Conciencia de fragilidad

Salimos de los momentos más trágicos de la pandemia, donde dejamos decenas de miles de víctimas. Salimos saturados de este largo paréntesis y reclamamos en verano que nos saque de la primavera arrebatada. Queremos irnos lejos de este mal sueño para disfrutar de las vacaciones. Pero la covid-19 nos acompañará allí donde vamos, y cambiará de pareja cada vez que encuentre la ocasión: poco importa que sea en un acto multitudinario o en una aglomeración, siempre estará al quite.

El coste de la parada de la actividad ha supuesto para las familias, las empresas y por las cuentas mismas del Estado, unas cantidades desmesuradas. Ha llovido sobre mojado: no habíamos superado todavía la anterior crisis que ha llegado la pandemia. La economía del Estado no se puede permitir seguir parada ni un día más, hay que volver a la actividad. Pero se tiene que hacer de forma aseada y segura.

Tenemos que volver a la actividad con una actitud positiva y de compromiso, como la que mostraron los pequeños comercios el día que las autoridades permitieron la apertura de sus locales. La que mostraron cuando a primera hora de la mañana abrieron las luces para limpiar los vidrios de los escaparates, para desinfectar los azulejos, para barrer aceras dejadas de la mano de dios... Conscientes de que no tendrían muchos clientes, pero que tenían que abrir las tiendas para hacer devolver la vida a ciudades y pueblos. Otros empresarios, con más posibles, hacían cuentas de lo que el Estado les concedía por los ERTOs, y calculaban si les interesaba abrir o esperar tiempos mejores.

"Todos los sectores industriales han hecho la carta a los reyes. Todos piden en el Gobierno del Estado más inversiones y una fiscalidad más favorable"

Todos los sectores industriales han hecho la carta a los reyes. Todos piden al Gobierno del Estado más inversiones y una fiscalidad más favorable. Todo el mundo reclama más gasto público para que no se pare la máquina. El mundo de la construcción no ha sido una excepción. Los unos reclamando más obra pública, los otros más ayudas para construir viviendas nuevas, mientras las voces que advierten de la carencia de mantenimiento, de la falta de cultura de la rehabilitación, de la necesidad de hacer más sostenible y más eficiente el parque de viviendas construido, claman en el desierto.

Nunca habíamos tenido un diagnóstico tan claro: el parque de nuestras viviendas está envejecido. El 70% de los edificios se han construido sin ningún tipo de normativa de aislamiento térmico y de eficiencia energética. Estamos a la cola de la Unión Europea en rehabilitación: en nuestro país apenas representa el 30% de la actividad de la construcción, mientras la media europea está por encima del 50% y los países líderes dedican el 70%.

Cómo si ignoráramos que es una actividad que da trabajo a más operarios que cualquier otra, que utiliza a pequeñas y medianas empresas, a profesionales y a autónomos. Que es en definitiva un motor a la hora de crear ocupación.

La rehabilitación es fundamental para poner al día los edificios más envejecidos, los que afectan las clases trabajadoras, y es de vital importancia si queremos llegar a la descarbonización de nuestras ciudades. En estos momentos tan difíciles, la misma Comisión Europea lo señala para relevar al sector turístico en la lucha contra el paro, y ha anunciado una inversión importantísima de 1,6 billones de euros para su lanzamiento. Las ventajas son tan claras que sorprende que nuestras administraciones se lo piensen tanto.

"Parece que se usa la carencia de dinero para justificarlo todo, pero hay cosas que dependen más de la voluntad política que de la hacienda pública: qué estamos haciendo para impulsar la rehabilitación?"

Para acelerar la actividad en este sector, los colegios de apareadores, de arquitectos, de ingenieros industriales y de ingenieros técnicos de Catalunya hemos pedido al Ayuntamiento de la capital y a la Generalitat la separación de los trámites de las obras de rehabilitación de los de la obra nueva, proponiendo la creación de oficinas de rehabilitación con una ventanilla única para asesorar ciudadanos y empresarios, para gestionar trámites administrativos y para agilizar licencias.

Parece que se usa la falta de dinero para justificarlo todo, pero hay cosas que dependen más de la voluntad política que de la hacienda pública: qué estamos haciendo para impulsar la rehabilitación? Qué estamos haciendo para que los trámites de las licencias a los ayuntamientos no tarden una eternidad? Por qué no empezamos por lo que está en nuestras manos y buscamos complicidades? Por qué no nos inspiramos en ejemplos de éxito como los que representaron ProEixample y Promoción de Ciutat Vella?

Para salir de esta crisis será necesario que seamos conscientes de nuestra fragilidad y que nos protejamos los unos a los otros. Será imprescindible que mostremos una actitud positiva y de compromiso como las que mostraron los pequeños empresarios. Pero por encima de todo, nos hará falta un liderazgo claro y valiente de las administraciones, sin el que nada será posible.

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