Cuando el mundo se acaba

De niña me preocupaba sobrevivir al fin del mundo. Me inquietaba no estar preparada porque no sabía hacer fuego ni cazar una mosca y encima soy muy aprensiva. ¿Cómo sería vivir una guerra nuclear, una catástrofe natural o una pandemia? La culpa era de la ficción apocalíptica, un género que ha producido muchas pesadillas. Y esto que mi universo mental está muy lejos del género de la ciencia-ficción; no he leído a Asimov y no tengo grandes preocupaciones filosóficas y metafísicas.

El caso es que este último año, el fin del mundo y la realidad apocalíptica ha sucedido a nuestros vecinos. Un joven infectado. Un virus mortal. Una pandemia mundial. Una crisis sanitaria, económica y social. Ahora vivimos en la incertidumbre, la angustia, y el desconcierto y nos pasamos el día mirando la pantalla, esperando que lleguen las buenas noticias.

Es en este contexto donde los periodistas tenemos una responsabilidad social como profesionales de la información, de explicar y trasladar al lector diferentes realidades. La mirada del periodista se convierte en la realidad subjetiva de la gente y configura las conversaciones, las discusiones, las decisiones, los dolores de cabeza e incluso los sueños.

VIA Empresa cumple ocho años haciendo periodismo optimista sobre el tejido empresarial de Catalunya

VIA Empresa cumple ocho años haciendo periodismo optimista sobre el tejido empresarial de Catalunya, que observa las empresas más allá de sus resultados. Casi una década informando con un tono constructivo sobre las historias invisibles que hay detrás de cada empresa; sobre las compañías familiares que llegan a la tercera generación; los emprendedores que apuestan por la innovación como única forma de crear valor y diferenciarse; y todos aquellos profesionales que creen que las personas dan sentido a las empresas.

La lengua es básica para crear un relato: los nombres, el juego de adjetivos, los conceptos muy elegidos... En VIA Empresa saben cómo y por qué utilizan un lenguaje y que hay una diferencia abismal entre el mundo de los optimistas y el de los pesimistas. El optimista siempre tiene un proyecto, al pesimista todo le sirve de excusa.

Quizás es ingenuidad o un impulso romántico de la vida, pero intentar explicar el mundo con una mirada constructiva estimula la inteligencia y la adrenalina. Necesitamos que las buenas noticias vuelvan al prime time de la televisión.

Felicidades VIA Empresa.

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