Esto, eufemismos empresariales y otros catàfores

Desacelerar no suena igual que aquello otro, que frenar. Pero es exactamente el mismo. La catàfora es un recurso literario que consiste a enunciar un elemento antes de que su referente. Es esto, un mal pase por los estudiantes de la selectividad, que fueron interrogados sobre el particular.

La catàfora sirve para despertar y retener el interés del lector.

En el lenguaje del mundo empresarial, de catàfores, muy pocas. En cambio, hay otras figuras literarias con un uso muy intensivo. Como por ejemplo el eufemismo.

La catàfora del primer párrafo es un ejemplo de esto, de eufemismo: hablar de desacelerar cuando se quiere decir que se ha frenado.

Eufemismo es emplear una expresión suave en lugar de una de dura o incómoda. El lenguaje eufemístico sirve para mantener la conversación por caminos de buena educación y decencia. Es útil porque las disputas no degeneren en espirales de violencia verbal –decirse el nombre del cerdo- o incluso de violencia física –echarse los platos por la cabeza. Es muy oportuno para evitar situaciones incómodas. Por ejemplo, decir que lo ha palmat alguien queda más desagradable que los clásicos ha traspasado, nos ha dejado o descansa en paz. Es conveniente, también, para retirar de uso expresiones que resultan ofensivas por algunas personas o colectivos.

En el mundo empresarial hay eufemismos para dar y para vender. Así, cuando hablas del mercado de trabajo, puedes decir regulación de ocupación para no decir que estás echando trabajadores. Anunciar moderación salarial, en el supuesto que los sueldos fueran disparados antes, te ahorra de decir que el sueldo quizás dará por menos a partir de ahora. Dices reestructuración para no decir cortar algunas cabezas, o recursos humanos para no decir personas. Explicas a tal persona, se ha desvinculado de la empresa cuando en realidad la has echado. Hablas de directivo para evitar hablar de "jefe", o de colaboradores para no decir el que son, unos subordinados. Hace poco una política hablaba de movilidad exterior para no reconocer que hay emigración de jóvenes sin trabajo ni futuro.

Si tienes que hablar de la situación de la empresa, es más cómodo decir desaceleración que no decir que las cosas te van francamente mal. O decir contracción en lugar de admitir que el año que viene no tienes más remedio que gastar menos, porque de donde no hay no mana. Con el eufemismo tensión de tesorería no tendrás que reconocer que no tienes un duro a caja. Dirás ganar competitividad cuando tengas que precaritzar las condiciones de trabajo. Harás una inversión estratégica en lugar de aquello que es: un gasto de la cual no esperas obtener regreso.

Según qué situaciones, mejor suavizarlas. Decir deslocalitzar para no decir que bajes la persiana y te endús el trabajo un lugar donde salga más por anticipado. Decir carencia de ensambladura en el perfil para no decir ineptitud. Decir modesta para no decir claramente insuficiente. Decir sobredimensionado para no decir excesivo. Decir escalar la información para no decir mentir. Decir debate para no decir bronca. Decir desincentiu en lugar de castigo. Decir intercambio de experiencias en lugar de espionaje empresarial. Decir desmotivado para no decir perezoso.

Cuando se abusa, pero, el eufemismo puede pasar de decir de manera suave una cosa realmente dura de sentir, a decir las cosas de manera tan complicada que se acabe olvidando el significado original o se sugiera el contrario del que se quiere decir. El lenguaje políticamente correcto es, de hecho, el eufemismo hecho mainstream. El eufemismo es como un perfume para las ideas, pero puede degenerar en un humo tóxico. En medida, es señal buena educación; en exceso, cinismo o desinformación.

En realidad, quizás del que se trataría es de esto, de hacer el lenguaje empresarial más catafòric y menos eufemístico. Así despertaría más interés e inspiraría más confianza.
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