Barcelona... England?

Hace unos días, y no es un chiste, coincidimos dentro de un taxi con un malaisi, un singapurès y un vietnamita. Este último, que casi no habla inglés, es el conductor que nos trae desde una ciudad perdida, de nombre Long Xuyen, hasta Ho Chi Minh City, que cómo ustedes saben es el nombre que tiene ahora el Saigón de las películas de la guerra de Vietnam.

El trayecto es de 187 kilómetros, unas cinco horas teniendo en cuenta el estado de las carreteras, la conducción errática de las motos y la calma con que el buen hombre del conductor se entabla para almorzar en una parada a medio camino.

El genio del chófer, de nombre indescifrable, mira de encontrar puntos en común con sus clientes. Musicalmente, apuesta por unas canciones pop-patrióticas vietnamitas soporíferes. Intento conectarle Manel a través del Spotify de mi teléfono, pero no hay manera.

Ve que no conecto con su música, y él intenta conectar con algún otro de mis intereses:

- You... Barcelona?
- Yes, yes.

Pausa.

- Ah... Barcelona... – señala la pierna derecha, mientras la hace mover arriba y abajo- Barcelona football.
- Yes, yes. Messi. Barça.
- Ah, yes, Barcelona football. Pausa.

Bien, siempre es interesante ver que conocen algo de las que nos hacen sentir orgullosos. Tampoco es tan complicado, en Vietnam, saber que existe el Barça, cuando todos los nanos que encuentras por la calle visten colores de clubes europeos. Son camisetas que parecen los restos de series, las pruebas y los stocks rechazados por el primer mundo. Incluso un mozo llevaba una del Barça con el nombre de Terry estampado a las espaldas: el encargado de fábrica se debía de dejar engatusar por rumores de fichajes.

Por diversidad, se podía ver hasta la segunda de la Espanyol de hace unos años. O sea, que en Vietnam, que es el país donde se fabrican nuestros zapatos y camisetas, es más fácil encontrar los colores del Barça, el Manchester o el Chelsea que no cualquiera otro referente de nuestro mundo occidental, ni el pan con tomate, ni Gaudí ni la sartén valenciana.

Estimulado por el éxito con la conexión, el chófer mira de continuar la conversación.

Silencio.

No, que ahora dice algo. Ya la tiene. Me mira y dice:

- Barcelona...
- Yes, Barcelona
- Barcelona... England?

Por mi espíritu probritànic, casi me dejo arrastrar por el wishful thinking y le confirmo que Barcelona es una ciudad del Reino Unido. Pero no lo hago. Ahora bien, en realidad, la confusión geográfica de situar Barcelona unos pocos miles de kilómetros más allá, los que separan nuestra capital de Londres, no tiene tanta importancia. Además, quien dice Inglaterra, no está diciendo la cuna del fútbol?

En Vietnam, Barcelona es Messi, que puedes encontrar en una lona de publicidad; o Neymar, que anuncia también a las mamparas de Ho Chi Minh una marca de ojeras de solo. Barcelona es Barça.

Y para llegar en Vietnam, muy probablemente usas alguna de las compañías aéreas de los Emiratos Árabes, que son las que patrocinan los clubes. Todo cuadra: guste más o menos, mientras en el nuevo ayuntamiento de Barcelona continúan decidiendo qué quieren ser de grandes, es el Barça quién se ha colocado en el Olimpo de las marcas globales. Y con él, el nombre de la ciudad.
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