Querida incertidumbre, bienvenida de nuevo

Pese a nuestros empeños, esfuerzos y trabajo, este año 2021 que termina pronto, se despide con el agridulce sabor de la incertidumbre. El término VUCA describe a la perfección la situación:  volatilidad, incertidumbre (uncertainty en inglés), complejidad y ambigüedad. Fue creado por la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos para describir esos cuatro atributos que imperaban en el mundo que surgió tras el fin de la Guerra Fría. El término comenzó a utilizarse de forma generalizada en los años 90. Y posteriormente este término lo hemos adoptado en el ámbito de la estrategia empresarial.

Los incrementos incesantes de los costes energéticos, la disrupción de las cadenas de suministro, y sus efectos en cadena en las fábricas son la realidad a la que nos enfrentamos. El Banco de España estima que los mencionados problemas de suministro globales son la causa de los precios industriales que soportan las fábricas europeas. En concreto, se debe al déficit de energía y materias primas en la zona europea. Si bien no afecta de la misma manera a toda la industria, la media empresa muestra preocupación por el impacto que tendrá el coste de la energía en el desarrollo de sus negocios en los próximos meses considerándose la evolución de los precios energéticos una de las principales barreras de crecimiento.

El verano y otoño de este año nos han traído ingredientes que configuran un nuevo escenario en el que la incertidumbre es la principal protagonista

En los momentos en los que surgen disrupciones inesperadas, la confianza se torna más relevante si cabe en la toma de decisiones empresariales. Sucedió con el estallido de la COVID-19 y lo comprobamos en los informes de auditoría, en los que se puso de manifiesto la importancia de la transparencia de la información y la certidumbre ante momentos de dificultad. La pandemia se erigió como una de las cuestiones clave o aspectos más relevantes de auditoría en los informes que se emitieron en el año 2020. Lo cierto es que todo parecía indicar que durante este año saliente recuperaríamos parte de certidumbre debido a los impactos derivados de dos aspectos; por un lado, la vacunación, que nos permitiría volver a una situación no de normalidad total tal y como la conocíamos antes de marzo de 2020, pero sí de recuperación de la actividad a unos niveles elevados; en segundo lugar, pusimos las esperanzas en los efectos beneficiosos de los primeros Fondos Next Generation  EU. Sin embargo, el verano y otoño de este año nos han traído nuevos ingredientes que configuran un nuevo escenario en el que la incertidumbre es, de nuevo y muy a nuestro pesar, la principal protagonista.

En el plano del mid-market, nuestra Firma lanzará la nueva edición de nuestro Pulso Económico, en el que los directivos españoles de empresas entre 50 y 500 empleados, tanto de España como de 29 países más, apuntan a 3 preocupaciones principales que cercenarán su crecimiento en los próximos meses: la escalada en la inflación; los elevados costes de producción y fabricación, que conllevarán una subida de los precios de venta en la mayoría de sectores; y una tercera preocupación que ya era muy relevante antes de la pandemia pero que constituye otro virus que se ha instalado en muchas compañías, especialmente del Norteamérica, y es la salida de muchos profesionales hacia otros destinos laborales. Es lo que se ya se llama La Gran Dimisión, que no es más que un recrudecimiento de la búsqueda del mejor talento y la adecuada retención del mismo en la mayor parte de compañías medianas con las que trabajamos. Habrá que estar atentos a la evolución de estos elementos macro.

El error es creer que existe un antídoto para la incertidumbre; es hora de saber vivir con ella definitivamente

Los auditores iniciamos el año 2022 con el foco puesto en el entorno económico, en los riesgos que se derivan de este entorno en la actividad de las empresas y en los cambios que se han implantado en la normativa de información financiera, afectando todo ello al establecimiento de los riesgos de auditoría. Como consecuencia de esta situación, una gran parte de nuestro trabajo pasará por analizar y revisar los planes de negocio, la razonabilidad de las hipótesis consideradas y los flujos de efectivo futuros que se desprendan de los mismos.

El entorno de 2022 nos va a seguir exigiendo adaptación y, para ello son imprescindibles unas cualidades adicionales, que nos van a permitir gestionar con más facilidad la incertidumbre y volatilidad, en nuestras empresas.  Son las que apuntaba la Fundació Factor Humà en marzo de 2015: “Anticipar y reaccionar no sólo a la velocidad de los cambios, sino también desde la comprensión de su naturaleza; actuar con decisión, aunque no siempre pueda tener la certeza total de controlar todos los elementos y variables; mantener la eficacia ante constantes sorpresas y la aparición de factores inesperados; conocer las metodologías ágiles; poner al cliente en el centro de todas las decisiones; pensar localmente (cerca del cliente) y actuar globalmente; No sólo saber gestionar el cambio, sino también introducirlo en la organización; construir consensos y generar compromiso; abrirse a aprender de manera continuada; inspirar a las otras personas con su visión de los retos futuros; ser capaz de liderar equipos de diferentes generaciones, culturas y nacionalidades. Es lo que se conoce como agilidad cultural”.

En mi carta a los Reyes Magos les he pedido que no pierda de perspectiva en el día a día la necesidad de trabajar con estas cualidades para gestionar lo desconocido y lo cambiante que se nos avecina. Porque, parafraseando a David Levithan, “el error es creer que existe un antídoto para la incertidumbre”. Es hora de saber vivir con ella definitivamente.

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