Desde que empezó la crisis financiera, ha aumentado la mortalidad empresarial y, por otro lado, la creación de nuevas empresas se ha reducido. Esta evolución negativa tiene muchas causas y, entre ellas, hay las dificultades para financiarse.
A mediados del año 2012 la situación del sistema financiero era muy delicada, con una prima de riesgo que superaba los 700 puntos básicos, y parecía que el rescate de la economía española por parte de Europa se podía producir en cualquier momento. Afortunadamente, en verano de 2012 el Banco Central Europeo decidió apoyar el euro, inyectó recursos en varios bancos y enormes cantidades de dinero a toda la economía europea. Todas estas medidas supusieron un importante punto de inflexión y desde entonces los mercados financieros han vivido una importante recuperación: la prima de riesgo esta alrededor de los 100 puntos básicos y el crédito ha vuelto a crecer.
De todas maneras, esta recuperación todavía no ha resuelto las necesidades de financiación de muchas empresas, y especialmente de las pymes. Esto es consecuencia de problemas como los siguientes:
-Excesiva dependencia de la deuda.
Las empresas siguen teniendo un nivel de capital propio que tendría que aumentar.
-La mayor parte de la deuda es bancario.
Mientras a la mayoría de países de nuestro entorno la deuda bancaria representa alrededor de un 50% de todo el endeudamiento, en España, este porcentaje supera el 80%.
-Reducción en el número de entidades de crédito.
Según datos del Banco de España, las seis primeras entidades concentran el 72% del crédito bancario, cuando en 2010 tenían sólo el 46%.
-Bajo desarrollo de las alternativas a la financiación bancaria.
El capital riesgo, los business angels, el Mercado Alternativo Bursátil o los préstamos participativos son todavía poco relevantes en el conjunto del sistema.
Del expuesto se desprende que hay que continuar con el proceso de desendeutament y al mismo tiempo hay que diversificar las fuentes de financiación.