El gofre que dio el oro a Nike

El cofundador de Nike, Bill Bowerman, revolucionó el atletismo y el negocio de las zapatillas deportivas después de utilizar la gofrera de su mujer para diseñar la suela de sus vambes

Las Onitsuka Cortez son el origen de las históricas Nike Cortez Las Onitsuka Cortez son el origen de las históricas Nike Cortez

A veces, los mejores hallazgos venden por las casualidades más absurdas. Fleming descubrió la penicilina en una muestra contaminada de su laboratorio, John y Will Kellogg se dejaron varios grandes para hacer granola sobre una estufa de donde surgieron los primeros cereales para almorzar, y Bill Bowerman agradeció toda su vida la afición de su mujer por los postres. A Barbara Bowerman le gustaba experimentar con los dulces y su cocina estaba llena de utensilios, como la gofrera que inspiró la suela de las primeras zapatillas Nike.

Pero antes de llegar a este punto de la historia, retrocedemos en el tiempo. A los años '60, Bowerman era un reputat entrenador de atletismo a la Universidad de Oregó. Su obsesión por la mecánica reportó grandes éxitos a la institución, con 24 títulos individuales y cuatro colectivos en esta década.

Entre sus alumnos había futuros medallistas olímpicos como Otis Davis, Bill Dellinger o Siegmar Ohlemann. No era el caso de Phil Knight, un discreto corredor de media distancia que bien pronto intuyó que tendría más futuro en el mundo de los negocios que rompiendo récords. El 1964 decide tirarse a la emprendeduría con una idea: comercializar las famosas zapatillas japonesas Onitsuka Tiger en los Estados Unidos.

Cómo no, el primero que pensó fue ir a ver a su antiguo entrenador y proponerle de vender sus modelos japoneses entre sus corredores. A Bowerman la idea le gustó tanto que se ofreció no sólo a distribuir las vambes, sino a ser su compañero de negocio. 500 dólares por ninguno después, los dos socios tenían 300 zapatillas Onitsuka y la empresa Blue Ribbon Sports. El embrión de la futura Nike.

El origen de Nike

Knight y Bowerman crearon la empresa el 1964, los últimos años antes de que el atletismo se practicara sobre superficies sintéticas y en un momento en que las alemanas Adidas y Puma dominaban el mercado con zapatillas de claves. El obseso entrenador de la Universidad de Oregó vio en su aventura empresarial no sólo una oportunidad para hacer unos calers extra –de aquellas primeras 300 zapatillas facturaron 8.000 dólares-, sino también para seguir experimentando en la mecánica y en los materiales que facilitarían romper los récords establecidos a la época.

Así, mientras Knight se dedicaba a comprar más y más modelos de Onitsuka, Bowerman experimentaba con nuevos materiales por las vambes. El 1968, la empresa tira su primer modelo propio, las Onitsuka Cortez, que serían el origen de las históricas Nike Cortez que todavía se comercializan y que multiplicarían el volumen de negocio de la compañía hasta llegar a los 800.000 euros anuales.

Las Onitsuka Cortez se lanzaron el 1968 y serían el origen de las históricas Nike Cortez que todavía se comercializan

La empresa, pero, seguía a la sombra de las compañías alemanas, tanto en ventas como en prestigio, hasta que Bowerman cayó en la forma de la gofrera de su mujer el 1971. Aquella forma regular era perfecta por las suelas de las vambes sin claves, así que bañó la máquina en uretà líquido que, con el escalfor, se va solidificar en caucho.

Bowerman dio a probar sus zapatillas al prometedor corredor de fondo Steve Prefontaine, que quedó entusiasmado con la ligereza del modelo y pidió inmediatamente un modelo perfeccionado para competir en los Juegos Olímpicos de Munich de 1972.

En este tránsito entre el 1971, la compañía se rebautizó como Nike y creó las Nike Moon con las cuales competiría Prefontaine. Un modelo que se comercializaría un año más tarde con el nombre de Nike Waffle Racer. Unas zapatillas que trajeron a la victoria más dulce a decenas de atletas.

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