Esclavos, trabajadores... ¿y ahora qué?

En la época sumeria, sobre el 3.400 antes de Cristo, ya se tiene constancia de la existencia de esclavos, y se puede ir resiguiendo su presencia a lo largo de todas las civilizaciones hasta llegar al siglo XX: Egipto, Grecia, Roma, Europa, Estados Unidos… la palabra ‘esclavo’ no aparece hasta la época medieval y viene del término griego que significa ‘eslavo’ pues de allí venían la mayoría de esclavos de entonces, de la misma manera que después fue habitual llamarlos ‘negros’. La esclavitud ha sido siempre un drama humano, pero también un fenómeno económico que configuraba modelos de negocio, estructuras de costes, rentabilidades y planes de crecimiento. La esclavitud era un sistema que permitía capturar el valor de una parte del proceso sin tener que retribuirlo.

Mucha gente quisiera pensar que el esclavismo se acabó porque la sociedad se volvió más justa y más humana, porque las buenas personas derrotaron al mal, porque los derechos humanos pesaron más que la economía, porque por fin todos somos un poco mejores. Pero en historia económica hay toda una línea de pensamiento que razona que el verdadero motivo para acabar con la esclavitud fue que ya no era rentable. Si tenías esclavos tenías que hacerte cargo de su manutención y alojamiento, de ellos y de sus hijos, y como estaban allá en contra de su voluntad también había que invertir en vigilancia, control y seguridad. Alguien se percató de que, si en lugar de asumir todo este gasto les dabas la libertad y les pagabas un sueldo miserable, el negocio salía todavía mejor. Pagas un sueldo bajo, pero si quieren comer tienen que pagarlo, si quieren médicos los han de pagar, si quieren vivienda la han de pagar. Ya no son esclavos y ya no hay que estar vigilando dónde van, y además quedas bien porque les has dado la libertad.

Cambio de modelo económico. De una economía basada en la esclavitud a una economía basada en el salario. Te doy un sueldo y te convierto en un actor del mercado, te conviertes en potencial cliente de productos y servicios. Henry Ford necesitaba clientes que pudiesen comprar sus coches, y subió sueldos convirtiendo a sus propios trabajadores en potenciales clientes. Este es el modelo de la revolución industrial: una economía de mercado con el sueldo como mecanismo de reparto de la riqueza. La mayor parte de la gente con un sueldo significa que la mayor parte de la gente se convierte en mercado.

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En el modelo industrial nos hacía falta mucha gente trabajando para fabricar los electrodomésticos, los coches, las casas y casi cualquier cosa, pero con la mecanización y ahora con la digitalización cada vez necesitamos menos gente para producir las mismas cosas. El resultado es que cada vez hay más lugares en el mundo con mucha población en el paro o con sueldos precarios. Gente que pese a tener trabajo vive en la pobreza. Nosotros ya estamos aquí.

Si los robots fabrican los coches ya no existen los trabajadores que cobraban un sueldo, y por tanto desaparece también la gente que podía comprar un coche. Y es aquí donde empezamos a hablar de renta básica universal: ¿y si te pago un sueldo aunque no trabajes? Lo verdaderamente importante no es que estés bien, sino que puedas comprar un coche. La prioridad siempre ha sido que compres un coche, no que sientas la emoción de la velocidad al volante. Antes te poníamos a trabajar en la fábrica de coches para que te pudieses comprar un coche, ahora ya no te necesitamos para fabricarlo y sólo queremos que lo compres.

Hay muchos esclavos que tuvieron serias dificultades para aprender a vivir en libertad. Algunos no sabían qué hacer si nadie les daba órdenes, y muchos no sabían cómo conseguir los recursos necesarios para vivir. Habrá mucha gente que tendrá muchas dificultades para tener una vida ordenada sin la referencia del trabajo. Gente que si no va al trabajo no sabrá donde ir ni qué hacer. La revolución digital modifica el sistema industrial y altera mecanismos sociales muy delicados, como este del reparto de la riqueza y dotar de sentido el día a día de mucha gente.

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