La supresión de los peajes, ¿motivo de celebración?

Hace pocos días, veíamos imágenes de alegría y celebración por parte de usuarios -en muchos casos agrupados en plataformas reivindicativas- contentos por la supresión de casi 500 kilómetros de vías con peaje en Catalunya, y escuchábamos a políticos valorando positivamente el hecho. Pero, ¿podemos estar realmente contentos? Yo creo que no.

En primer lugar, porque continúa habiendo peajes muy caros en Catalunya, con concesiones vigentes por más de 15 años: la C-16 en Vallvidrera, Sant Cugat–Manresa y el túnel del Cadí, y la C-32 desde Castelldefels hasta El Vendrell. No es aceptable que haya estos agravios comparativos dentro del territorio catalán.

Y si lo comparamos con el Estado español, todavía hay más motivos para el descontento, porque resulta escandaloso que Catalunya sea el territorio con más peajes del Estado e incomprensible que no se rescaten los peajes autonómicos, tal como se ha hecho en otras comunidades autónomas. Esto costaría 1.500 millones de euros, mientras que el déficit de inversiones en Catalunya por parte del Estado en los últimos 10 años se sitúa en 28.000 millones de euros, según un informe de Foment del Treball.

Més info: "No quiero pagar"... más que España

Hace muchos años que desde la FEGP alertamos de que las empresas de las comarcas del Garraf y del Baix Penedès se ven gravemente afectadas en su competitividad por unos de los peajes más caros de Catalunya: el de la C-32 sur. Este peaje no se ha eliminado y el pequeño ajuste que se ha hecho en los descuentos tiene poca incidencia en los costes de las empresas del territorio y de sus trabajadores.

No creo que el levantamiento de barreras se pueda considerar un hecho muy positivo, tal como se ha explicado mayoritariamente

Un segundo aspecto que hace difícil estar satisfecho con el levantamiento de las barreras es el hecho de que no se haya trabajado a fondo cómo se financiará su mantenimiento. ¿Tiene sentido una supresión o quizás se tendría que haber hecho un cambio de modelo? ¿Tiene sentido que todo el mundo pague por el mantenimiento de las vías de comunicación? ¿Cómo obtener recursos para mejorar las carreteras y fomentar el uso de los medios de transporte colectivos? Son muchas las preguntas y dudas que me vienen a la cabeza.

Y finalmente, muy importante, los objetivos globales de la Unión Europea, alineados con la agenda 2030 de desarrollo sostenible. En este sentido, la Unión Europea ha pedido a los Estados que apliquen un modelo de pago por la utilización de las vías de alta capacidad, con el que se pueda pagar el mantenimiento, basado en que pague quien más contamine. Antes de 2024, todos los Estados tienen que aplicar este nuevo modelo.

Por todos estos motivos no creo que el levantamiento de las barreras se pueda considerar un hecho mucho positivo, tal como se ha explicado mayoritariamente. ¿Cómo se puede hablar de éxito cuando hay un debate mucho más profundo y complejo sobre la mesa, que requiere decisiones y actuaciones muy importantes, y que todavía no se ha comenzado?

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