La brecha salarial en Cataluña y sus consecuencias

La empresa multinacional con sede en Barcelona acababa de contratar a Laia Frankel. Lo había fichado una headhunter. Ella pero, Laia, estaba decepcionada. Había sido un proceso largo y ella había negociado bien las condiciones laborales, a pesar de todo no ha conseguido el que sabía cobraban sus colegas de promoción. Cuando ya habían dado el contrato por cercado y firmado.

Ella preguntó a la headhunter: -Sinceramente, si hubiera sido un hombre hubisteis cerrado con 50.000 euros al año?
- No
- Cuánto dinero más?
- De entrada hubiéramos ofrecido la base que cobraba el señor que se ha jubilado: 58.000  euros y hubiéramos sido dispuestos a los 60.000 euros. 
- Lo sabía!! Sólo quería sentirlo de vuestros labios.
- Hasta mañana, contestó Laia, despidiéndose.

Mientras bajaba las escaleras y salía del edificio, empezó a pensar que estos 50.000 euros sucios es el techo de vidrio económico que tienen en este país las chicas de alta dirección. Su cabeza rápidamente empezó a hacer números y a contar como partir de estos 50.000 euros los porcentajes de los aumentos salariales irían aumentando el diferencial respecto a sus colegas de la empresa que hacían el mismo trabajo que ella, o un trabajo del mismo valor.

Esto quería decir que si algún día se quedaba al paro cobraría menos, que la indemnización sería menor y, evidentemente, que estaba cotizando menos por su jubilación. A pesar de tener un MBA, dos carreras, hablar perfectamente cuatro idiomas y ser una bien reputada directiva, acababa de entrar a la liga "de la segunda división".

La brecha salarial es un problema de justicia, de equidad y de derechos humanos, pero también es un grave problema social y económico por el progreso y la sostenibilidad de un país. Primero es un problema de justicia y de derechos humanos. Una carencia del cumplimiento de los derechos mes básicos de igualdad de trato y de salario sin discriminación de sexo. Tal como se ratificó al Tratado de Roma, cuando se formó la Unión Europea, o tal como dice nuestra Constitución.

Hoy en día, la igualdad salarial por el mismo trabajo es un clamor en todo el mundo occidental, tal como proclamó Patricia Arquette, en la gala de Oscar en un discurso emocionante a favor de la igualdad salarial mujeres/hombres y de los derechos de las mujeres en los EE.UU..

Las causas de esta diferencia salarial sólo las encontramos en la discriminación milenaria y persistente de género y de sexo que sufren las mujeres en el mercado laboral, en una sociedad que vive en clave masculina. Según la última investigación que hemos hecho al Observatorio mujer, empresa y economía de la Cámara de comercio de Barcelona, cuantificando el salario sucio precio por hora, en Cataluña, las mujeres cobran un 19% menos que los hombres, sin contar las dietas donde también hay gran diferencia, ni los incentivos por conceptos como "dedicación, disponibilidad y movilidad". Lo cual quiere decir "plena dedicación y nula vida privada ni personal". Evidentemente, las mujeres que no quieren renunciar a ser madres tienen difícil esta "dedicación absoluta al trabajo".

La brecha salarial en Cataluña es más grande en los lugares de menos formación y se sobre todo a partir de los 45 años, cuando aumenta. Se penaliza la maternidad, ser madre, tener hijos, y los trabajos de cura, pues la responsabilidad de los dependientes todavía recae en un 80% sobre las mujeres. La reducción de jornada, perjudica las cotizaciones salariales y por lo tanto a las pensiones.

La brecha salarial entre directivos/directivas de las empresas es menor que entre los operarios y operarías, pero continúa siendo significativa (16%).

Tal como hemos dicho, más allá de la justicia, la brecha salarial, es también un grave problema económico y social por estas razones:
  • Cuando la pareja se plantea quién deja de trabajar o quien reduce jornada , siempre lo hace la persona que ingresa menos dinero en la familia y casi siempre son las mujeres.
  • Si las mujeres deciden abandonar "temporalmente" el mercado laboral para atender a los hijos, después es muy difícil volver y casi imposible con las mismas condiciones que antes. Con un poco de suerte con condiciones de subocupación, que significa una importante pérdida del talento femenino.
  • La brecha salarial también se acaba traduciendo en menores prestaciones de paro y pensiones más bajas por las mujeres. El que finalmente las abocará a la dependencia económica porque solas no podrán mantener a los hijos.
  • Las mujeres cuando se jubilen percibirán un 35% menos en pensiones que los hombres y esto quiere decir dependencia y pobreza. Todo ello porque están penalizadas por el sistema, por haber tenido hijos y haberlos cuidado.

La maternidad/paternidad es una responsabilidad de toda la tribu, de toda la sociedad, y además es el futuro del país, por lo tanto hace falta un replanteamiento profundo del tema. Hay que repensar la organización social, de los tiempos, de los espacios, de las responsabilidades, de los derechos y de los deberes. Necesitamos un Nuevo Contrato Social entre hombres y mujeres. El que tenemos de hace mes de 100 años, que se basa en la división de roles según el sexo, no nos sirve en este cambio de paradigma que estamos viviendo.

Anna Mercadé publica regularmente sus artículos en su bloque personal.
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