Claves para potenciar el trabajo en equipo

Sin confianza y cooperación, no hay compromiso y sin compromiso no hay trabajo en grupo

Los equipos son una pieza clave a las empresas. Gracias a los equipos se han conseguido la mayoría de los adelantos de la historia de la humanidad. Los equipos son poderosísimas estructuras para conseguir resultados. Y no sólo esto. Además, las personas queremos (y necesitamos) formar parte, ser reconocidas y satisfacer nuestra necesidad de pertenencia. Y es dentro del grupo donde buscamos el autorealització.

El alta competitividad y la disminución de oportunidades en el mercado nos piden flexibilidad, cohesión y productividad. Y la clave es clara: Trabajo en equipo.

Como líderes de un equipo, si queremos que este sea realmente invencible, nuestra responsabilidad es acompañarlo para crear el clima y el entorno adecuados para desarrollarlo. Hay dos conceptos claves que se tienen que trabajar para conseguir un auténtico trabajo en equipo: la confianza y la cooperación.

  • La confianza es uno de los fundamentos básicos para crear una base sólida de trabajo. Sin confianza entre los miembros del equipo, se evitan los conflictos y por lo tanto hay una armonía artificial de hacer ver que todo va bien, cuando en realidad nadie se atreve a mostrarse transparente y todavía menos vulnerable, con el único objetivo de salvar su terreno.
  • La cooperación es la convicción llena que nadie puede llegar a la meta si no llegan todos (Virginia Burden).

Las claves para conseguir un buen rendimiento del equipo empiezan para entender que estos pasan por diferentes fases, dependiendo del grado de madurez del equipo y del tiempo que traigan trabajando juntos. Uno de los estudios más reconocidos en relación a las fases de un equipo es el de Bruce Tuckman (1965), quien define las cinco fases por las cuales transita un equipo:

  1. Fase de Constitución: el equipo se acaba de formar, los miembros empiezan a conocerse. De manera consciente o inconsciente, en esta fase se designan los roles, las funciones y el estatus de cada miembro dentro el equipo.
  2. Fase de Conflicto: es cuando empiezan a aparecer diferentes puntos de vista y juegos de poder. Venden las dudas y los intentos para influir y/o liderar. La comunicación es la clave para superar esta fase y que el equipo salga reforzado y cohesionado.
  3. Fase de Normalización: Las dudas y enfrentamientos son sustituidos por una focalización de la atención en los objetivos y las metas. Los miembros del equipo se organizan para conseguir los resultados. Se tienen en cuenta los diferentes puntos de vista como fuente de riqueza.
  4. Fase de Ejecución: El equipo está realmente unido. Las grandes situaciones conflictivas están superadas, los roles, la comunicación, las funciones, ... Todo funciona en pro del objetivo más importante: el éxito.
  5. Fase de Acabamiento: El objetivo se ha logrado y el equipo se puede disolver o, como en el caso de los Comités de dirección, equipos con cierta estabilidad en el tiempo, un golpe llegan a la fase de acabamiento, tienen que definir nuevos retos, nuevos objetivos y nuevos proyectos.


No todos los equipos pasan obligatoriamente por todas las fases. Incluso pueden lograr los objetivos sin hacerlo, a pesar de que la realidad es que en muchos casos esto puede desembocar fácilmente en disfunciones estructurales dentro del equipo como, la carencia de confianza, de comunicación, los conflictos encubiertos, la carencia de compromiso, evitar responsabilidades, la carencia de visión global, entre otros.

Una dinámica de grupo que puede ser muy útil para empezar a trabajar el espíritu de equipo es la llamada el Equipo como Sistema. Es aconsejable hacer un trabajo previo de preparación de las personas teniendo en cuenta la fase en la cual se encuentre el equipo.

La dinámica consiste a hacer una reunión de entre 45-75 minutos. Para llevar a cabo esta dinámica situaremos una única silla ante la totalidad de los miembros del equipo, que estarán sentados en forma de Uno. Cada una de las personas del equipo se sentará por turnos en esta silla. El líder le pedirá que contemple a las personas que tiene delante, y que los vea como un sistema, un todo, no a las personas individuales. Después, el líder se dirige al sistema (equipo) y se los formula la pregunta: Cuál es el valor añadido o contribución que aporta esta persona al equipo?

El líder anima a cada una de las personas del equipo que digan el que piensan, en términos de contribución. La persona sentada a la silla recibe las respuestas sin hacer ningún comentario. Un golpe todas las personas han participado, el líder formula otra pregunta: Qué es aquello que al sistema le gustaría ver más de esta persona?

De nuevo empiezan la ronda de respuestas hasta que todos han participado. Un golpe finalizado la ronda, se invita a la persona de la silla a expresar como se siendo y a dar las gracias al sistema por haber contribuido a su desarrollo personal y profesional.

Todas las personas tienen que pasar por la silla para recibir los comentarios de los miembros del equipo. Finalmente, cada participante escribirá un plan de acción donde especificará cuáles son sus compromisos y los expondrá al sistema.

Si queremos realmente conseguir un equipo cohesionado que trabaje con la máxima eficacia, primero tenemos que analizar el estado del equipo para conocer en qué fase se encuentra y en función de sus necesidades, hacer alguna intervención que rompa con la dinámica habitual de trabajo, que aporte una mirada diferente del equipo y que dé a nuevos comportamientos y actitudes. Sin confianza y cooperación, no hay compromiso y sin compromiso no hay trabajo en equipo.

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