¡La comunicación, estúpido!

La anécdota oficial dice que en 1992 James Carville, asesor de Bill Clinton, colgó en las oficinas centrales del candidato demócrata un cartel con 3 puntos: 1.º Cambio vs. más de lo mismo; 2.º La economía, estúpido, y 3.º No olvides la salud.

La situación en el inicio de la carrera electoral era de clara ventaja del candidato republicano, George Bush padre, principalmente por dos significativas y trascendentes victorias en política exterior. Por un lado, el fin de la guerra fría y por el otro, la guerra del Golfo.

El segundo punto del cartel apuntaba a evitar estas dos cuestiones y focalizar la discusión en el apartado económico. Si en marzo de 1991 las encuestas señalaban un 90% de aprobación a la tarea del presidente Bush, un año después, hacia agosto, ya había bajado hasta el 64%. Finalmente, se dio la vuelta al pronóstico inicial y Clinton se convirtió en el 42º presidente norteamericano.

Inmediatamente, se inició la popularidad de la frase -muchas veces añadiendo el “es” delante- que nos recuerda que lo importante es lo relevante, a pesar de que muchas veces nos confundamos al atender otros aspectos por mil y un motivos. Por ejemplo, nos cuesta muchas veces diferenciar lo que es importante de lo que es urgente. Y también sirve para ilustrar que la importancia de la comunicación radica en ser un complemento, un factor que suma -no suplanta ningún otro- y, por lo tanto, ayuda y mejora lo existente.

La habilidad de quien entiende de comunicación es precisamente saber mostrar cierta realidad oculta o disimulada

Comunicar mejor puede influir en elegir qué temas son los fundamentales, y lo hace porque aclara el escenario y nos guía para discernir. Tanto si comunicamos bien, mal o peor, la importancia de los temas a tratar es la misma.

La habilidad de quien entiende de comunicación es precisamente saber mostrar cierta realidad oculta o disimulada. Aquello que hay, que existe, pero que el día a día, las vanidades, las necesidades, los intereses y las humanas tendencias irracionales y racionales, nos hacen olvidar.

Cuando escuchamos a cualquier experto en comunicación, se presente como un gurú o como un simple trabajador raso, si nos convence es porque coge nuestro entorno presente y cambia el punto de vista mejorándolo. De forma creativa, y en abstracto, con los mismos elementos, muestra caminos más claros y guiados por el sentido común.

Si comunicamos mejor, optimizamos nuestros recursos. Tenemos el mismo proyecto o idea, producto o servicio, pensamiento o sentimiento que antes, pero con una mejor comunicación lo potenciamos. Le añadimos elementos que pueden hacer decantar la balanza hacia nuestros intereses.

Podemos leer, escuchar y aprender de los mejores, imbuirnos de la más excelsa maestría y know-how posible, pero cada situación tiene unos componentes únicos

La buena comunicación suma a lo que ya tenemos y nos sirve para avanzar. Hemos de traspasar adecuadamente la información necesaria para persuadir sobre beneficios y valores, y recibir un feedback útil. Porque si tiene beneficios y valores, pero no es conocido, es como si no tuviera.

Además, al necesitar conocer a quién lo dirigimos para adecuar el mensaje, tenemos en cuenta quien hay al otro lado y esto nos será de gran ayuda. Podemos leer, escuchar y aprender de los mejores, imbuirnos de la más excelsa maestría y know-how posible, tener inspiración de los más exitosos, pero cada situación tiene unos componentes únicos. Por lo tanto, saber el entorno y los actores principales y secundarios, y recopilar la información necesaria para preparar la comunicación, nos facilita después cómo reaccionar y solucionar las trabas.

Y para acabar, lo más importante. La comunicación es básica en nuestra humanidad, es un pilar fundamental, somos humanos y racionales porque nos comunicamos y nos transmitimos información, conocimientos, emociones y sensaciones. Por lo tanto, pensar desde la vertiente de la comunicación nos hace ir directamente a la naturaleza humana. A través del lenguaje escrito, hablado, gestual o visual nos definimos cómo somos. Y atendemos a emociones, ideas y pensamientos que conforman lo que somos. Por eso la comunicación es clave. 

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