Einstein en l'Espluga de Francolí

Podría ser un título de un programa de divulgación científica del 33 o de un programa de entrevistas en profundidad de BTV, pero no es más que el que pasó el 25 de febrero del 1923: Einstein visitó l'Espluga de Francolí y Pueblecito. Lo sabemos por las tres fotos que Casimir Lana Sarrate le hizo, dos a la Espluga prácticamente igualas, y la otra en Poblet.

En una de las fotos sale Einstein dando la mano a un niño (Manel Puig Joaquin) y a una niña (Assumpció Sans Mir) rodeado otros seis niños y un adulto sentado en tierra. Confieso que tengo fascinación por la foto; por el que representa Einstein, por el hecho que sea en un pueblo pequeño, por los niños, por la gorra que trae, por el coche de época con el volante a la derecha, por la Calle Mayor, por la luz… La foto es mágica.



Albert Einstein visitó Cataluña el febrero del 1923 invitado por la Mancomunidad de Cataluña y diferentes sectores de la sociedad catalana que tenían la voluntad de crear una comunidad científica moderna homologable a la europea de la época. Parte del programa cultural catalanista de la Mancomunidad pasaba por la creación de instituciones tanto para difundir la ciencia catalana como la ciencia en catalán. Cuando Einstein visitó Cataluña, la lista de organismos científicos incluía el Observatorio Fabra, la Academia, el Laboratorio de Ciencias Médicas, el Servicio Geográfico de Cataluña, el Laboratorio de Estudios Superiores de Química, la Institución Catalana de Historia Natural, la Academia de Ciencias y las entidades científicas del Instituto de Estudios Catalanes, entre otros.

La Mancomunidad había creado dentro del I.E.I. el Consejo de Pedagogía con la misión de articular la política científica y técnica del país. Uno de sus proyectos era la organización de los Cursos Monográficos de Altos Estudios y de Intercambio, en que participaba activamente el catedrático de acústica y óptica de la Universitat de Barcelona Esteve Terradas, que invitó Einstein en 1921. Los dos se encontraron el 1922 a Berlin para concretar los detalles del curso que impartiría en Barcelona en 1923.

Einstein llegaba el 22 de febrero del 1923 en tren a la estación norteña de Barcelona procedente de Toló (Francia). La llegada fue curiosa porque no había avisado del día exacto del viaje y nadie lo fue a recibir. Acompañado de su mujer hicieron hacia la pensión Cuatro Estacionas que él mismo había encargado cuando la Mancomunidad le había reservado habitación al Ritz. "Soy un ciudadano modesto y he tomado la cámara que corresponde a mi categoría" confesó a Joaquim Maria Nadal, presidente de la comisión municipal de Cultura.

Einstein hizo en Barcelona tres conferencias especializadas sobre relatividad a la Diputación patrocinadas por la Mancomunidad y una a la Academia de las Ciencias sobre las consecuencias filosóficas de la relatividad, esta dirigida a una audiencia más general. El éxito fue agobiante y a pesar de que la asistencia era por invitación estricta a científicos, los presentes ,"se agolpaban en las puertas, ansiosos de escuchar la palabra mágica que al ser atendida reformaría viejos sistemas y conceptos, abriendo nuevos horizontes a la ciencia miedo medio de la cuarta dimensión: el tiempo", decía La Vanguardia del 28 de febrero del 1923.

Pero Einstein no era sólo un premio Nobel, sino que era el máximo exponente de una revolución científica que tenía que cambiar el mundo, un símbolo de la democracia para su oposición a los objetivos militaristas alemanes y un defensor de las nacionalidades sometidas gracias a su actividad por la causa judía. Su presencia en Cataluña fue más allá de la discusión puramente científica.

Del recibimiento al Ayuntamiento de Barcelona destaca el discurso en catalán (en los otros se había utilizado el castellano y el francés) del alcalde accidental Enric Maynés que dijo: "Si vuestra patria está orgullosa de teneros, este orgullo, por aquella fuerza de la solidaridad de la ciencia, lo comparte todo el mundo. Por nosotros no sois un extranjero, que la ciencia... tiene por patria el mundo". El alcalde acababa de hacer el discurso en la lengua universal de la ciencia. Desgraciadamente, la patria, el mundo y la lengua universal tenían que cambiar bien pronto.

En septiembre del mismo año, Primo de Rivera hacía su golpe de estado y, decidido a acabar con el exclusivismo malsano del que disfrutaba Cataluña, el gobierno de la Mancomunidad fue destituido, ocupó la presidencia un militar y a partir de entonces la investigación científica fue eliminada. Todo muy propio.

Siempre me he preguntado por la foto con los niños, qué palabras debían de intercambiar con aquel señor, quién los debían de decir que era y que debían de sentir cuando de más grandes supieron quién era y que representaba. Desconozco si alguno de aquellos niños pudo dedicarse a la ciencia y si incluso pudo estudiar, pero el que sé seguro es que los dieron las respuestas que no tocaban antes no se pudieran hacer las que tocaban, los dieron verdades inmutables antes no pudieran tener dudas razonables, y todo esto en una lengua universal que no era precisamente la de la ciencia.

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