP) me explicaba que cuando fueron a negociar con Google las condiciones que la UE los impondría por abuso de posición dominante, accedieron en la sala de reuniones por un largo pasillo que tenía cuadros colgados a las paredes. Pues bien, los cuadros eran pantallas LED que mostraban imágenes extraídas de Google Images de la persona que pasaba. Si queréis experimentar una sensación parecida podéis ir a una máquina impresora de fotos de un centro comercial cualquiera y poner vuestro usuario de Instagram cómo si volarais imprimir una foto y dejar vuestra galería a la vista. La sensación de tener vuestra vida expuesta en un lugar público físico es más que inquietante.

Epílogo. Esta semana ha trascendido una historia con guion de Donald Trump y que tiene como personajes Lyft, un racista, un conductor negro y las redes sociales. Y lo sabemos gracias al efecto Black Mirror. En un vídeo que se ha hecho viral, un usuario de Lyft abusa verbalmente y repetida de un conductor porque dice que no le ha querido poner la música que pedía.

"La sensación de tener vuestra vida expuesta en un lugar público físico es más que inquietante"

El vídeo es en sí un episodio de Black Mirror de 16 minutos de duración. El conductor, un chico negro con un autocontrol digno de un maestro zen, decide parar el coche y filmar toda la escena sin decir nada. El vídeo muestra el cliente visiblemente irat mientras truca insistentemente al teléfono de emergencias porque se siendo amenazado y discriminado por su etnicidad e inclinación sexual; el chico es hispano y afirma ser gay. Repite varios golpes que es votante de Trump, que tiene papeles, que el conductor es "racista contra los gays" (sic) y que siendo amenazada su integridad física. Truca a Lyft y dice que denunciará la empresa y el conductor justo antes de insultar y poner en marcha a nodriza el operador. Entre llamadas al 911 y facetimes con amigos para denigrar el conductor, el tono de las amenazas y los insultos va subiendo, hasta que los ataques ya son abiertamente racistas, con referencias despectivas a la campaña "Black lives matter" e insultos repetidos al conductor. El conductor sigue impasible aguantando el aguacero hasta que el pasajero cretí ya no puede más y explota: "Si tú me filmas te filmaré yo a tú y ahora mismo serás en todas las redes sociales!", mientras lo graba pasándole el móvil a cuatro dedos de la cara.

La escena es altamente pertorbadora. Al final el conductor decidió publicar el vídeo a su Facebook, denunciar él mismo los hechos en la policía y crear una campaña a GoFundMe para pagar los gastos derivados de un eventual pleito contra él. Y como no podía ser de otra, se hizo viral. Lyft suspendió temporalmente la licencia del conductor y el acceso al servicio del pasajero para investigar los hechos. El hospital donde trabajaba el cliente racista hizo el mismo. El conductor, padre de dos hijos y con los únicos ingresos de Lyft, vuelve a trabajar, el cliente racista fue despedido del hospital donde trabajaba.

Ah, y en cuanto a Trump, ya le cedo el cercano slogan de campaña: "Let's make Black Mirror fiction again".

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