OPINIÓN

¿Debe entrar la IA en las aulas?

Empieza el curso académico y por fin tenemos un debate sobre educación y tecnología que vale la pena: ¿debemos permitir que la inteligencia artificial entre en las aulas? Podemos argumentar que ya estaba allí desde el momento en que alumnos y profesores todos utilizamos ordenadores y dispositivos móviles en el aula, pero no me refiero a esto. Me refiero a la última generación de modelos de aprendizaje máquina, modelos capaces de generar textos o imágenes a partir de un texto indicador cualquiera (prompt en inglés).

Las herramientas de escritura basadas en aprendizaje máquina son capaces de generar un texto a partir de un párrafo introductorio; con argumentos, contraargumentos, puntos fuertes y débiles y conclusión. A principios de 2021 hice el ejercicio de generar uno de esos textos que publiqué en un diario centenario de nuestro país condal. El tema era IA y periodismo y el texto que el modelo GPT-3 (de Open AI) generó tenía todo el sentido del mundo. Cierto que repetía a menudo los mismos argumentos, pero una vez podadas las redundancias el texto resultó muy válido tanto en fondo como en forma, tan válido como para ser publicado. Entre los argumentos que el texto generado proponía estaba el que "el lector está indefenso a la hora de averiguar si la información que lee es cierta o no". Esto, aun siendo cierto, no es exclusivo de las máquinas.

Deje que me reivindique (y de paso a todos los humanos) y ayude a la máquina en su argumento. Yo habría escrito: "El lector está indefenso a la hora de averiguar si la información que lee la ha escrito una persona o máquina". Estamos aquí.

¿Quién de nosotros recuerda un texto? No recordamos ni la dirección del restaurante donde hemos quedado confiados con la búsqueda rápida que haremos con el móvil y que enviaremos al Google Maps para que nos lleve

Los alumnos saben que estamos aquí, algunos miembros de la comunidad académica también y el resto mira hacia otro lado. La realidad es que cualquier trabajo de redacción se puede realizar con la ayuda parcial o total de una de las muchas herramientas de generación de textos accesibles online; el lector no tiene forma de saberlo. ¿Qué impacto tiene esto en la formación de los estudiantes? ¿Y qué impacto tiene en la academia? Sabíamos aquello de "que leer no te haga perder el escribir" pero eso que "el escribir no nos haga perder leer" es nuevo.

Sin embargo, no es la primera vez en la historia que nos encontramos en esta disyuntiva. El debate recuerda poderosamente la oposición de Sócrates a la escritura con el argumento que no era un medio bueno para transmitir el conocimiento: “[Nuestros hijos] dejarán de ejercitar la memoria porque confían en lo escrito, recordando las cosas ya no desde dentro de sí mismas, sino a partir de marcas externas". ¿Quién se aprenderá de memoria los 12.110 versos de la Odisea si se pueden leer? ¿Para qué sirven entonces la métrica, la rima y la entonación —tecnologías de almacenamiento, recuperación y transmisión de información— si no es necesario memorizar nada? Todo lo que dijo Sócrates sobre la escritura lo sabemos porque Platón, discípulo suyo, lo escribió en su obra Fedro en forma de diálogo.

Que Sócrates era muy bueno lo demuestra el hecho de que a pesar de todo acertó, adelantándose unos 2.500 a lo que finalmente ha terminado pasado: hemos perdido la memoria. No fue la escritura, ni el código, ni la imprenta de Gutenberg: fue Google. ¿Quién de nosotros recuerda un texto? No recordamos ni la dirección del restaurante donde hemos quedado confiados con la búsqueda rápida que haremos con el móvil y que enviaremos al Google Maps para que nos lleve. Llegaremos sin saber dónde estamos.

Que el escribir no hizo perder el leer hace 25 siglos por supuesto. De hecho, el registrar la información en formatos físicos permitió a cada generación legar todo el conocimiento que tenían a la siguiente. Y así hasta la fecha. Hoy la información que consultamos, generamos y distribuimos es en formato digital y por eso no sólo los humanos somos beneficiarios. También las máquinas acceden a ella, la comprenden y son capaces de utilizarla para crear otra nueva. Más o menos cómo lo hacemos los humanos, pero a velocidad de fibra óptica.

Las máquinas tienen un nivel de competencia equiparable en algunos casos al humano a la hora de generar textos escritos

¿Es esto inteligencia? No hace falta que entremos en este debate estéril, el término tiene demasiadas connotaciones y nadie tiene una definición clara. Cambiémosla por la palabra "competencia" en el sentido de que las máquinas tienen un nivel de competencia equiparable en algunos casos al humano a la hora de generar textos escritos.

Podría ocurrir que la utilización abusiva de la generación de textos a partir de los textos ya escritos nos cerrara en una jaula de conocimiento donde no se generase nada fundamentalmente nuevo. Algunos académicos llaman a estos sistemas de generación de lenguaje "cotorras estocásticas" en referencia a que lo que hacen es repetir en otras palabras lo que ya había sido escrito. Dar por bueno el argumento que no se generaría nuevo conocimiento con la ayuda de la IA sería menospreciar del rol de los humanos que tenemos los objetivos y la agencia que las máquinas no tienen.

Al final siempre habrá un humano que le dirá a la máquina lo que necesita porque sólo él sabe adónde quiere llegar (como en el caso del restaurante y el GPS). De la misma manera que Platón no tuvo que preocuparse por memorizar sus textos y nos los dejó escritos, los estudiantes que escribirán textos hoy no tendrán que preocuparse por las faltas de ortografía, por el estilo de la escritura y ni siquiera para saber escribir. Suena muy grueso pero tal vez no lo sea tanto. Hoy, quien no sabe escribir o expresarse bien, por muy inteligente que sea y por mucho que tenga la fórmula para salvar el planeta, lo tiene muy jodido a la hora de acceder a la academia y por extensión a un mercado laboral en el que se pueda desarrollar intelectualmente. La escritura como medio no debería representar ninguna barrera para nadie.

Debemos asegurarnos de que los estudiantes tengan las mejores herramientas tanto si se trata de escribir un trabajo formal, de escribir un correo electrónico o simplemente la lista de la compra

Como docentes, debemos asegurarnos de que los estudiantes tengan las mejores herramientas tanto si se trata de escribir un trabajo formal, de escribir un correo electrónico o simplemente la lista de la compra, y si hace unos años les dábamos la mejor ortografía, la mejor gramática, la mejor retórica y estilográfica no veo porque ahora no tengamos que hacer lo mismo con la tecnología que tengamos a nuestro alcance. Esto no quiere decir que debamos dejar que la IA sustituya el proceso humano de creación; estos modelos se pueden utilizar como herramienta en el proceso de escritura, como guía para el descubrimiento de argumentos, de contraargumentos y de fuentes. No es demasiado diferente de lo que hacemos ahora cuando los buscamos en Google y en Wikipedia, herramientas de las que también discutimos en su momento si era conveniente que entraran en el aula.