Ingeniero y escritor

Las crisis que regeneran Europa (2)

28 de Marzo de 2023
Xavier Roig VIA Empresa

La semana pasada abordaba, en VIA Empresala creación, todavía incipiente, del mercado único energético. Hacía mención al hecho que los grandes saltos de la Unión Europea (UE) se hacían a golpe de crisis. Parece como si el motivo de la UE fuera "Dame una crisis y te daré una solución". No ha sido siempre así. Yo diría que hasta el 1992, los grandes saltos se hacían a golpe de decisión de mandatarios que tenían ganas de hacer un avance cualitativo significativo. Se confabularon tres personajes importantes: Helmut Kohl, François Mitterrand y el presidente de la Comisión, Jacques Delors.

Como que todos ellos eran europeístas convencidos, en el decenio 1985-1995 se definieron tres grandes, enormes, saltos. El mercado único europeo (por el cual el movimiento de mercancías y servicios pasaba a no tener barreras) y la creación de la Unión Europea (Tratado de Maastricht). Estos dos entraron en vigor el primero de enero de 1993. Y el tercer gran tema: se acordó la creación del euro que tenía que entrar en vigor a principios del milenio. Tres decisiones que han derivado en los tres pilares de nuestra vida cotidiana: compramos, vivimos y trabajamos como y donde queremos dentro de la UE, pagamos con una moneda única y viajamos sin controles fronterizos y, cuando vamos fuera, tenemos un pasaporte común.

 

Aquellas tres grandes decisiones políticas fueron determinantes. Muchos dicen que ahora no se toman decisiones de esta magnitud porque faltan estadistas. No es cierto. La realidad es que de grandes decisiones ya no quedan muchas para tomar. Al menos que tengan impacto. Yo diría que solo falta una decisión de alto nivel, que probablemente muchos de nosotros no veremos: hacer que un primer ministro de la UE surja del Parlamento Europeo y que se pueda elegir (por sufragio universal o mediante el Parlamento Europeo) un presidente de Europa que esté por encima de los estados. Es decir, que no se deba a los estados.

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Exterior del Parlamento Europeo | iStock

Decía que grandes saltos no ha habido en los últimos treinta años porque ahora el problema no es dar grandes pasos, sino articular todo lo que se deriva de aquellos años noventa. Entonces los dignatarios (básicamente de Francia, Alemania y la Comisión) dijeron lo que se tenía que hacer. Pero no dijeron el cómo. El cómo lo han hecho los que han venido detrás y que no han disfrutado de la misma publicidad mediática que tuvieron los de los noventa. Por ejemplo: la crisis del euro la resolvió, principalmente, la cancillera Merkel. Y significó un paso enorme.

Miren atrás y analícenlo. Se dejó sin ningún poder a los bancos de los estados y todo se centralizó en Frankfurt, en el Banco Central Europeo (BCE). Se unificaron criterios básicos económicos y se determinó que los presupuestos de los estados miembros tenían que ser aprobados por Bruselas antes de ser aprobados dentro de cada estado. Estas decisiones son de una trascendencia enorme. Poco populares, pero enormes. Así se pone en marcha el euro.

 

Quedan una gran cantidad de ajustes para hacer de aquellas tres decisiones. He mencionado los ligados al euro, fruto de una crisis. Ahora hay diversas que no quieren ruido y que son implementación, inesquivable, de la UE en cuanto que es unión política. ¿Cuáles? Política de inmigración, por ejemplo. Y todo lo que se deriva: control de fronteras unificado y ejecutado por una autoridad europea y no por cada estado. Unificación de los derechos de asilo y residencia. Todo esto es trabajo desagradable, mucho más que decir que Europa tiene que estar unida. Pero decir esto último (noticia agradable) y no decir cómo y quien vigila las fronteras y quienes expulsa los irregulares (noticia desagradable) son dos realidades indisociables. Todo el mundo quiere estar unido, pero nadie quiere recibir los inmigrantes ilegales que entran, por ejemplo, por Italia.

Y dejo para el final las buenas noticias. Cuando se creó el mercado único europeo, la población no fue consciente de lo que conlleva. Se hizo lo más fácil: circulación de gente, bienes y mercancías y servicios. Y ahora viene el aspecto difícil. El COVID ha sido un primer test: la compra conjunta de materiales y servicios. La guerra de Ucrania lo vuelve poner encima la mesa: compra de material bélico conjunto. Dos crisis, dos pasos adelante. La semana pasada les hablaba de otra paso: la creación del mercado único energético, derivado de la guerra de Ucrania y de la transición verde. Pero hay más.

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Imagen de una vacunación en Lleida | ACN

Actualmente, se presentan cuatro crisis, minicrisis, que quizás no piden grandes portadas, pero que tienen un impacto trascendental. Todas afectan la política industrial. El COVID ha puesto de manifiesto algunas dependencias peligrosas en el suministro y fabricación de material sanitario fuera de la UE. Las subvenciones de los Estados Unidos a su industria verde es un reto a la industria europea, que no disfruta de subvenciones. La transición verde requiere material (tierras raras o chips) que están en Europa, pero que no se han explotado hasta ahora. Y el cuarto factor es una información que, casi, pasó inadvertida en Catalunya (No me extraña): en el año 2019, la Comisión Europea denegó la fusión de Siemens y Alstom en el sector ferroviario. Y esto nos ha restado -se ve ahora, a toro pasado- competitividad. Todo ello se ha tratado, hasta la fecha, de manera separada.

La gran noticia es que el pasado 16 de marzo, la Comisión anunció el plan para definir una política industrial para toda la UE. El tema parece intrascendente, pero hacer esto era, hasta ahora, un tabú. Nadie quería ceder. Finalmente, igual que ha sucedido con el mercado único de la energía, la realidad ha hecho llegar a la conclusión sensata: diseñar el futuro industrial de Europa para los próximos treinta años. Es un tema de estrategia y supervivencia. Y parece que se hará deprisa, puesto que se quiere ligar el plan a la transición energética.

¿Por qué es una buena noticia? Fácil. Aquello que Europa toma como competencia, ya no lo deciden los estados. Ni nosotros, en Catalunya. Y esto es bueno. Viste el que el país ha avanzado (negativamente) en temas industriales, mejor que nos digan cómo lo tenemos que hacer y qué porción de trabajo nos toca llevar a cabo. ¿Quieren una mejor noticia?