2017: contradicciones económicas y sociales 

Todo el mundo manifiesta estar preocupado porque en 2017 puede ser un año de fuertes incertidumbres y de posibles acontecimientos importantes en la política y en la economía, tanto a escala europea como casa nuestra. Esto justifica que el primer artículo del año sea una reflexión sobre el conflicto social, voluntariamente general, aparentemente alejada de los temas de actualidad, pero muy relacionada con el trasfondo de todos ellos.

Durante siglos, la división social estuvo centrada en el binomio "dominación y esclavitud", con todos los nombres que se hayan usado (amos y esclavos, señores y sirvientes, patricios y plebeyos, ciudadanos y pueblo...). La Revolución francesa proclamó, hace tres siglos, unos nuevos principios (libertad, igualdad, fraternidad). Hay que reconocer que, el progreso económico ha permitido que, en el primero se haya avanzado mucho, y en el segundo, haya habido progresos aunque estamos muy lejos de una mínima equidad y, el que es peor, ahora vamos atrás. La fraternidad ha quedado en el ámbito de la buena voluntad, excepto cuando lo impone el Estado u otras instituciones políticas a través de mecanismos fiscales, con grandes resistencias de los que tienen que contribuir.

Se puede decir que los dos últimos siglos han sido escenario de la lucha entre libertad (liberalismo) e igualdad (socialismo); y que, después de un periodo en que en la Europa occidental se avanzaba hacia un cierto equilibrio, la libertad está ganando claramente la batalla, y hemos entrado en el reino del más grande individualismo; es decir, en el predominio de los derechos individuales por encima de los intereses de la colectividad.

Mi perspectiva es que los cambios que estamos observando últimamente harán que los próximos años las contradicciones sociales se plantearán de forma mucho más compleja: la lucha será entre la libertad individual, por un lado, y por la otra, la necesidad de buscar la equidad (me gusta más hablar de equidad, puesto que igualdad es un concepto demasiado simple), la seguridad, la sostenibilidad, y la privacitat.

Si pensáis cuáles son las preocupaciones que la gente expresa, y observáis los retos o amenazas que tenemos delante, veréis que la lucha contra el aumento de las desigualdades, contra los abusos del capital globalizado, contra el terrorismo, contra los efectos del cambio climático, y contra la impunidad en la explotación comercial o delictiva de la libertad dentro de las redes sociales, tendrán que ser los ejes de la política a buena parte del mundo.

Hay que entender que vivir pacíficamente en una comunidad global no es compatible con una interpretación exagerada de los derechos individuales, sin la imprescindible aceptación de las obligaciones. Y que, por lo tanto, se tienen que revisar algunos aspectos del desequilibrio actual entre unos y otros.

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