La tecnología tiene ideología, y los datos también

Mirando el paso de la historia se observa la tendencia de los humanos a vivir en sociedades cada vez más complejas que afectan a un número cada vez mayor de individuos. De los pequeños grupos nómadas del paleolítico a los primeros poblados del neolítico, de funcionar en pequeñas ciudades-estado a vertebrar los actuales estados-nación. Hemos necesitado organizarnos en grupos cada vez mayores para poder competir y defendernos a medida que los vecinos con los que nos relacionamos también han sido cada vez más grandes y complejos. Ahora el diálogo ya es continental y parece que la dimensión de país, al menos europeo, ya no es suficiente para gestionar las propuestas globales que llegan tanto del este como del oeste.

En el siglo XXI los movimientos de las grandes potencias ya afectan a miles de millones de personas, y en el caso de Occidente se nota que el mercado ha evolucionado mucho más que la política a la hora de adaptarse y encontrar nuevas maneras de atender a grandes volúmenes de población. Es el mundo de la empresa el que está explorando de una manera más decidida una nueva generación de servicios masivos radicalmente personalizados mientras que los Estados parece que sólo se ponen a ello de manera seria cuando se trata de cobrar o de vigilar. Lo que está introduciendo presión y cambio no es la voluntad de los gobiernos por atender a cada vez más ciudadanos, sino la voluntad de los mercados por atender a cada vez más clientes. Es peligroso que esté resultando más sencillo ejercer de cliente que de ciudadano, ya que modifica de manera esencial las bases de nuestro funcionamiento y de nuestra convivencia.

"Lo que está introduciendo presión y cambio no es la voluntad de los gobiernos para atender a cada vez más ciudadanos, sino la voluntad de los mercados para atender a cada vez más clientes"

La atención personalizada sólo había sido posible mediante procesos muy artesanales, pero ahora tenemos una tecnología y unos flujos de datos que por primera vez en la historia permiten ofrecer a escalas masivas servicios radicalmente personalizados. Aún es muy reciente y todo está muy tierno, pero se ve clara la tendencia en la que todo es un dato que de manera inmediata se puede utilizar para ofrecer una atención personalizada y proactiva. Insistiendo en el ejemplo que más repetimos: hasta ahora era “me encuentro mal, llamaré al médico” y pronto será “me ha llamado el médico, dice que me encontraré mal”.

Todas las tecnologías que están de moda hablan de lo mismo: de cómo obtener, transportar y procesar los datos, la materia prima de la nueva economía (y de la nueva sociedad). Internet of things, los sensores que generan los datos. 5G, la infraestructura capaz de transportar grandes volúmenes de datos de manera casi instantánea. Blockchain, la tecnología que nos garantiza que los datos no han sido manipulados ni modificados. Big Data, las grandes colecciones de datos. Inteligencia artificial, los algoritmos que utilizan los datos para acompañar la toma de decisiones, o directamente para tomar decisiones. Empezamos a tener las herramientas, y también millones de millones de datos en tiempos real, así que realmente podemos intentar usarlo todo para tomar decisiones realmente complejas. Modelos matemáticos que buscan las mejores soluciones y que acaban proponiendo caminos que inicialmente sus propios programadores no habían imaginado. Por eso lo llamamos inteligencia artificial, y no sólo software.

Estamos justo al inicio y evidentemente hay riesgos. Aún no somos plenamente conscientes de la cantidad de datos extremadamente personalizados que generamos, como tampoco somos conscientes de la cantidad de decisiones que ya se toman, también extremadamente personalizadas. Y no hay que olvidar que la tecnología tiene ideología, igual que los datos también tienen ideología. Si a una inteligencia artificial le das datos de delincuencia común con un sesgo de procedencia étnica (porque unos siempre acaban en comisaría y los otros no tanto, por ejemplo) lo más probable es que obtengamos resultados racistas.

"La sociedad digital transforma las reglas del mercado, transforma las reglas de la gobernanza, transforma los derechos y deberes de la ciudadanía, y por lo tanto transforma la sociedad"

La sociedad digital transforma las reglas del mercado, transforma las reglas de la gobernanza, transforma los derechos y los deberes de la ciudadanía, y por tanto transforma la sociedad. Habrá que estar atentos para garantizar que todo ello se utiliza a fin de bien, y ante cualquier duda actuar en defensa del modelo de sociedad que queremos para las próximas generaciones. Vienen tiempo de movilizaciones.

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