El dilema del dilema social

Steve Jobs afirmaba a menudo que los ordenadores son las bicicletas de la mente. Jobs había leído un artículo del Scientific American de marzo de 1973 que explicaba el rol central de la bicicleta en el desarrollo de tecnologías como las de las almohadillas y los neumáticos que posteriormente se aplicaron en campos como la automoción y la aviación.

El que le llamó más la atención fue una gráfica comparativa que medía la eficiencia motriz de diferentes especies animales. El animal más eficiente es el cóndor que es el que puede recorrer más distancia con menos energía. Los humanos quedábamos al tercio inferior de la mesa superados por salmones y caballos, y por encima de perros, conejos y ratones, un lugar discreto para el rey de la creación.

Pero el mérito del autor del estudio (S.S. Wilson) fue comparar la eficiencia motriz natural con la eficiencia motriz artificial, la que nos nos dan los widgets de transporte que los seres humanos hemos construido con las tecnologías que hemos desarrollado. Pues resulta que una persona con vambes (keds en Lleida) es mucho más eficiente que un avión de combate, que un helicóptero y que, incluso, un automóvil; pero en cambio una persona en bicicleta es mucho más eficiente que cualquier medio de transporte mecánico, y supera en cantidad suficiente el cóndor. "Y esto es el que es para mí un ordenador. Un ordenador es la herramienta más notable que hemos tenido nunca, y es el equivalente de una bicicleta para nuestra mente " decía Jobs.

"Un ordenador es la herramienta más notable que hemos tenido nunca, y es el equivalente de una bicicleta para nuestra mente " decía Steve Jobs

Y ya hace cuarenta años que tenemos en casa estas "bicicletas por la mente", treinta que tenemos conexión en internet, veinte que tenemos redes sociales y debe de que todo el mundo traemos una al bolsillo. Y esto nos ha transformado, del mismo modo que almohadillas y los neumáticos de la humilde bicicleta nos transformaron haciéndonos más eficientes que el cóndor y ayudaron a desarrollar industrias de propósito general como la automoción y la aviación.

Pero es sueño comparable una bicicleta y un ordenador más allá de la plástica metáfora de Steve Jobs? A menudo hablamos del rol de la tecnología y de su papel supuestamente neutral. "Es según el uso que se haga", afirmación del cunyadisme canónico que acostumbra a preceder el invariable: "un cuchillo sirve para cortar el bistec pero también para matar". La comparación no aguanta el más mínimo escrutinio intelectual.

Un cuchillo no tiene WiFi ni 4G; no forma parte de ninguna red de cuchillos, no se auto-afila, no se actualiza convirtiéndose en un sable, ni corta más cuanto más gente use el suyo ni tampoco se pone a vibrar y a enviarnos correos desde el cajón si no lo usamos. Tampoco es cierto que las tecnologías sean buenas o malas según el uso que se haga; hace tiempo que pienso mucho, pero no se me acut ningún buen uso de un puño americano, una mina anti-persona o de una bomba de Napalm.

Esta es la tesis del documental "The Social Dilema" de Netflix aplicada a las redes sociales: sus efectos nocivos no son una externalidad negativa sino que consustanciales a su diseño. Diferentes ingenieros, directivos, inversores y visionarios exploran el impacto en el tejido social global. Desde las fake news a la influencia en procesos democráticos pasando por el terraplanisme o la conspiranoia del movimiento QAnon. El documental, a pesar de que en algunos momentos tumba demasiado hacia un catastrofismo demasiado tecno-determinista, está muy explicado y cuenta con la participación de gente de tanto nivel y conocimiento como la socióloga y escritora Shosanna Zuboff ("The Age of Surveillance Capitalism"), Tristan Harris (ex-ético de diseño de Google), Jaron Lanier (precursor de la Realidad Virtual y visionario) o Sean Parker (co-fundador de Facebook). Sumados a ex-directivos de Twitter, Uber y Pinterest entonan un mea culpa coral que en algunos momentos recuerdan a testigos arrepentidos de la mafia, una mafia que usa likes en ninguna parte de cuchillos.

Volviendo a la bici. Si vas a pie la única preocupación que tienes es la de cómo de gastadas están las suelas de los keds. En cambio si vas en bici necesitas un fuelle, grasa por la cadena, un casco, unas fijaciones a los pedales, un calzado que se adapte a las fijaciones, una ropa llampant, barretes energéticas, un garaje donde guardarla, un reloj con GPS que se conecte en internet, una aplicación de deporte para compartir las rutas y una cuenta a instagram por que la gente te haga más likes. El precio de ser mes eficiente que un cóndor en época de redes. Y así con todo.

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