La mentira del crecimiento 

Cada vez que abrimos las páginas de cualquier diario o escuchamos las noticias que tienen que ver con Economía, estas siempre tienen el mismo hilo conductor. O bien nos asustan por la bajada del IPC o de la bolsa o bien nos animan con el crecimiento continuo de la cifra de negocio o de la cuota de mercado de algunas empresas. En ningún momento nos paramos a pensar ni en los motivos de este crecimiento empresarial o las consecuencias reales de la bajada de los indicadores macroeconómicos.

La pregunta que nos tendríamos que hacer todos es muy sencilla. Porque tenemos que crecer? Donde está escrito que una economía sólo puede crear riqueza si su PIB crece en relación con años anteriores? Quién nos asegura que una empresa o un país tiene que incrementar su cuota de mercado o sus ventas para obtener beneficios o incrementar el bienestar? En ninguna parte.

Queda claro que desde hace años nuestros criterios para medir el éxito o el fracaso son erróneos y nos traen directamente hacia el desastre. Pero de donde viene esta obsesión por el crecimiento? De un simple informe que, en la década de los 70, la empresa General Electric elaboró y que se ha convertido en la Biblia de los grandes ejecutivos multinacionales y referente de la economía. Lo informo Provecho Impact of Marketing Strategy (PIMS). Haciendo un rápido resumen, este informe que analiza el resultado de muchas empresas, llega a la conclusión que el líder de un mercado obtiene unos beneficios dobles que el segundo y tres veces superior al quinto de la clasificación. La conclusión y la invitación no puede ser más directa y el objetivo no puede ser más claro. Lograr la máxima cuota de mercado. Bienvenido a la economía de escalera donde todo vale para ser líder con la esperanza de obtener el máximo de beneficio (ROI) posible.

La fascinación por la cuota de mercado está servida y condicionará las políticas comerciales y las estrategias de marketing que se convertirán en agresivas, trayendo a plazo acciones destructivas para eliminar competidores que responderán con la misma agresividad con reducción de precios, incrementando ofertas agresivas si el cliente amenaza de irse. La guerra está servida. Y en las guerras, no hay vencedores. Cierre de plantas, despidos masivos, deslocalización hacia países pobres. Todo vale para reducir costes, para seguir alimentando la máquina de guerra de los precios y de los beneficios, para lograr el Sacrosanto liderazgo de cuota de mercado.

La presión mediática y social se evidente si leemos la prensa económica que alaba el crecimiento y el volumen de venta y que castiga duramente cualquier bajada de estos dos elementos. Una empresa que obtiene beneficios por debajo de los presupuestados será directamente castigada por los analistas, accionistas y otros "istes" del mismo estilo.

El boom de Internet y del comercio electrónico no parece haber dejado atrás esta fascinación por el crecimiento. Al contrario. Sus indicadores más importantes siguen siendo más que nunca el incremento de la cuota, el número de usuarios, crecimiento de ventas, etc. Hablar de beneficios en este entorno parece un lenguaje de dinosaurio y de la vieja economía. El ejemplo más claro es la compra multimillonaria de WhatsApp que ofrece un producto gratis y que se mide por el incremento o reducción del número de usuarios. Estaría bien recordar las palabras de Bill Gates en una entrevista reciente avisando del peligro que representa el incremento incontrolado de las start-ups tecnológicas con inversiones multimillonarias.

El crecimiento tampoco se puede justificar con un aumento de la población. La relación entre incremento PIB e incremento de la población no existe. Crecer no es ninguna garantía de mejorar la situación de un país ni los beneficios de una empresa. Al contrario. La mayoría de países con un alto nivel de bienestar no tienen crecimientos importantes. Si somos capaces de cambiar estas prioridades enfocándolas hacia mejorar la productividad, incrementar el valor añadido de los productos, mejorar la educación para tener personas preparadas y dedicamos esfuerzos a atender las necesidades reales de las personas o clientes, en lugar de favorecer una economía de consumo descontrolat, la fascinación por la cuota quedará atrás abandonando la economía de escalera. La mala interpretación que se hace del informe PIMS es el peor que podía pasar por una economía sostenible y sana.
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